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EROS

Sentía que tenía todo el mundo en mis propias manos, aunque solo le estaba tomando la mano a una chica menor que yo y que conozco hace poco, pero está me hacía sentir completo.

Antes no creía en las relaciones de mates, pase mi adolescencia y primeros años esperando a mi pareja y como nunca la encontre no force las cosas, aunque pensé que no tenía una, y me concentre en mi manada, tal vez por eso era una de las más fuertes.

Salimos tomados de las manos, me sentía completo, ella en serio era la indicada, todos estos años he estado con muchas mujeres pero ella... ella es la que necesitaba.

—Vamos— dije sin soltarla.

Una vez a fuera vi a algunos de mis hombres y a Daniel, el esposo de Zara y padre de Bryoni.

—Alpha— dijo Daniel serio, Mariam apretó mi mano.

—Daniel— dije igual de serio, ya sabía por donde venía esto.

—¿Donde está mi esposa y mi hija? ¿Y por qué carajos había personas en mi casa?— pregunto casi gritando y lo mire repobratoriamente.

—Tal vez... ¿por qué maltratas a Zara delante de tu hija?— dije irónico.

—No es su problema. Además usted que sabría de mates si jamás tuvo ninguna— exclamó, apreté mi mandíbula.

—¡¿Que falta de respeto es esta!?— chillo mi madre, Leigh no sabe cuándo callarse.

—Estoy en mi derecho, no tienen pruebas— se defendió Daniel.

—Paren, no creo que debamos hablar sobre esto en la puerta de la manada y decir cosas por decir— hablo Mariam.

—¿Y tú quien eres? Una niñata— dijo Daniel.

Mariam suspiro.

—Creo que la niñata serías tú al pegarle a la mujer que estás destinado a amar— se defendió.

—¡Mariam!

—¿Que? Es cierto

—Vamos adentro— Abbey la tomo por el brazo, ella se quejó pero le solté la mano y Abigail la arrastró adentro de la mansión.

Suspire, teníamos pruebas, el testimonio de Zara y su hija, Daniel no sé salvaría. Lo mire retadoramente, mi mate tenía razón, no era algo que debíamos hablar en toda la calle.

Le hice una seña con la cabeza a mis hombres, quienes hicieron pasar a Daniel a mi despacho.

—Zara y Bryoni me han dicho que le pegas, y mostró algunas marcas, ninguna de las dos se merece ese trato— dije serio.

—No sabe nada. Mis problemas no le incumben, además ¿usted no es un machista del siglo XVI?— «excelente pregunta» se burlo Lee, mi lobo.

«Lee...» le advertí.

Suspire, miré fijamente a Daniel.

—No tiene nada que ver— dije serio— Las personas cambian... Y yo lo hice— bien, estoy en eso— Yo no tengo nada que ver con tu esposa y hija, lo hablaremos delante especialistas— dije sin ánimos, no es la primera vez que pasa.

—Entonces dígame dónde está mi esposa y mi hija— dijo o más bien exigió igual de serio.

—Zara no quiere verte Daniel, y hasta no se arreglen bien las cosas, no las veras— dije — O al menos a solas, si se llegan a ver estarían mis hombres— agregué, me lanzo una mirada matadora, aunque no me afectó.

Hice una seña y retiraron a Daniel de mi despacho, acabo de posponer un problema de tantos.

La reunión anual de manadas sería en un par de días, me recosté en la silla y gire en ella viendo el paisaje del gran ventanal. Era una gran vista de la manada, todo mi esfuerzo y orgullo.

ALPHA EROS +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora