Se habían decidido por explorar Shibuya tranquilamente. O bueno, por que el castaño la explorase. No sabían de qué otra forma aprovechar su día libre.
No había que decir que para Sora, todo era motivo de curiosidad. Hasta un perro ladrando le llamaba la atención.
Hablando de perros, en aquel momento estaban frente a la estatua de Hachiko, y Sora hizo la pregunta del millón.
—¿Por qué se hizo esta estatua?
Shuto se quedó mirando la escultura por un momento, pensando en la mejor forma de contar aquel triste pero precioso relato.
—Hubo una vez una persona que se encontró un cachorro de Husky olvidado en el andén. Al principio no podía quedarse con el pequeño cachorro, y buscó a su dueño. Pero no lo encontraron nunca, así que empezó a colgar carteles por si alguien quería adoptarlo. Cuando lo iban a adoptar, el dueño ya le había tomado mucho cariño. Y lo llamó Hachiko.
》Así que Hachiko creció. Y un día, se escapó de casa para seguir justo detrás a su dueño a donde quisiera que aquel humano fuese. Y por mucho que él insistiese en que volviera a casa, el husky se volvía a escapar. Por lo que finalmente dejó de insistir. El dueño iba todos los días a la estación, y Hachiko comenzó a ir a esperarlo frente a la estación. Día tras día, año tras año.
》Pero el dueño murió un día, sin previo aviso. Y Hachiko, que no lo sabía y no entendía por qué su dueño no salía día tras día del andén, se quedó esperando. Y esperando. Día tras día. No había forma de llevar al husky a casa.
》Y claro, en un frío y duro invierno de los que hay aquí en Shibuya, y unido a la edad del husky, Hachiko murió. Esto conmocionó a todos los que conocían al perro, y en su honor, por lo fiel que había sido siempre y por la relación que había tenido con todos aquí, se le hizo esta estatua.
Shuto se sorprendió al ver los ojos aguados de Sora ante tal historia. Era cierto que a muchos le conmovía la historia, pero nunca había visto una reacción así por ella.
Aunque tampoco le sorprendió demasiado. Empezaba a conocer a Sora, y sabía que era un chico que se conmovía con facilidad.
Pero eso no era lo único que había hecho ponerse al chico sensible. La idea de aquello le hizo recordar a sus amigos. Se los imaginó esperándole, día tras día, en el muelle o en la palmera, esperando que apareciese allí y los saludase como si solo hubiese venido de unas vacaciones. Sin la certeza de si volverían a ver a su apreciado amigo. Y la historia, junto con su propio punto de vista, lo pusieron sensible.
Shuto ya sabía qué hacer cuando su compañero se ponía de aquella forma. Solo había que darle una gran y sincera sonrisa, animarlo y hacerlo pensar en otra cosa. Así que se lo llevó a uno de sus sitios favoritos.
Sora contempló curioso el sitio al que lo había traído. Molco. Pero no le dio tiempo a preguntar antes de ser arrastrado.
Se sorprendió al ver a tanta gente allí dentro, pero antes siquiera de poder preguntar, su amigo ya le estaba contando de qué iba aquello.
Tin Pin Slammer. El concurso favorito de Shuto. Se realizaba allí en Molco, aunque también se podía jugar siempre que se quisiese y hubiese alguien dispuesto a echar una partida. Le explicó las reglas rápidamente, apuntó a ambos en el concurso sin siquiera esperar respuesta de Sora y se marchó entre la multitud, dejando a un castaño confuso.
Al principio, entre los participantes de aquella mesa a la que había sido asignado, Sora era sin dudarlo el más torpe en aquello. Perdió sus dos primeros pines antes de siquiera haber pestañeado. Pero luego se puso serio, y en los siguientes minutos, había dejado por los suelos a todo el mundo, ganando en aquella mesa.
A su alrededor, la gente se quedó alucinando. Nunca habían visto a alguien volverse tan bueno de un momento a otro.
Pero Sora solo podía sonreír ampliamente, sintiéndose orgulloso, y pasó a la siguiente ronda. Aquí, solo perdió un pin antes de dejar a todo el mundo por los suelos.
Y así siguió hasta que llegó a la final. Entre los finalistas estaba Shooter. Sora le dio una de las más amplias sonrisas que le había dado desde que llegó a Shibuya, y esperó a que empezase la partida.
Una vez terminado el torneo, con Shuto como ganador —cosa que fastidió al castaño, quien de verdad querría haber ganado— siguieron en su camino para explorar la ciudad. La siguiente dirección que tomaron fue hacia Miyashita Park, que aunque no hubiese mucho por ver, siempre era un lugar agradable en el que pasar el rato, y un buen sitio como cualquier otro para dos almas donde echarse una siesta.
Pero había algo que traía intranquilo al castaño muchacho. No sabía identificar qué era, pero aquel sentimiento hizo que no pudiese descansar ni cinco minutos, a diferencia de su compañero.
Finalmente, harto de la tensión interna que sentía, se levantó sin dudarlo y miró a su alrededor, frunciendo el ceño.
Ahí fue cuando lo vio. Una figura encapuchada. Una gabardina negra como la de la Organización. Inmediatamente se tensó y echó su brazo para un lado por puro reflejo. Pero entró en pánico cuando recordó que no podía usar su llave espada.
—¡¿Quién eres?!—le inquiso, frunciendo el ceño.
El desconocido no le contestó en ningún momento. Simplemente se le quedó mirando bajo aquella capucha. Sentir su mirada ponía nervioso a Sora. Sabía que lo estaba analizando lentamente. Tomó uno de los pins de su bolsillo, intentando intimidarlo.
—¡¿Estás con los Reapers?! ¡¿Quién eres?!—le volvió a preguntar.
Finalmente, el desconocido se movió. Pero simplemente cogió uno de los dientes de león que tenía cerca, lo alzó y sopló. Sora frunció el ceño, y cuando parpadeó, aquel hombre ya no estaba.
¿Había sido una paranoia de su imaginación? ¿Lo había creado solo con el pretexto de que aquello no le podía estar resultando tan fácil?
No lo sabía. Y quizás eso era lo que más preocupaba al muchacho.
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7 Days Left [Post Kingdom Hearts 3]
Fiksi PenggemarATENCIÓN, SPOILERS MAYORITARIOS DEL JUEGO Y DEL FINAL SECRETO!! LEER BAJO RESPONSABILIDAD!! *** Sora despertó en una gran ciudad, desorientado. Sin saber cómo llegó hasta allí y siendo su último recuerdo el de él salvando a Kairi, sacrificándose por...