CAPÍTULO 14: Reconocimiento

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Apenas toqué con mis pies el pasto que cubría casi todo el piso del santuario, sentí escalofríos, como si esto hubiese marcado un antes y un después en mi vida, al escuchar lo que el coleccionista me dijo, me di cuenta de algo, no soy nadie, ni tampoco lo fuí, no conozco absolutamente nada de este mundo fuera de lo que Óscar me dijo, no tengo buena armadura, mi hacha se está oxidando poco a poco, creo que ya es tiempo de actuar, de dejar de pensar y de cuestionar, así que me puse en pie, y me dediqué todo el día a explorar a fondo el santuario. Encontré varias cosas de lo más interesantes. Me encontré con unas bombas de fuego, las cuáles me guarde en un bolso, me encontré con una especie de martillo el cuál su masa poseía espinas metálicas, unos binoculares casi rotos pero funcionales, y por último me encontré a un hombre que me vendía unos papeles los cuáles el llamaba: "Milagros". Me explicó que está a punto de partir en una expedición a un lugar llamado las "Catacumbas" y luego: "La tumba de los gigantes". Al escuchar esos nombres mi sentido de la aventura se manifestó por todo mi cuerpo, pero sabía que en este estado no podría ir a ningún lado sin morir, así que me resistí a pedirle por favor si podía acompañarlos, también me explicó que está esperando a una chica misteriosa con túnica blanca, la cual es acompañada por sus dos compañeros, y me dijo que apenas se encuentren van a ir de aventura a esos lugares, que según él son muy peculiares. También me acompaño a la entrada a un cementerio, al cuál me recomendó que no accediese a menos de que quiera que me violen con penes esqueléticos, no sé a que se refirió, pero le seguí la corriente. Por último, me dió algunas monedas para que me compre algo de armadura, y cubra mi horrenda piel, según él, luego, se despidió. 

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