Natalia observó la escena con el ceño fruncido y con los puños apretados.
—¿Que haces tu aquí?—Intervino Joan.
—Cállate.—Dijo acercándose a mí.Natalia agarró mi mano y señaló la puerta con la cabeza.
—Tengo que hablar contigo.—Miró a Joan con mala cara.—A solas.—Recalcó.
—Joan...
—No sé por qué no me sorprende.¿Vas a tardar mucho? Por esperarte despierto.
—Si.—Dijo Natalia.
—No.—La corregí.—No tardaré.Natalia tiró de mí con cara de pocos amigos hasta la puerta y cerró cuando salí. Me pegó contra la pared y colocó sus manos en mi cintura.
—No estaba dormida.—Susurró.
—Natalia si me he levantado y no te has enterado.
—No estaba dormida, Alba.—Dijo rozando su nariz con la mía.
—Nat, aquí no.—Dije colocando mis manos sobre sus hombros.
—Si, aquí si.
—Cuando te pones así eres insoportable.
—Me pone muchísimo que me rechaces.Sus ojos se dirigieron a mi cuello y mostró una sonrisa ladina. Acarició la marca que me dejó hace unos minutos con las yemas de los dedos y se mordió el labio.
—Te he dejado marca.
—Si, me has dejado marca y he intentado disimularlo con el maquillaje.
—¿Por qué?Estás...increíblemente sexy.
—No sé, tal vez por el simple hecho de que tengo novio.La sonrisa de Natalia se borró ante ese comentario y supe que la había cagado.
—Deja de decir eso.
—Perdona...yo....Natalia colocó las manos en mis mejillas y juntó sus labios con los míos. Pegó su frente a la mía y sonrió.
—No puedo enfadarme contigo princesa, es imposible.
—Eres más tonta...—Dije apoyando mi cabeza en su pecho.
—Me quieres igual.—Dijo soltando una leve risa.
—Me tengo que ir, Nat.
—No.—Dijo apretándome contra ella.
—Naaaat.
—Está bien, está bien. Pero dame un beso, que se coma mis babas.Negué riendo con la cabeza y acorté la poca distancia que nos quedaba con un suave beso.
—Descansa.
—Igualmente Albi. Si me necesitas en la noche ya sabes donde estoy.
—Venga, vete ya.—Reí.Natalia colocó las manos en mi culo y dejó un pico en mis labios.
—No le beses mucho.
—Eres...Me sacó la lengua y avanzó rápidamente hasta su habitación. Me sorprendió lo rápido que se le pasó el enfado. Cuando entré a la habitación Joan miraba mis dibujos. Alzó la mirada y sonrió al verme. Joan era tan bien chico, no se merecía lo que le estaba haciendo y tendría que decírselo pronto.
—Dibujas tan bien, eres una artista Alba.
—Nah, no es para tanto.—Dije sentándome a su lado.Joan colocó el dibujo en la mesita y se acercó a mi. Entrelazó nuestros dedos y juntó nuestros labios. Joan besaba bien, pero no como Natalia. Acaricié su pelo y me separé de él.
—Joan, es mejor que nos vayamos a dormir. María llegará pronto.
Él se limitó a asentir y se tumbó en la cama. Me tumbé junto a él y coloqué mi cabeza sobre su pecho. Rodeó mi cuerpo con sus brazos y besó mi frente. Pero, a los pocos minutos, caí rendida ante el sueño.
La olor a churros impregnó mis fosas nasales, lo que me hizo abrir los ojos lentamente. Podía distinguir la sonrisa de Joan a mi lado.
—Buenos días.—Susurró dejando un beso en mis labios.
—Ey—Dije con voz ronca.
—¡Mira lo que ha traído tu chico!—Dijo María.—¡Churros!Reí ante el comentario de María y me incorporé en la cama.
—Muchas gracias cariño.
—No tienes que agradecerme nada.
—Oye, vendréis a la fiesta de hoy,¿no?
—Que se celebra.—Dijo Joan que provocó la risa de María.
—¡Nada! Los universitarios montamos fiestas por cualquier cosa. Decidme que vendréis por favor.
—Por mi sí.—Acepté sabiendo que Natalia iría.
—¿Enserio?—Intervino Joan.
—¿Por qué no? Lo pasaremos bien.
—¡Venga va! A las ocho aquí preparados.—Dijo María saliendo de la habitación.
—Esta chica es un torbellino.
—Demasiado diría yo.Desayunamos y pasamos la mañana fuera de la facultad. Cuando volvimos nos encontramos con Natalia apoyada en la pared y, como de costumbre, fumando. Subió la mirada hasta nosotros y levantó la mano.
Solté la mano de Joan casi de golpe y ella sonrió al ver mi movimiento.
—De donde venís, "parejita".—Dijo haciendo énfasis en la palabra.
—Venimos de comer fuera.
—Anda.—Natalia miró a Joan y alzó una ceja.—Bonita chaqueta de lana.
—Gracias.Soltó una leve risa y negó con la cabeza.
—Alba, ¿vas a la fiesta?
—Sí.
—Yo también.—Intervino Joan.Natalia me miró de manera interrogante.
—¿Él también?—Parecía que Joan le había jodido los planes.
—Sí, yo también. No voy a dejar a mi novia sola en un sitio así.Natalia tiró el cigarrillo y apretó los labios. Sabía lo que le molestaba esa palabra y parecía haberse enfadado.
—Que te piensas que le van a hacer.
—No lo sé. Pero no me fío, y menos si vas tú.Las manos de Natalia se tensaron y suspiró pesadamente.
—Me voy. Alba nos vemos esta noche.—Dijo entrando a la facultad.
Suspiré y miré a Joan. Me pasé una mano por el pelo y moví el pie.
—¿No podéis llevaros un poco bien?
—Lo intento, pero no puedo. Es superior a mis fuerzas.Acaricié su mano y negué.
—Es buena chica, enserio.
—Si, ya.Nos adentramos en la habitación y abrí el armario. Cogí unos pantalones blancos, una camiseta azul y una chaqueta de cuero y me cambié en el baño. Me maquillé un poco y salí.
—Ya estoy.
—Joder...Ósea...Madre mía, Alba estás....
—No es para tanto.—Dije.Era normal, Joan estaba acostumbrado a verme con sudaderas y sin maquillar.
Agarró mi mano y nos dirigimos fuera. Natalia me miró desde el coche de Pablo y sonrió. Le dediqué una sonrisa y subí al coche de Joan. Después de un largo camino llegamos a la fiesta. Bajé del coche y pasé mi mano por la espalda de Joan, que parecía nervioso.
—Ey, tranquilo.—Murmuré.
—Es mi primera vez en una fiesta.
—No es para tanto, enserio. Vamos.—Le animé.Avanzamos hasta dentro y entrelacé mis dedos con los suyos.
—
—Un poco tarde pero aquí tenéis el segundo capítulo de hoy. ¡Nos seguimos leyendo! :)

ESTÁS LEYENDO
Hoy no
Teen FictionAlba, de 18 años, es obligada a comenzar una carrera con la que no está de acuerdo, en una ciudad en la que no quiere estar y con una persona que se cuela en su vida casi sin quererlo.