"EXÁMENES"

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Estoy en mi salón con todos los apuntes esparcidos por la mesa. Estamos a una semana de exámenes, y aunque Sabrina y mis compañeros parecen estar tomándoselo con demasiada calma, yo prefiero ir preparada para lo que sea.

Escucho el timbre de mi puerta sonar y me levanto para ir a abrir algo extrañada. En cuanto la abro y veo lo que hay frente a mi, se que nunca debí haber abierto la puerta... no cuando mi mejor amiga esta con una sonrisa de oreja a oreja junto a toda la clase tras ella.

- NO

- O vamos Karina!!! porfiiii eres la única capaz de ayudarnos a estudiar... porfiiii

- No, tendrían que haber empezado hace semanas y no dejarlo todo para ultimo momento.

Sabrina y la clase me hacen pucheros y yo suspiro mientras dirijo mi mano a la frente.

- ¿Que os pasa?

Me giro al escuchar la voz de mi vecino, Stephen, desde su puerta vestido con un solo pantalón de chándal, dejando todo su torso a la vista, haciendo que Sabrina y las otras tres chicas babeen por el.

- Me están pidiendo que les ayude a estudiar... pero no puedo ayudarlos a todos... no me da la vida.

- En ese caso, déjame ayudaros, yo puedo encargarme de la mitad y tu de la otra mitad.

Me planteo su propuesta... si acepto ayudarlos a todos y dejar que Stephen me ayude... significa que tengo que dejar a todos entrar en mi casa... en mi zona intima y el único lugar donde puedo refugiarme.

Noto una mano posarse sobre mi hombro, Sabrina me mira con una sonrisa y acabo suspirando cansada.

- Bien, entrad... pero como toquéis algo u os metáis en habitaciones ajenas, me vais a escuchar.

Todos entran y empiezan a acomodarse. El ultimo en entrar es Stephen, quien pasa por mi lado y para mi sorpresa, me acaricia la cabeza con una sonrisa de lado en el rostro.

- Vamos profesora, los alumnos esperan.

Me río restando importancia a la caricia en la cabeza que me ha dado hace unos segundos.

Tal y como hemos acordado, me encargo de una mitad de la clase mientras Stephen se encarga de la otra mitad. A decir verdad, pensaba que tendría que explicarlo todo, pero lo único que les falta es aclarar conceptos.

Consigo sacarlos a todos antes de las 8 de la noche... después de que me agradecieran y me hicieran miles de promesas que seguro olvidarían, cerré la puerta exhausta.

Me dirijo a la cocina y me pongo un vaso de agua. Empiezo a beber del vaso tranquilamente cuando de repente noto unas manos colocarse en mi cintura, haciendo que casi me ahogue con el agua y que tosa descontroladamente.

Una risa masculina inunda mis canales auditivos. Stephen se ríe tras de mi debido seguramente al susto que me ha pegado.

- Idiota, no vuelvas a asustarme así.

- Admítelo... ha sido divertido.

Lo miro de reojo y me lleno de nuevo el vaso de agua.

- Ya puedes apartar tus manos de mi cadera.

Para mi sorpresa, Stephen se acerca mas a mi y abraza mi cintura mientras apoya su cabeza en mi hombro

- No quiero

- Stephen, o me sueltas o golpeare tu bonito rostro.

Le veo asomar una sonrisa y noto como poco a poco se aparta de mi. Por desgracia, en vez de soltarme y dejarme, hace que me de la vuelta y me acorrala contra la encimera quedando cara a cara con el. Mi mirada sube a sus ojos y le fulmino.

- Adelante hermosa... inténtalo.

Lo hago sin pensármelo dos veces. Estrello mi puño contra su mejilla haciendo que se aparte debido al impacto. Me mira sorprendido mientras lleva su mano al lugar golpeado.

- Primero, no vuelvas a decirme hermosa, y segundo, deja de jugar a provocarme porque acabaras muy mal.

Vuelvo a beber de mi vaso de agua mientras aguanto su mirada arrogante y su mini sonrisa en los labios.

- Sabes que puedo denunciarte?

- Adelante, hazlo.

Le aguanto la mirada incluso después de ver como se acerca de nuevo a mi y vuelve a acorralarme.

- Donde boxeas?

- Eso no te importa

- Me importa si quiero ayudarte a seguir entrenando.

Le miro confusa y el sonríe sin enseñarme los dientes.

- Conmigo deja ya de fingir algo que no eres... 

Me cruzo de brazos mirándole

- No se de que me estas hablando

De repente siento como me carga sobre su hombro fácilmente y me lleva hacia mi salón. Una vez allí, se sienta y a mi me hace sentarme en sus rodillas. Estoy incomoda así que intento con todas mis fuerzas salirme de su agarre, pero no lo consigo ni a la de tres.

- Sabes perfectamente de lo que hablo, conmigo déjate de sonrisas practicadas o de dobles caras. Se que haces boxeo desde hace bastante, y me lo has vuelto a demostrar con el gancho que me has dado antes, y se que tu verdadero yo no es la que enseñas en la universidad con la sonrisa siempre adornando tu rostro, así que conmigo no finjas.

Resoplo y me cruzo de brazos indignada por su insistencia.

- Bien, dejare de fingir contigo, ahora suéltame pedazo de...

Antes de que pueda acabar la frase noto como soy cambiada de posición hasta encontrarme estirada en mi sofá con el encima.

- Pedazo de que?

Porque demonios este maldito dios griego tiene que dejarme en posiciones incómodas?

Desvío la mirada y no le contesto. Su elevación mínima de la comisura de los labios me cabrea demasiado. Se incorpora dejándome en el sofá y se dirige a la puerta.

- Pasare a buscarte mañana para ir a la universidad, no acepto un no como respuesta. Buenas noches Karina.

Le veo irse y cerrar la puerta. Ahí me digno a mirar al techo y a dejar que mi corazón se desborde y la sangre se aglomere en mis mejillas.

- Pedazo de estúpido...

Cierro los ojos y no puedo evitar sonreír.

No huyas *1*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora