Capitulo 2: Ella

1.2K 41 1
                                    

3 días después. Madrid, España.

Nada más bajar del coche suspiré y cerré los ojos. "Nada como respirar el aire contaminado de Madrid" pensé. Volví a abrirlos para fijar la vista en como mi padre bajaba las maletas del coche. No llevaba ni quince minutos aquí y ya quería marcharme. Joan, que quiso venir a Madrid para acompañarme, bajó algunas cosas que aún quedaban en el maletero. Comencé a caminar pero noté como mis piernas temblaban, era lo más normal después de más de tres horas sentada en el coche o, tal vez, por los nervios.
Varios adolescentes fumaban en la entrada a la vez que se reían de alguna anécdota del verano. Cuando entré en el edificio miré en el papel la habitación que me habían asignado y, sin mediar palabra con mis padres, avancé por los largos pasillos.
Volví a mirar el papel tras quedarme parada frente a una de las puertas entornadas y levanté la mirada para fijarme en el número de la habitación.

— Es aquí. —Dije finalmente.

Llamé a la puerta antes de adentrarme a la habitación y esperé unos segundos esperando una respuesta del interior.

— Adelante.

Asomé la cabeza por la puerta y le dediqué una suave sonrisa a la chica que allí se encontraba.

—Hola, creo que soy tu compañera de habitación.—Solté una leve risa fruto del nerviosismo y la chica sonrío ampliamente.
—Mantekón. Pasa, pasa. —Se levantó como un resorte de la cama y avanzó rápidamente hasta mi posición para después coger mi mano y tirar de ella.— Soy María, pero vamos que si quieres puedes llamarme Mari o... no sé, cómo tú veas.

La chica parecía contenta con mi presencia y eso hizo que mis músculos que hace unos minutos estaban en tensión se relajasen.

— ¿Alba? —La voz de mi novio me sacó de mis pensamientos y me acerqué hasta la puerta para indicar a mis padres y a Joan que pasasen.
— María. Este es Joan, mi novio. Y estos son mis padres, Miguel Ángel y Rafaela.
— Pero puedes llamarme Rafi. —Se apresuró a decir mi madre.

María estalló en carcajadas al ver mi cara roja tras el comentario de mi madre y se presentó.

—Me ha caído genial tu madre, enserio.
"Si tu supieras" pensé dedicándole una falsa sonrisa.
— Cariño, ya nos vamos.—Dijo su padre dejando mis maletas sobre la cama.
— Os acompaño fuera.

Salí del edificio y me despedí de mis padres. Solté un leve suspiro al ver como se alejaban y noté la mano de Joan sobre mi hombro.

—Todo va a estar bien.—Dijo con su impecable sonrisa.
—Ya...bueno, supongo.—Dije encogiéndome de hombros.

Joan acortó la distancia que quedaba entre nosotros con un abrazo y no pude evitar sonreír.

—Te quiero.—Murmuré rozando sus labios.
—Y yo a ti.

Pegué mis labios a los suyos y los moví lentamente a la vez que colocaba mis manos en su pelo. Cerré los ojos y disfruté del beso. Todo iba bien hasta que noté una intensa mirada clavada en nosotros. Abrí los ojos lentamente sin interrumpir el beso y mis ojos chocaron con unos penetrantes ojos café.
Era una chica morena, alta y con varios tatuajes en sus manos en los que destacaba una mandala en su mano derecha. Fumaba a la vez que nos miraba y mostraba una sonrisa cínica. "Que morbosa" pensé y separé mis labios de los de Joan. Le acaricié levemente las mejillas y sonreí. El sonido del claxon retumbó por toda la zona y le miré.

—Te están esperando.—Le dije mirando el coche de mis padres.
—Si, ya me voy.—Dejó un último beso en mis labios y sonrió.— Adiós
—Adiós.—Dije mirando como avanzaba hasta el coche.

Suspiré y me giré para volver a mi habitación, pero de nuevo sentí la mirada de la morena en mí. Le miré elevando una ceja.

—¿Qué?
—Como que qué, eso debería de preguntártelo yo a ti. Que miras tanto.—Dije molesta por su tono.
—¿No puedo mirar lo que me gusta o qué?
—Te gusta ese rollo de mirar a dos personas besándose o como va la cosa.
—Yo no me estaba refiriendo a eso.—Dijo llevándose de nuevo el cigarro a la boca.
—Enton...—Noté como me ardía la cara. Lo acababa de pillar.—A qué viene esto

La morena se encogió de hombros y expulsó el humo de su boca mirándome.

—Yo solo te he dicho que me gustan las vistas.
—Ni siquiera me conoces para hacerme un cumplido.
—Perdona, no sabía que había que conocer a una persona para hacerlo.

Maldije en susurros y me adentré de nuevo al edificio. Volví rápidamente a mi habitación y cerré la puerta tras de mí.

—Hola de nuevo.—Dijo María con una sonrisa.—¿Ya te has despedido de tu churri? Es guapísimo por cierto.

Reí ante el comentario de María y asentí.

—Si, también me he encontrado con una chica que estaba en la entrada. ¿Te puedes creer que me ha lanzado un piropo sin conocerme?

María estalló a carcajadas y yo fruncí el ceño.

—¿Que tiene tanta gracia?
—Tu comentario. Tía, es normal que te hagan cumplidos, ¿tu te has visto? porque estás...
—Vale, vale, vale, ya me ha quedado claro.—Interrumpí a María.
—Y...¿quien era la chica?
—No lo sé, estaba besando a Joan y ahí estaba mirándonos. Era morena, alta, con algunos tatuajes en las manos, llevaba una mandala en su mano derecha y...
—¿¡Natalia!?—Interrumpe María.
—Mari, no sé cómo se llama yo solo...
—¡Que fuerte, que fuerte!—Volvió a interrumpir.

Suspiré pesadamente y me senté en la cama.

—Eso que es,¿bueno o malo?
—¡Buenísimo!—Respondió eufórica.



Bueno pues aquí os dejo el segundo capítulo. Tal vez esta noche suba otro, pero no lo sé seguro. Espero que os guste. ¡Nos seguimos leyendo! :))

Hoy noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora