Capitulo 13: Perdón

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Abroché los botones de mi chaqueta y salí al jardín. Me abracé a mí misma debido al frío y caminé por el pequeño camino formado con piedras. Divisé una silueta junto a un árbol y supuse que era Natalia, ya que era alta y delgada. Y no me equivoqué. Natalia se encontraba de espaldas a mí, mirando el reloj y pasándose la mano por el pelo con cierto nerviosismo.

Coloqué mi mano sobre su hombro y se sobresaltó girándose de golpe hacia mi. Levantó las comisuras de sus labios, haciendo un intento de sonrisa que no perduró mucho.

—Pensaba que no vendrías.—Susurró llevándose la mano al septum.
—No tenía pensado venir.

Natalia suspiró y se mordió el labio. Movía la pierna con mucha velocidad, parecía inquieta.

—Vamos a sentarnos mejor.—Dijo sentándose de golpe.

Me senté junto a ella, apoyando mi espalda en la pared del edificio. Fijé mi mirada en ella, de nuevo tenía los ojos rojos y el eye-liner corrido.

—Sé que la he cagado Alba. No sé qué me ha pasado.
—¿Te refieres a lo de la chica o a lo de Joan?

Suspiró y escondió la cabeza entre sus piernas.

—A las dos. Lo de la chica ha sido porque me ha dado rabia verte con besándote con Joan y quise joderte. Escuché lo del aquarius y supe que no habría en la mesa, así que me encontré a aquella chica allí y esperé a que pasases.

Parpadeé varias veces y me levanté.

—Pero tu... tu eres...

La mano de Natalia tiró de mí y volvió a sentarme.

—Una hija de puta, sí.
—¿Cómo eres capaz de jugar así con los sentimientos de una persona?
—Cuando estoy jodida soy capaz de cualquier cosa.

Suspiré y mordí mi mejilla por dentro.

—Me ha dolido más lo de Joan.—Confesé.

La mano de Natalia se tensó.

—También quiero pedirte perdón por eso.—Murmuró.—Se me fue la olla, Alba.—Me miró con ojos temblorosos.—Nunca me había pasado esto.
—A mí no me tienes que pedir perdón por eso Natalia, lo sabes.
—No quiero verle ahora.—Dijo apoyando su cabeza en mi cuello.—Solo quiero estar contigo.

Su aliento en mi cuello me dejó casi sin respiración. No entendía por qué quería parecer la típica chica "malota" cuando por dentro ni se asemeja a lo que quería mostrar. Comencé a acariciar su pelo con suavidad y levantó un poco la cabeza para mirarme.

—¿Me perdonas?—Dijo con suavidad.

Tardé unos segundos en asentir, provocando la sonrisa de Natalia. Dejó un beso en mi cuello y se recostó en el césped bocarriba, colocando su cabeza entre mis piernas. Aparté los pelos rebeldes que aparecían en su cara.

—Envidio tanto a Joan.
—¿Por qué?

Natalia soltó una risa y colocó sus manos en mis mejillas.

—¿No es obvio? Eres...eres preciosa. Ojalá pudiese ser él para estar contigo.
—Deja de decir esas cosas.
—Y besar estos labios todo el rato.—Dijo acariciando con su pulgar mi labio inferior.—Me encantan.—Murmuró.
—Para eso no necesitas ser Joan.—Las palabras salieron solas de mi boca, casi sin pensarlo.

Las manos de Natalia fueron hasta mi nuca, la cual empujó con delicadeza hasta abajo para poder unir nuestros labios. Definitivamente besar a Natalia no era lo mismo que besar a Joan. Noté su cálida lengua jugar con la mía, que se movía casi sin quererlo. Se separó ligeramente mordiendo mi labio y tirando de él para después unirlos de nuevo.

El sonido de mi móvil interrumpió el momento, lo que provocó el gruñido de Natalia. Se incorporó y miró mis labios.

—Te he hecho sangre.
—Natalia cada vez que quedo contigo me haces algo.
—Perdóname churri, pero eres irresistible.

Negué con la cabeza y miré el móvil."Joan". Natalia pareció entenderlo y bufó levantándose del suelo.

—No le soporto, te lo juro.
—Me tengo que ir.
—Ni de coña.—Natalia agarró mi móvil y se lo metió en el bolsillo.—Te quedas conmigo.
—Venga ya Natalia. Dame el móvil.—Dije intentando atrapar mi móvil.
—Alba, te necesito.

Sentí como el alma se me caía al suelo en ese instante. Tragué saliva mirándola. No era consciente de lo que había dicho, de nuevo la mano en su septum y sus manos intranquilas lo decían.

—Necesito que te quedes conmigo...
—Natalia me vas a meter en un lío.
—Déjale.
—¿Qué?
—Que le dejes.
—Se te está yendo la olla.
—Te lo estoy diciendo enserio Alba.
—Que fácil es decirlo.
—Si quieres se lo digo yo.
—¡No! Joder Natalia, déjame a mi hacer las cosas.

Los ojos de Natalia se iluminaron y una amplia sonrisa se mostró en sus labios.

—¿Eso significa que le vas a dejar?
—Yo...yo no he dicho eso.
—¡Lo has dejado caer!
—¡Cállate!
—¡Le vas a dejar por mí!
—¡Natalia cállate!
—Cállame.

Ambas nos quedamos en silencio, mirándonos. Acorté nuestro espacio y lo hice. Agarré la nuca de Natalia y mientras la besaba con ganas. Me encantaba, me encantaba disfrutarla de esta manera. Las manos de Natalia se colocaron en mis nalgas y las apretó con fuerza.

—Tienes un culo...
—Cállate ya.

Comenzamos a pasear por el jardín, disfrutando de la noche. Natalia se paró y sacó un cigarro de su caja. Lo encendió y le dio una calada. Expulsó el humo y tosí por el mismo. Natalia me miró y tiró el cigarro al suelo, lo pisó y se acercó a la papelera. La miré desconcertada, observando sus movimientos.

—¿Donde vas?

Levantó la caja de cigarros y la metió en la papelera.

—Se acabó.
—Natalia, ¿que haces?
—No voy a fumar más.
—Deja de decir tonterías.
—No es ninguna tontería, Albi.—Dijo volviendo de nuevo a mi lado.—Voy a cambiar.
—No quiero que cambies.
—Bien, pues entonces sólo dejaré de fumar

Solté una risa y negué con la cabeza.

—Eres tontísima.
—Me lo has dicho varias veces.—Entrelazó nuestros dedos y me miró.—Vamos dentro, empieza a hacer frío.

Asentí levemente y nos adentramos en la facultad.

—¿De verdad que no puedes quedarte?
—Me encantaría, pero sabes que no.

Natalia suspiró y colocó una mano en mi mejilla. Se agachó ligeramente poniéndose a mi altura y dejó un suave beso en mis labios.

—Descansa.—Sonrió dulcemente y se giró.—No pienses mucho en mí.

Reí y negué con la cabeza.

—Igualmente, creída.

Natalia giró la cabeza para sonreírme y continuó su camino. Cuando entré Joan ya estaba dormido y yo me acababa de acordar de que Natalia se había quedado mi móvil.


Un poco tarde, pero aquí lo tenéis :)
¡nos seguimos leyendo!

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