15.El viejo, la porrista ¿Y Darth Vader?

789 95 132
                                    

Narra Logan Lerman.

—Chicos, la peluca me da comezón. 

Rodé los ojos por quinta vez desde que estamos en el auto mientras que Lucas se golpeaba la frente con el volante.

—Nadie te mandó a comprar el disfraz de porrista.—aclaró mi hermano, imagino que estará planteándose dejar a Dean en los asientos de atrás.

Nos estacionamos detrás de McDonald's, justo a tiempo para la cita de Froy y Bianca. Durante el camino le seguía diciendo a Lucas que era una muy mala idea y que nos iban a descubrir, así que su brillante cabeza nos desvío a una tienda de disfraces para pasar desapercibido por el local.

Yo compré algo común: ropa de anciano, lentes y un bigote gris. Acompaño el atuendo con el periódico que le quité a mi abuelo esta mañana.

Por otro lado, Dean decidió usar uno de porrista—no me pregunten por qué.—y Lucas parece Darth Vader.

—Pero era el único que combinaba con mis ojos.—hizo un puchero muy ridículo, poniendo los pompones en su regazo.—¿Van a decir que no me veo hermoso?

—Si, eres la colegial más bella que existe.—dije para que cerraramos el tema. Lo conozco y sé que esperaba una respuesta así de alguno de nosotros.

Vi por el retrovisor como sonreía con picardía.—Todo listo, ya podemos entrar.

Dean salió primero del auto y se nos adelantó al establecimiento. Lucas se giró hacia mí.

—Juro que estoy así—hizo un pequeño espacio entre su pulgar e índice.—de llamar a Olivia para que se lo lleve.

—Te apoyo.—le di palmadas en el hombro y salí del asiento del copiloto.

Sorprendentemente, Lucas si pasaba desapercibido con su traje de Star Wars, pero no fue hasta que entramos al establecimiento que entendimos el porqué.

Había una fiesta privada con esa temática, el McDonald's estaba hecho un caos con niños correteando por todos lados, lanzando comida, golpeando al pobre payaso y haciendo llorar a la cajera.

—¡Chicos! ¡Por aquí!—Dean nos hacía señas con los brazos alzados para que nos unieramos a su mesa.

Cabe resaltar que una familia le miró feo por dos razones:

1) Se supone que es una chica y habla como hombre.

2) No se afeitó las axilas. Podrán imaginar la selva debajo de sus brazos.

No nos quedó de otra más que sentarnos con él, el local estaba que revienta por tanta gente que me resulta milagroso que podamos sentarnos.

—¿Pueden ver a Bianca?—les pregunté, también buscando con la mirada entre tantas cabezas.

—No, pero acabo de ver a una morena comiendose 5 helados y con el maquillaje corrido.—menciona Dean.—Eso es una clara señal de que terminó con el novio y necesita consuelo de este rubio.

¿Cómo le explicas a tu mejor amigo que va a morir solo?

—La encontré.—avisa Lucas. Rápidamente me giré a donde él está mirando.—Se encuentra sola en esa mesa.

¿Qué? ¿Sola?

Si, ella está sentada. Mi corazón hizo acto de presencia latiendo con intensidad dentro de mí. Bea usa el vestido rojo que compró esta mañana más una chaqueta blanca y sus tenis preferidos; su cabello cae en ondas al natural y está algo despeinado, usa maquillaje simple, muy sutil.

—Está preciosa.—murmuré, sin quitarle los ojos de encima.

—Recoje la baba que se te cayó.—se burló Lucas.

El mariquito de Logan | Logan LermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora