17.

222 10 26
                                    


Se escuchaba el tic-tac del reloj de fondo. El sudor cursaba su frente como si fuera la única fuente de agua para el mundo, pues se tomaba su tiempo para llegar al final del mentón. Sus ojos estaban dilatados y no dejaban de moverse de un lado a otro, y sus manos hace como media hora que no estaban conectadas a su cerebro y hacían movimientos extraños.

¿Por qué todos le estaban mirando? ¿Por qué la única persona que no le estaría matando con la mirada tuvo que retirarse a buscar ya ni se acordaba qué? ¿Por qué el mundo le odiaba tanto?

—Ehh... Yo...— los ojos de los presentes hicieron que cerrara su boca de inmediato. Si había algo que apreciaba –aunque no lo demostrara demasiado–, era su vida. Y a menos que quiera que esta se acabara, mejor mantener sus cuerdas vocales completamente silenciadas.

Nunca en su vida había sido parte de una situación así. Ya entendía porque le habían dicho que no se burlara de esas escenas en la tele, o el karma vendría.
Puto karma y puto quien lo hubiera inventado.

—Llévenla al sótano.— ordenó una voz femenina con autoridad, y sin que sus acompañantes perdieran tiempo, sus ojos se vieron tapados por una tela de color rojo, y su boca era amordazada con otra tela, imaginaba que blanca, como en las típicas películas.
Por más que trató, no podía replicar. Tanto sus manos como sus piernas pasaron a estar atadas, estas últimas a la silla en la que se encontraba su cuerpo sentado.

¡¿Sótano?! ¡¿Por qué le querían llevar a un sótano?!

Recordaba las últimas palabras de esa persona antes de irse.

—No te preocupes, todo va a salir bien.— pudo sentir como sus labios eran atrapados por esa persona, y solo pudo sentirse en el cielo. Esos labios eran el pecado que no dudaría en cometer una y otra vez.

Se separó, con miedo y nerviosismo, de quien amaba. —Pero... ¿y si no les caigo bien? Ya sabes, tal vez no me aceptan y- — sus palabras fueron calladas con otro beso.

—Eres un ángel. Seguro que les encantas. Además— vio como se ponía en modo diva y le sonreía giñando el ojo. —como mucho te harán preguntas básicas.— le volvió a besar, le abrió la puerta, abrazó su cuerpo con fuerza y luego se alejó. —Bueno, tengo que ir con Sickle. Siéntete como en casa.

No quería insultarle, pero... ¡¿en qué puto mundo esto eran “preguntas básicas”?! ¡¿Sentirse como en casa?! ¡Sí, claro!
Llevaban su organismo con violencia, como si se les olvidara que era un ser humano, y que además estaba atada a una silla.

Porque sí, ella era una persona y estaba básicamente siendo secuestrada por otras mujeres.

Una vez dejaron de moverse, la dejaron en un lugar algo iluminado, y con fuerza le quitaron las vendas de la cara, permitiéndole al fin ver y hablar.

—¡¿Qué se supone que hacen?! ¡¿Por qué me tratan así?!— dijo molesta, olvidándose por unos momentos que estaba aterrorizada.

Nadie le respondió.
Su única compañía eran el silencio, la luz que alumbraba con tortura su cara, y la silla en la que seguía amarrada. Ah sí, y un grillo.

—¿Ho-Hola...?— preguntó, ahora un poco más calmada, y sobre todo, asustada. Todo a su alrededor estaba completamente oscuro, además que sentía el viento frío que hizo que su piel se pusiera en modo gallina. Sus manos atadas no paraban de sudar y su corazón se aceleraba más y más. ¿Dónde estaba...? De repente, se oyó un paso, que resonó en la habitación, como si no hubiera nada más que ella y la persona que acababa de moverse. Otro paso más, haciendo más eco. A esos pasos, se le agregaron otros más, y al juntarse todos se volvieron muchos que estaban atormentándola, pues se acercaban cada vez más a ella. Listo, era su fin.
Entonces, una luz se hizo presente, iluminando un sector en forma de círculo de gran tamaño, además de un fuerte golpe en una mesa que no notó justo frente a sus narices. No evitó que un grito se escapara de sus labios, cortándole la voz.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 05, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Desmadre Con Evillious Donde viven las historias. Descúbrelo ahora