CAPÍTULO 1: Una vida... peor que la muerte

2.4K 105 6
                                    

   Y me desperté, así, sin más, sin trampas ni trucos, todavía recuerdo esa sensación de vacío que recorría mi interior cuando desperté en esa celda de aquel asilo. La celda estaba sucia, habían cadáveres de ratas por todos lados, musgo, y un olor a muerte que únicamente hacía entumecer mi cuerpo. Lo que pasó después todos lo saben, supongo que oyeron hablar de mí, la leyenda viviente, el no muerto elegido, el nuevo señor de la luz solar. Sin embargo, cuando cuentan mi historia, siempre erran en cuanto a los acontecimientos que ocurrieron después, así que he decidido escribir este libro para aclarar todo esto de una ves por todas.


Cuando volví en mí mismo, quise hablar, pero no podía, quería pensar, pero no lo lograba con claridad, era una tortura la impotencia que sentía en ese entonces, nunca supe cómo explicar esa sensación, no era un humano, no era un monstruo y tampoco estaba muerto, entonces ¿Qué era? ¿Quién era? ¿Por qué estaba encerrado en estas condiciones tan deplorables? Tantas dudas, tantas preguntas que de seguro jamás podré responder. Mis brazos estaban horriblemente delgados, mi cuerpo deforme, y una pequeña joroba se estaba formando en mi espalda, tenía una túnica negra y un pantalón corto, roto y negro. Mi aliento era mórbido, nefasto y asqueroso, mi mirada se nublaba a cada rato y mi piel estaba arrugada y desgastada, con un color rojizo, como un trozo de carne cruda. Era obvio que habían pasado años, décadas, e incluso siglos sin comer y en completa soledad, y tal ves siga así por muchos más, quién sabe, después de todo, no recuerdo ni mi nombre ¿Por qué debería seguir viviendo? Si es que a todo esto se le puede llamar "Vida".
Y mientras tenía un ataque de pánico, simplemente cayó del techo, por una ventana que ni había notado de lo anonadado que estaba. Toda la angustia e impotencia que sentía, se intensificaron cuando ese cadáver horrendo, gris, podrido, y desnudo cayó enfrente mío. Me quedé helado observándolo por unos segundos, y en ese tiempo noté que tenía una llave atada en el cuello. Quise levantarme, pero me detuve cuando ví con mis ojos podridos una sombra en el piso que se asomaba por esa ventanilla. Era un caballero, con una armadura plateada y pesada, con un escudo en la espalda y una espada en su cintura. Tenía puesto un casco con un diseño elitista, por lo cuál no pude ver su cara, pero aún así, yo sabía quien era él, toda mi insignificante vida lo supe, el fué el que arrojó el cuerpo, el fué el que colgó esa llave en él, y el responsable de que esté condenado a pudrirme en esta celda.

Dark Souls: El Nuevo Señor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora