—¿Cuánto llevas con ella?—Dijo aún cruzado de brazos.
—No estamos juntas.Miki soltó una risa irónica y me miró enmarcando una ceja.
—Alba, ahora enserio.
—No estamos juntas.—Repetí.
—No estáis juntas pero os acostáis.Me mordí el labio, mirando a un punto fijo en el suelo, pensando en qué responder.
—Lo que me imaginaba.—Dijo Miki interrumpiendo mis pensamientos.
—Es un tema...complicado.
—Además con ella.
—¿Qué tiene de malo?
—¿Qué tiene de malo? Mira Alba te voy a ser sincero, Natalia y yo hemos sido amigos desde muy pequeños, pero tuvimos un problema y nuestra amistad se fue al garete. Natalia jamás ha tenido pareja, es una chica a la que le gusta estar con diferentes tías ya sabes, en cuanto consiga lo que quiere de ti te va a pegar la patada Alba, porque la conozco, la conozco muy bien y no quiero que te haga daño.Me quedé callada durante unos segundos, asimilando sus palabras, intentando retener mis manos para asestarle un puñetazo en la cara. Coloqué bien mi mochila y avancé por su lado hasta la salida, pero antes de que saliese la voz de Miki captó mi atención.
—Si no se lo dices tú se lo diré yo.
Me giré hacía él y le saqué el dedo corazón. Salí cerrando de un portazo y miré a Natalia, la cual se había sobresaltado con el portazo.
—¿Qué pasa?
—¿Puedes llevarme a casa de Joan?
—Para qué.
—Necesito hablar con él.Natalia puso una mueca, la cual no supe descifrar, aunque acabó aceptando. Llegamos a la puerta del edificio y colocó una mano sobre mi muslo.
—¿Quieres que te acompañe?
Negué y dejé un suave beso sobre sus labios. Desabroché mi cinturón y bajé del coche. Llamé al telefonillo y suspiré.
—¿Si?
—Joan, soy yo.
—¡Alba!—La puerta del edificio se abrió rápidamente y miré el interior.—Pasa.Me adentré en el edificio y subí varios escalones hasta llegar a su piso. Carraspeé un poco y llamé. Joan abrió la puerta ya con su pijama puesto y detrás Miki, con una taza en sus manos.
—Ey.—Dijo Joan con una sonrisa.
—Hola.—Una leve sonrisa se escapó de mis labios.
—Pasa.—Joan agarró mi mano y tiro de mí hacia dentro.Miki, que allí estaba en espectante, levantó una mano en modo de saludo. Me mordí el labio y miré a Joan. ¿Como narices iba a contarle esto? Tampoco quería perder a Joan, siempre ha estado conmigo, en las buenas y en las malas.
—Este es mi compañero de piso, Mi...
—Le conozco, es mi entrenador.—Dije interrumpiéndole.
—¿Entonces conocerás a la chica que le gusta, no? Desde que he llegado Miki no ha dejado de hablarme de ella, dice que ha llegado nueva al equipo, de hecho la invitó a cenar el primer día.—Dijo Joan divertido.—Pero el tío aún no me ha dicho el nombre.No dejé de mirar a Miki en ningún momento, abriendo cada vez más los ojos a medida que ahí seguía hablando. Estaba hablando de mí. Natalia llevaba razón. Por eso el numerito de antes, por eso ha pasado todo esto.
Miki tampoco apartaba su mirada de mí, mordiéndose el carrillo por dentro. Abría y cerraba las manos constantemente, visiblemente nervioso.
—No sé, no me suena.—Miré a Joan durante unos segundos para después volver la vista a Miki.— ¿Quién es, Miki?
—¿No tenías que hablar con él?Golpe bajo. Tensé la mandíbula y Joan me miró interrogante, alzando una ceja.
—Sobre qué.
—Vamos mejor dentro,¿dónde está tu habitación?Joan me señaló con el dedo y comencé a andar en dirección a la habitación, no sin antes chocar intencionadamente contra el hombro de Miki. Joan me siguió y cerró la puerta con pestillo.
Miré la habitación. Estaba casi completa, aunque aún había cajas por el suelo. Joan se sentó y me indicó que hiciese lo mismo, tocando con la palma de su mano justo a un lado de él. Le hice caso y me senté, mirándole a los ojos. Esto iba a ser duro.
—Adelante.—Dijo Joan con una sonrisa.
Definitivamente iba a ser más duro de lo que imaginaba.
—Verás...—Comencé sin apartar la mirada de él.—Joan, yo te quiero.
—Y yo a ti, Alba, muchísimo.
—Joan...—Suspiré y miré al techo.—No me lo estás poniendo fácil...
—Alba, me estás preocupando.Una....Dos....Tres....
—Joan he conocido a otra persona.
Los ojos de Joan se abrieron de par en par, tratando de asimilar mis palabras. Quería hablar pero las palabras no conseguían salir de su boca. Se levantó de la cama y se colocó frente a mí, llevándose el puño a la boca y apretando con fuerza sobre él.
Para ese entonces yo ya estaba llorando, le había hecho daño. Le había hecho mucho daño y no me lo iba a perdonar, ni él ni yo a mí misma.
—¿A quién? ¿Cuándo?—Le miré a los ojos. Joan también lloraba y me estaba partiendo el corazón verle así. No se lo merecía, no le merecía.—¿No soy lo suficientemente bueno para ti Alba? Dime,¿es eso?
—Es Natalia.Joan abrió ligeramente la boca, mostrando más sorpresa que dolor. Creo que era lo último que esperaba.
—¿Con la macarra esa de los tatuajes? Tiene que ser una broma, Alba.
Me encogí de hombros y me sorbí los mocos negando. Suspiré pesadamente y volví a mirarle.
—No sé ni cómo pasó, Joan. Solo sé que me gusta y que no puedo seguir mintiéndote.
—Tu... esta no es la Alba que yo conozco.
—Créeme, Joan, si que lo es.
—Tu nunca estarías con una tía como ella.Me mordí el labio y miré al suelo, en parte tenía razón. Nunca me había fijado en alguien como ella, pero tampoco me arrepentía de haberlo hecho. Natalia me encantaba y cada día más.
—Me gustaría mantener nuestra amistad, Joan. Ante todo eres mi mejor amigo.
Joan suspiró y se pasó la mano por el pelo, mordiéndose el carrillo de la boca por dentro.
—Necesito tiempo, Alba. Te prometo que lo pensaré.
—Bien...—Dije levantándome.—Buenas noches.—Murmuré abriendo la puerta.
—Igualmente.—Dijo tirándose bocabajo a la cama.Salí de la habitación y cerré tras de mí. Avancé por el pasillo sin prestar atención a Miki y salí del piso velozmente, evitando así las preguntas que sabía que vendrían por su parte. Bajé los escalones de dos en dos, con las manos en los bolsillos.
Llegué al coche de Natalia y abrí la puerta del copiloto. Me adentré y suspiré apoyando la cabeza sobre la parte de encima de la guantera. Natalia colocó la mano sobre mi nuca y me miró con preocupación.
—¿Que ha pasado?—Preguntó dulcemente, rompiendo el silencio del lugar.
—Te lo cuento mientras volvemos.Natalia asintió ligeramente y arrancó el coche.
–
–¡Hola! Siento muchísimo tardar tanto en actualizar últimamente, pero las vacaciones me han coincidido con las fiestas de aquí y me está resultando muy complicado lo de actualizar con más rapidez. Intentaré actualizar lo antes posible, de verdad ¡nos seguimos leyendo!
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Hoy no
Novela JuvenilAlba, de 18 años, es obligada a comenzar una carrera con la que no está de acuerdo, en una ciudad en la que no quiere estar y con una persona que se cuela en su vida casi sin quererlo.