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Eros dio un portazo y bajo a su despacho molesto, ella era una niña, una bebe para él. Era hermosa, frágil y humana. Toda de él, con algo de rebeldía, «pero se puede controlar» pensó, aunque sinceramente estaba equivocado...

Mujeriego, millonario y guapo, el hombre perfecto para cualquier mujer del mundo, encantadas se le tiraban a sus brazos.

—Escuche gritos— Leandro, su hermano y confidente, apareció en el despacho— ¿Ya te hizo perder la cordura?— se burlo y Eros lo miro serio, él tenía claro lo que quería.

—Cree que tiene el control de su vida— dijo— Se nota que es una niña inocente, cree que puede vestirse como quiera y pasarme por encima, aún sabiendo que soy su mate y Alpha— con tan solo pensar en alguien observando su cuerpo, se le subían los colores, era molesto que vieran lo que era suyo— Si eso es ahora, ¿cómo será cuando sea mayor?— dijo y se visualizó a una Mariam mucho más hermosa que ahora, perfecta.

—Eros, es una adolescente y no tienen las mismas costumbres que nosotros— dijo Leo, quién ya estaba más que loco por su compañera.

—Ya sabes cómo soy. Me gusta controlar todo, y puede que haya sufrido por ella pero eso no significa que cambiare del todo, o eso quiero creer, no— dijo nervioso, solo la quería a ella, solo deseaba a ella.

—El karma existe— aclaró Leandro.

—Mjm, gracias por advertir— dijo ignorando su comentario— Ahora ayúdame a pensar en cómo convencer a Abbey de que las chicas se queden en la manada— ambos se pusieron a pensar en cómo Mariam y Beatrice podrían quedarse a su lado.

Con Mariam, se había deslizado por la pared terminando en el suelo, su mirada fija en la nada ¿sería siempre así? ¿Él controlaría todo?.

La manilla comenzó a moverse, y luego de un gran golpe una fiera molesta entro a la habitación.

—¡Es que lo mato!— gritó Abbey— Debí pensarlo mejor, ¿como se le ocurre hacer esto? ¿A su propia Mate?— dijo como si su hija tuviese la respuesta, abrazo a su hija.

—No lo sé, solo discutimos por que quería ir en short por ahí— dijo ella algo bajo, aún se sentía intimidada.

—Vamos, es un maldito arrogante— salieron de la habitación, esperaba que no intentara nada.

La llevo a una de las salas de la mansión, Mariam era su pequeño tesoro, y nadie podría lastimar lo. Abbey había llegado con Ryan, quién estaba con Bea hablando, luego de contar lo sucedido empezó un debate de si sería mejor llevarse a la futura Alpha o dejarla en brazos de Eros.

Eros y Leandro salieron del despacho, y fueron a donde provenía el olor de sus mates. Para Leo, un olor a coco y vainilla; para Eros un olor a tierra mojada y menta, algo que amaba al igual que los días nublados para pasear.

Abbey se colocó de pie en cuanto vio a Eros.

—¿Cómo pudiste? Es una niña y puede vestirse como quiera— y tal vez fue así como recordó como estaba vestida ella, mostrando lo que era suyo.

Personalmente le daría igual, pero ella, ella solo le pertenecía a él.

—Te dije que no salieras— dijo serio, su tono común y aquella mirada afilada, miro a la chica, tenía pánico al verlo ahí y aún más, si estaba molesto— Sube a la habitación Mariam— sumisa, ella no lo era y ese era el único fallo de la Diosa Luna, del resto sería ideal para él.

—Se irá conmigo, no es tu sirvienta ni esclava— Abbey estaba seria mirándolo, tal vez él exageraba ya que era obvio que Mariam alguna vez usaría cosas cortas pero con que alguien más la mirara...

—No, se queda. Me da igual lo que digas es mi Luna y mi manada es más fuerte que la suya, y si quiero hasta puedo eliminarla para siempre— dijo serio.

Se arrepintió al ver cómo se ponía igual de pálida que una hoja de papel.

—¿Y lo harías? Solo por que no quiero quedarme— pregunto— ¿Solo por que no quiero hacer lo que tú dices?— preguntó pero no obtuvo una respuesta, su voz era un murmullo ahogado.

—Si, lo haría. Tenme respeto soy tu Alpha y tu mate— dijo Eros mirándola.

—Entonces también respétame, yo soy hija de una Alpha y tengo el mismo rango que tú, así que hago lo que quiera y no me puedes obligar— las lágrimas querían salir de la impotencia, no se echaría para atrás.

—Lo haré si sigues mis órdenes— sus miradas ardían, jugaba sucio.

—No soy una muñeca a la que puedas manejar a tu antojo, ni mucho menos chantajearme— era pequeña a su lado.

—Sigue mis órdenes— dijo pausadamente, el resto presenciaba la escena.

Sus ojos se llenaron de lagrimas, se molestó consigo misma. Lo miro enfurecida, una lágrima se escapó y la seco agachando el rostro.

—Quiero irme— susurró, Eros se tensó y apretó la mandíbula.

—Mariam, cariño, nos vamos— dijo Abbigail— Sube a la habitación y busca tus cosas— Abbey retó a Eros con la mirada.

Ella subió escaleras arriba, buscó las pocas cosas que tenía mientras ambos Alphas intercambiaban miradas peligrosas.

Abbey lo miró apenada— Nos iremos a Luna Fuerte, déjala que tome esto con calma Eros. Es una niña aún— dijo y él negó, y apretó los puños dejando sus nudillos blancos.

—Es... Mía...— rugió, Abbey negó.

Se despidió de Beatrice y junto con Ryan comenzaron a salir de la mansión, Mariam bajo las escaleras con el bolso y se encontró con la mirada dolida de Eros.

—Mariam...— susurró viendo como ella se acercaba a la puerta manteniendo sus miradas conectadas— Quédate...— se atemorizó como se oyó su voz, parecía que la iba a perder, que no la vería jamás.

—Yo... lo siento. Hasta luego Eros— susurró, sacudió su mano despidiéndose de Bea y Leo, miro por última vez a Eros y salió de la mansión.

«Iré por ti» pensó el Alpha de la Manada Luna Real.

ALPHA EROS +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora