Capítulo 4- Hablar un poco MÁS.

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—Háblame, por favor. ¡Di algo!Me desesperas y a mí amigo también —señalé al gato con la mirada. Siendo sincera, ese silencio me desesperaba bastante.

Él siguió, con su posición indescifrable. No sé sí está triste, feliz, enojado o lo que sea. No tengo idea.

Es peturbador el silencio, quería llorar de la rabia. ¡Yo qué sé porqué estaba ahí conmigo!¿Y sí me quería llevar con él?
O sí realmente era quien buscaba...

—¿No dirás nada?Bien, pero vete entonces —él alzó las cejas, parecía preocupado, pero a ese punto ya estaba frustrada.

Y había olvidado mi plan. Así que estaba aún más frustrada.

Me recosté en la cama, con la vista en el techo. Espectro estaba a mí lado y mi gato había aprovechado para ir a su cama.

Él se acercó más, al principio me mantuve tranquila, pero luego me asusté.

Estaba de la misma manera que cuando me colocó la mano en la cara para dormirme.

¿Y sí les digo que hizo exactamente lo mismo?

No sé en qué momento me dormí o sí es que realmente me dormí y no me drogaron.

Desperté con una sensación extraña en la garganta. Era como sí me hubieran hecho una cirugía y la anestesia no se iba.

No podía hablar, lo intenté varias veces y no pude. Caí en cuenta, unos segundos después, de que alguien me abrazaba.

Y quien me abrazaba era aquel ente de orbes carmesí, de expresión indescifrable y en posición posesiva. No era su objeto.

—Sueltame. Te golpearé sí no lo haces —demandé, me obedeció y soltó. La sensación desapareció, así que supuse que era por su aura.

Todo estaba exactamente de como lo dejé el día anterior, a excepción de que mi gato estaba en mis pies y Espectro me abrazaba hasta unos segundos antes.

La hora de ir al colegio se había pasado hace bastante. Una falta más y perdía el año, todo el esfuerzo logrado hasta ese momento se iría a la basura. Junto con mis ganas de vivir.

—¿Por qué no te habías...? —No logré terminar de formular la pregunta, él ya se había esfumado. Suspiré frustrada.

Se había visto tan humano, tan real y atractivo, no sé porqué no me había dado cuenta antes. Era una ecuación de lo más difícil, no podía hallar a la incógnita: porque me visitaba todos los días y no hablaba.

Claro que, ¿Qué espíritu normal le habla a su víctima?Ninguno.

      💐🗣

Al día siguiente, no había podido pegar ojo en toda la noche. Y por la mañana, tenía bastantes ganas de dormir sobre mi carpeta escolar y despertar para la hora en la que Espectro aparecía.

Literalmente parecía un zombie. Con el uniforme desaliñado, el cabello recogido en un moño despeinado, ojeras violaceas bajo mis ojos y cara de pocos amigos.

La primera reacción de Aaron había sido ayudarme a enseriarme y emprolijarme. Me acomodó el uniforme y cabello. Se lo agradecí internamente

A pesar de que a veces era un pesado, siempre había sido buen amigo conmigo. El único amigo que tuve, después de la Muerte de las gemelas Adams.

Las gemelas Adams habían sido mis mejores amigas desde la infancia, lamentablemente hace tres años habían fallecido. Pobre su hermana, Lisa Adams, sufrió bastante la pérdida.

Incluso más que yo. Y parecía que sus hermanas no le importaban en lo más mínimo.

Mi actitud esa mañana había cambiado,  al menos Aaron me lo había regañado. Por mi parte, no percibí ningún cambio en mí.

Excepto por una extraña felicidad que sentía y sin razón.

Lo argumenté con que vería a mí madre luego de un tiempo. Debía ser eso de seguro.

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Las tres de la mañana, la habitación estaba sumida en un silencio cortante como el filo de una daga.

No ha aparecido. Me desilusioné un poco.

Me levanté de mi silla y fui a buscar un vaso de jugo de ananá. Mientras me servía el jugo en un vaso, me quedé pensando.

¿Y si le pasó algo?

—Nada —habló alguien atrás de mí y por poco tiré el vaso al suelo. Me había asustado.

Desde que lo había comenzado a ver, sentía más miedo, estaba más alerta y todo me asustaba. Me irritaba con facilidad y golpeaba a los demás.

—¿Qué horas de llegar son estas?Vete, no te quiero aquí —formulé como pude.

—¿Molesta? —su voz sonó en un susurro. En mí oído.

—Dime porque carajo estás aquí.

No respondió, ni siquiera estaba cerca de mí. Ni siquiera estaba en la misma habitación, al parecer se había marchado a mí habitación y se negaba a hablar sobre el tema.

¿Qué tenía yo?

¿A quién me parecía que venía junto a mí y a veces parecía feliz?

Lo seguí, respirando agitada para calmar mi enojo. Estaba en un momento en el que tiraría y rompería todo, no debía dejar que pasara.

Mi felino le maulló en forma de saludo y se fue a su cama.

—Hagamos un trato —propuse y él volteó, curioso—. Sí vas a venir sólo para verme, vete. Sí no es así, háblame. Prometo ayudarte en lo que necesites.

Lo vi asentir.

Había ganado.

O quizá no.



Espectro (Completa | Sin Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora