Capitulo 18: Confesiones

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Natalia conducía sin apartar la vista del frente, escuchando todo lo que le estaba contando sin perder detalle, haciéndome preguntas de vez en cuando. Apoyé la cabeza contra la ventanilla y la vi por el reflejo, mirándome.


- No apartes la vista de la carretera.-Dije sin despegar la cabeza del cristal.


La suave risa de Natalia resonó por todo el coche, risa la cual me contagió. Me encantaba su risa. Aunque se riera como un morsa.


-Me tienes bien vigilada, princesa.

-Un poquito nada más.


Ahí estaba de nuevo su risa de morsa.


-Pareces una morsa.-Dije divertida.

-A veces me rio así.

-Ya, ya lo sé cariño.-Aparté la mirada del cristal para dirigirla hacia ella.-Pero te quiero igual.


Natalia se quedó callada durante unos segundos, sin apartar la vista de la carretera. Pensé que le había molestado, pero su voz interrumpió mis pensamientos.


-Albi, no me vaciles.

-No te estoy vacilando, Nat.


Una amplia sonrisa se dibujó en sus labios tras mis palabras. Colocó su mano derecha en mi muslo mientras mantenía la otra en el volante.


-Sé que suena raro, pero nunca he estado en una relación.


No es tan raro, pero Miki ya me lo comentó esta noche. Y lo entendía. No todo el mundo quiere estar en una relación. No sabía el motivo de Natalia, pero aún así la entendía.


-Porque nunca me ha gustado nadie de verdad.-Dijo mirándome durante unos segundos para después devolver la vista a la carretera.-Hasta ahora.


La miré con los ojos abiertos, sorprendida. Definitivamente eso era lo último que esperaba que saliese de su boca. Definitivamente la conocía poco y quería cambiar eso. Boqueé durante unos segundos y de nuevo su risa de morsa se escuchó por todo el coche.


-Lo sé, lo sé.¿No te lo crees, verdad?

-No he dicho eso.

-Tu cara no dice lo mismo.

-Mi cara dice que no se esperaba eso.

-¿Tan raro es? Albi eres maravillosa, lo raro sería que no me gustases.


Mis mejillas comenzaron a arder ligeramente y golpeé con suavidad su brazo.


-Cuidado, que nos salimos de la carretera.-Dijo soltando una suave risa.

-Eres imbécil.

-Oh, vamos. Ni siquiera me has dejado terminar.

-Soy todo oídos.

-Bien. Lo que quiero decir es que me gustas de verdad Alba y que por raro que suene en tu cabecita me gustaría... intentarlo...


Atrapé mi labio inferior entre mis dientes, intentando añadirle dramatismo. Intentaba aguantar la risa ante sus leves golpes al volante. Estaba nerviosa, no había nada mas que verla. Acarició con suavidad mi muslo, el cual aún no había soltado.


-Oye que si no quieres...es decir...a ver...que tal vez lo veas precipitado y eso...


No pude más. Mi risa se escapó de entre mis labios, contagiándola a ella también.


Hoy noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora