Capitulo 12: Dolor

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Avancé con Joan aún de la mano entre la multitud. No eran ni las diez de la noche y ya había gente borracha. Observé a Joan, el cual no paraba de poner muecas de desagrado.

—Que horror de lugar, Alba. Seguro que van todos colocados.

Coloqué las manos en las mejillas de Joan y le besé. Colocó ambas manos en mi cintura atestándome hacia él de manera protectora.

—¿Puedes relajarte un poquito? Lo pasaremos bien.

Joan suspiró con pesadez y asintió levemente. No estaba cómodo, no era difícil saberlo, pero además sus manos temblaban ligeramente.

—¿Quieres tomar algo?—Dije acariciando su mejilla.
—Un aquarius, por favor.

Solté una leve risa y dejé un suave beso sobre sus labios.

—No tardo.

Me acerqué hasta la mesa donde se encontraban todas las bebidas y me fijé en que no había ninguna, por lo que decidí ir a la cocina. No había apenas entrado cuando me encontré la imagen más desagradable que podría encontrarme. Como si me hubiesen metido un puñetazo en la barriga, sin aire, así me quedé tras ver la escena. Natalia, besando a una chica pelirroja, la cual, tenía las manos en su pelo mientras que las manos de Natalia se encontraban bajo su camiseta. No era capaz de moverme, mis piernas no respondían.

Cuando Natalia abrió los ojos me miró y se separó bruscamente de la chica. El pintalabios se le había corrido y llevaba la melena despeinada. Me miró con arrepentimiento, tal vez, por las lágrimas que retenían mis ojos.

—Princ...
—Ni se te ocurra llamarme más así. En tu puta vida.—Dije con la voz rota.

Natalia se acercó a mi, pero cuando intentó poner su mano en mi hombro para tranquilizarme lo golpeé haciendo que lo apartase de golpe.

—¡No me toques!—En esos instantes mis lágrimas ya caían sin control por mis mejillas.—¡Nunca más!

Me sorbí los mocos y me limpié los ojos con la chaqueta mientras avanzaba hasta el frigorífico. Saqué dos aquarius y cerré la puerta del frigorífico de un portazo.

Ambas chicas observaban la escena en silencio, la pelirroja mirando de vez en cuando a Natalia intentando descubrir qué ocurría. Salí de la cocina dejando a Natalia gritando mi nombre y volví con Joan.

—Cuanto has—Joan me miró con el ceño fruncido y colocó una mano sobre mi mejilla.—¿Que ocurre?—Dijo casi en un susurro.

Negué con la cabeza y le di su botellín.

—Quiero irme.—Dije finalmente.

Joan pasó su brazo libre por mis hombros y dejó un beso en mi coronilla. Estábamos fuera de aquella casa cuando escuché unos pasos tras nosotros.

—¡Alba!

Mis pasos se intensificaron pero las zancadas de Natalia pronto me alcanzaron. Colocó su mano sobre mi hombro y me giré bruscamente.

—¡Que me dejes en paz! ¡¿No me has escuchado antes o qué mierda te pasa en la cabeza?!—Grité.
—Si me dejases...
—¡No, no te dejo! ¡Olvídate de mi!—Dije apartando su brazo de nuevo.
—Solo quiero hablar joder.
—¿No la estás escuchando? Déjala en paz.—Intervino Joan.
—Tu cállate, puto pijo.
—Déjala en paz.—Repitió.

Natalia se giró hacia donde se encontraba y le propició un puñetazo en la cara. Cuando me quise dar cuenta se encontraba a ahorcajadas de él golpeando sin parar.

—¡Natalia!—Tiré de ella como pude, pero recibí un empujón por su parte que hizo que cayese al suelo.

Pareció darse cuenta de lo que había hecho cuando se giró hacia mi, viéndome en el suelo. Rápidamente se levantó y se acercó a mí agachándose a mi lado.

—Dios, Albi, lo siento, lo siento muchísimo.

Me levanté sin decirle nada aguantando de nuevo las lágrimas y me acerqué a Joan que se encontraba en el suelo con ambas manos en su nariz que no paraba de sangrar.

Ayudé a que se levantara y llevé mi mano hasta mi chaqueta, de la cual saqué un pañuelo. Se lo ofrecí y él lo cogió dándome las gracias.

—Vamos a curarte esto.—Le dije en un susurro.

Natalia se quedó estática en el sitio, observándonos, sabiendo que la había cagado.

Tuve que conducir yo en el camino de vuelta, y en estos momentos agradecía que mi padre se ofreciese a darme unas clases para cuando llegase el día de sacarme el carnet. Entramos en mi habitación y senté a Joan con cuidado en mi cama.

—Quédate aquí, voy a por el botiquín.

Joan asintió y me acerqué al baño para coger el botiquín. Volví casi al instante con él en la mano y lo dejé sobre la cama, junto a Joan. Desinfecté con alcohol la herida a lo que él respondió con un leve quejido.

—Tssss, tranquilo. Ya está.—Susurré tirando la gasa a la papelera.

Aparté el botiquín dejándolo en el suelo y suspiré. Estaba dolida. Dolida y celosa. Pero que me esperaba, es Natalia, estaba claro que una chica como ella tendría loca a media facultad.

Joan me miraba con ternura desde su sitio y acarició mi espalda con suavidad.

—Alba, si hay algo que necesites...
—Sí.—Respondí mirándole.—Te necesito a ti.—Murmuré antes de besar sus labios.

Sus besos eran cálidos y suaves. Joan siempre me besaba con delicadeza, como si en algún momento me fuese a romper, pero esta vez no fue así. El beso se fue intensificando y casi por instinto me coloqué a horcajadas sobre él. Me conocía demasiado a mi misma y sabía que estaba haciendo esto por lo de Natalia. Moví mis caderas ligeramente sin interrumpir el beso y las manos de Joan se colocaron sobre ellas. Comencé a notar su erección y me mordí el labio al sentir el roce.

Joan estaba completamente rojo, con la boca entreabierta y mirando como movía mis caderas sobre él haciendo que nuestros sexos se rozaran.

—Albi, esto es...—cerró los ojos y gruñó.—increíble...

"Albi". Todos mis sentidos se activaron como una alarma en medio un robo. Me levanté rápidamente y me pasé la mano por el pelo.

—No puedo.—Dije.—No puedo.—Insistí.

Joan me observó y se levantó. Se acercó a mí y cogió mis manos.

—Cuando tu estés lista, yo no tengo prisa.

Suspiré y me abracé a él escondiendo mi cabeza en su cuello. Reí al notar de nuevo su erección y negué en su cuello.

—Joan.—Dije intentando contener la risa.
—Dime.
—Sigues empalmado.

Se separó ligeramente y se tapó con ambas manos.

—Perdón.
—No importa, es normal.

Señaló el baño y asentí. Joan entró al baño cerrando la puerta y yo me senté sobre la cama. Saqué mi móvil y observé que un número que no tenía agregado me había escrito varios mensajes. Cuando me metí en la conversación supe quien era.

"Voy para allá." 1:34
"Necesito hablar contigo Alba." 1:34
"No acepto un no por respuesta." 1:40
"A las 2 en el jardín." 1:47

Suspiré y dejé el móvil sobre la mesa.

—Joan, salgo un momento.
—V-vale.—Respondió él.

Negué riendo y salí dispuesta a hablar con ella.


Siento por no actualizar ayer :( pero llegué muy tarde a casa y me fue imposible. Esta noche intentaré subir otro. ¡Nos seguimos leyendo!

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