El día avanzó con normalidad. Natalia mirándome sin vergüenza alguna mientras pensaba que yo no la veía. Cuando volví a mi habitación miré a María que parecía estar buscando algo en el armario.
—Hola.—Dije sin apartar la mirada de ella.
María, que pareció asustarse, se llevó la mano al pecho y suspiró apoyando la frente en la puerta del armario.
—Que susto me has dado, Reche. ¿No has llegado un poco pronto?
—Perdona, no pretendía asustarte.—Asentí levemente y dejé la cartera sobre mi cama.— No tenía clase a última hora. ¿Que haces?
—Buscar modelito para la fiesta de esta noche. ¿Vendrás, no?La miré durante unos segundos y me encogí de hombros. No tenía ningún plan para esta noche y la idea no era del todo mala. Solo estaba el inconveniente de que posiblemente estuviese Natalia. Cada vez parecía disimular menos y llegaba un punto en el que comenzaba a ponerme nerviosa.
—Si, vale.
—¡Genial! Te lo vas a pasar de puta madre ya verás.No acababa de acostumbrarme al vocablo de María. Nunca había escuchado tantas groserías juntas. Me acerqué al armario y busqué en los cajones de abajo. De su interior saqué una camisa blanca con botones y unos vaqueros negros rotos. Tampoco quería arreglarme excesivamente, por lo que lo dejé sobre la cama y miré a María buscando su aprobación. María lo miró para después mirarme con una sonrisa haciendo un gesto con la mano aprobando mi decisión.
—Lo vas a petar Reche, ya verás.
—No tengo intención de hacerlo. Ahora le enviaré un mensaje a Joan.
—¿Sigues con él?La miré con incredulidad alzando una ceja.
—Pues claro.
—Ay, Reche. Desconecta un día y deja al muermo de tu novio esta noche. Mañana tendrás tiempo para llamarle.Suspiré ante la insistencia de María y asentí.
—Está bien. Pero déjame al menos que le escriba ahora para que no se preocupe.
—Mejor. Porque parece el típico novio controlador.
—Joan no es así, simplemente se preocupa por mi.
—Ya, bueno. Voy a dormir un rato.—Dijo tirándose sobre su cama.Me senté en la cama y le escribí un mensaje a Joan diciéndole que esta noche no podría hablar porque tenía que estudiar. Ni siquiera sabía por qué le estaba mintiendo. Me dolía hacerlo, mucho, jamás le había mentido y esto parecía ser el principio de muchas más por mi parte. Me tumbé en la cama y suspiré cerrando los ojos. Me relajé con el silencio que inundaba la habitación y pronto me quedé dormida.
María agitó mi cuerpo con fuerza y yo caí de la cama asustada. No sé cuanto había pasado desde que me dormí pero la cabeza me daba vueltas y me costaba visualizar con claridad. María cogió mi mano para levantarme y yo la cogí a la vez que me levantaba.
—Perdona, pero es que te estaba llamando y no te despertabas. ¿Te he hecho daño?
—No, no. Bueno, me duele un poco el culo, pero estoy bien.
—Genial entonces. Nos lleva Pablo.
—¿Quien es Pablo?
—Mi novio.
—Desde cuando tienes novio.
—¿Por qué preguntas tanto?
—Tu preguntas por mi vida todo el rato.
—Está bien, está bien. Desde ayer, pero como no querías hablar no te lo pude contar.
—¿Y como es?
—Pues.—El sonido de alguien llamando a la puerta nos sacó de la conversación y María fue corriendo a abrir.Cuando María abrió la puerta se lanzó a los brazos del chico que allí se encontraba. Tenía el pelo rapado, con varios tatuajes y bastante alto. Cuando me quise dar cuenta María estaba besando al que suponía que sería Pablo con bastante ímpetu. Carraspeé para captar su atención y ambos me miraron.
—Hola.—Dije moviendo la mano.
—Mira Pablo, ella es Alba. Es mi compañera de habitación.
—¡Mantekón! Encantado Alba.—Dijo dándome un abrazo. El chico era cariñoso de eso no había dudas.
—Pablo,¿puedes esperar diez minutos?
—¡Claro!—Se sentó sobre la cama de María.
—Me cambio yo dentro.—Dije mirando a María.
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Hoy no
Teen FictionAlba, de 18 años, es obligada a comenzar una carrera con la que no está de acuerdo, en una ciudad en la que no quiere estar y con una persona que se cuela en su vida casi sin quererlo.