🍴 XII: Yeux rouges🍴

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– Él...Él mencionó su nombre una vez –la miró.

Los ojos de la castaña se abrieron como platos, y rápidamente dio un par de pasos hacia la celda; se acercó tanto que uno de los guardias se apuró a detenerla.

– Está bien, es suficiente –dijo serio. Ella lo miró.– A tu celda, Abbott.

– ¡Espera, maldita sea! –le gritó. Miró a Davis.– ¿Cómo era su nombre? Habla ya.

– Yo...no sé si era real o no...pero...él dijo que su nombre era: Rue...Ryuzaki Rue.

– ¿Ryuzaki Rue? –repitió, con sorpresa.

– Se acabó el tiempo –la tomó del brazo.– Camina.

Otro guardia se acercó a ella y la tomó del otro brazo, la giraron 90° y la obligaron a caminar. Tn giró la cabeza hacia Davis, quien la observaba desde su celda.

[Días después]

Tn fue sacada de su celda y de aquella prisión, para ser llevaba ante un tribunal para un juicio para la apelación de su libertad condicional. Este juicio, por obvias razones, se llevaría a cabo en secreto de los ciudadanos, para no alterar a nadie ni tener a la prensa con sus narices metidas en el tribunal, mucho menos los amarillistas.
El juicio dio comienzo, con sólo un tribunal autorizado, unos guardias de ADX y del lugar, un grupo secreto de psiquiatras a quienes habían puesto a estudiar el caso y, claramente, la reclusa, quien también era su propia abogada. Watari también estaba allí, junto a una mesa donde había dejado su laptop, en la cual se mostraba la típica letra L negra sobre el fondo blanco, pues el detective estaría al tanto del juicio.

– Señorita Abbott, ¿Está usted consciente de que esta apelación no debería ser llamada hasta pasados 30 años de su condena?

– Sí, Su Señoría –asintió, seria.

– Sin embargo, aquí estamos –suspiró.– Sólo accedimos a llevar este juicio a cabo porque un hombre tan respetado de la ley como L lo ha pedido, y no a nosotros, sino al FBI, a la Agencia Federal de Prisiones y al Departamento de Seguridad Nacional.

– Lo comprendo, Su Señoría.

– Muy bien. Veamos –tomó las hojas que tenía frente a él y leyó.– Según esto, L requiere que usted sea liberada para poder ayudarlo en unos casos más –la miró.– ¿Es correcto?

– Es correcto, Su Señoría.

– ¿Podría decirnos cuál es este caso tan importante que requiere su libertad condicional?

– Es sobre un niño. El pequeño está...asociado a mí de cierta manera. Hace poco, durante el caso de Davis, se le pidió a L buscar al pequeño quien, al parecer, fue secuestrado del orfanato de donde vivía. Esto ocurrió en Inglaterra, es por eso que necesito mi libertad condicional, para poder viajar sin problemas, cosa que no se me permitiría con la tobillera que la ley me impuso cuando fui llevada ante L.

– Comprendo. ¿Qué relación tiene este...niño con usted, señorita Abbott?

– Es familiar mío. No lo conozco, pero compartimos ADN.

– Creíamos que usted no tenía familia.

– No directa, Su Señoría. Este niño...es alguien lejano, alguien del que no conocía absolutamente nada.

– Ya veo...

– Usted, y todos aquí presentes, tienen una idea de lo que podría ocurrírle a un niño que está solo, más si fue secuestrado así como así.

– Si es un niño secuestrado, ¿Por qué no se ha emitido la alerta Amber? Está vigente en el Reino Unido.

– Lo está, Su Señoría, pero por determinadas razones no ha sido emitida. Estas razones, tendrá que disculparme, no puedo decírselas –el juez levantó una ceja.– Primero, porque no las sé, dado que L no me ha dado esta información pues aún no trabajo con él –mintió.– Y segundo, porque es información confidencial de un caso que está actualmente bajo investigación de L; comprenderá que la información confidencial de un caso abierto no puede ser difundida así, menos a un país del que no tiene nada que ver, pues le recuerdo que esto sucedió en Inglaterra.

– ...Está bien, lo comprendo –acomodó sus lentes.– Volviendo al tema de su libertad condicional...señorita Abbott, usted es completamente consciente de los crímenes que ha cometido hace un año, ¿Verdad?

– Lo soy, Su Señoría –asintió.– Y admito mi culpabilidad, como también demuestro mi arrepentimiento ante lo ocurrido –mintió.– Además de ello, me gustaría realmente trabajar en el caso de este niño desaparecido. Su Señoría, me encantaría poder remendar mis crímenes y fallas ante la sociedad, y creo que trabajando para la justicia es la mejor manera; tal vez no llegue a ser perdonada del todo, pero al menos tendré la consciencia tranquila de que "lo intenté".

– ...

El tribunal comenzó a murmurar entre sí. Tn sonreía internamente, era tan inteligente que sabía exactamente cómo usar las palabras para que las cosas terminasen como ella quería y poder salirse con la suya.
Tras una charla de los tribunales, el juez aclaró su garganta, volvió la vista a la joven convicta y luego miró a los psiquiatras.

– Señores, me gustaría oír el resultado del estudio de la psique de la señorita Abbott.

– Sí, Su Señoría –asintió quien estaba a cargo del grupo.– Hemos estudiado el caso de la señorita Abbott, lo que hizo, su comportamiento actual e incluso hemos podido hablar con ella.

– ¿Cuál ha sido el resultado, Doctor?

– La señorita Abbott no tiene ningún desorden mental, ella está completamente cuerda. Si bien lo que ella hizo no es digno de una persona relativamente normal, ella no es insana mentalmente.

– ¿Creen que la señorita Abbott es peligrosa?

– Actualmente...no, Su Señoría. La señorita Abbott fue una persona peligrosa durante lo que duró su carrera criminal, actualmente y, tras un año de terapia, hemos concluido que la señorita Abbott está más tranquila y puede dejar de considerarse una persona peligrosa. Claro, aun así debería tenerse cuidado cuando se enfade, pues, si bien no es una persona impulsiva y/o agresiva, podría cometer algún crimen si llega a enfadarse.

– ¿Creen que sería correcto otorgarle la libertad condicional?

– ...Sí, Su Señoría. Pero creemos, personalmente, que debería estar bajo vigilancia por un tiempo determinado; tal vez entre unos 8 meses a un año, un poco más si es necesario.

– Comprendo –acomodó sus lentes.– El Tribunal agradece los servicios del equipo de psiquiatras –miró a la chica.– Señorita Abbott, si este Tribunal accede a darle la libertad condicional, debería usted quedar bajo el cargo de alguien de confianza, al menos por un mínimo de 9 meses.

– Lo entiendo, Su Señoría.

– Bien –miró hacia la laptop.– Detective L, me gustaría oír de usted... ¿Cómo se ha comportado la señorita Abbott en lo que duró la investigación del caso Davis?

– Sí, Su Señoría –dijo la distorcionada voz de L.

Apéritif Sucré 🍴 L LawlietDonde viven las historias. Descúbrelo ahora