Capítulo 17

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Hailey.

—¡Eres un maldito! ¿Cómo te atreves a jugar conmigo de esa manera?

Comencé a golpear el pecho de Alfred una y otra vez mientras mantenía mis puños cerrados, intentando sacar toda mi furia. Aunque por más que lo golpeara mi odio hacia él no disminuía ni una décima.

—Hailey, no miento. El payaso de tu novio está vivo. Andrew Stone no murió, creí que lo sabías. Todo fue una mentira para ocultar a Andrew tanto de los medios como de las mafias porque su padre sabía que tomarían venganza en su contra por revelar el paradero de Levon Guardians. ¡Está vivo!

Escuchar aquello me pareció una total barbaridad. No podía ser verdad, para nada. Yo vi llorar a su padre, a Jean, estuve cuando le dieron la noticia al señor Stone. Simplemente no tenía lógica. Mi cerebro estaba colapsando y a pesar de querer evitar a toda costa ilusionarme con la idea de que Andy estaba vivo, lo hice.

El aire comenzó a hacerme falta y la vista a nublarse. Cada segundo que pasaba sentía que me perdía un poco más.

—Si es verdad lo que dices, ¿donde ha estado todo este tiempo? ¿Por qué a mí no me diría nada? —pregunté a pesar de mi falta de aire.

—Encerrado, en la prisión de Colleen. Lo declararon culpable por ser cómplice de la mafia de Levon y además reabrieron el caso del asesinato de Nathalie. Le dieron dos años y medio de prisión. Respecto al por qué no te dijo nada, no lo sé. Todo es un teatro muy bien montado. Todos lo sabíamos Hailey, no entiendo porque nadie te lo dijo a ti.

Alfred parecía divertirse con la situación. Estaba recargado en la pared con una cínica sonrisa dibujada en su rostro. Sus penetrantes ojos estaban pendientes de cada uno de los movimientos que hacía.

—Me estás jodiendo —respondí tratando de inhalar. El aire se agotaba dentro de mí cada segundo más y más hasta llegar al punto en el que caí al suelo. Aún estaba consciente, pero no podía moverme estaba muy débil.

Desde el suelo pude ver como el pelirrojo se puso en cuclillas para estar a mi nivel. Hicimos contacto visual por varios segundos como si de una guerra para intimidar al otro se tratara. Tomó un mechón de mi cabello y lo posicionó detrás de mi oreja de una manera lenta.

—Lo siento, Hailey. Realmente tú no tienes la culpa pero... —se detuvo a pensar— no, en realidad sí la tienes por meterte con un idiota como Andrew. Ahora mírate, estás en el suelo mientras el aire en tus pulmones se acaba. Que triste que no podrás ver a Andrew de nuevo.

Era verdad, joder. Para ese entonces apenas y podía entrar algo de aire a mis pulmones.

—Andy está muerto —dije.

—No, niña, no lo está. Está vivo, entiendelo. No te niegues sólo porque te duele pensar en que no te dijo nada sobre su plan.

A pesar de las palabras de Alfred, mi mente seguía convencida de que Andy estaba muerto. Fueron casi tres años de visitar a la psicóloga, tomar cuatro pastillas diarias y tener que aceptar la realidad. Simplemente era imposible que pudiera creerle a Alfred.

Logré escuchar como varias personas se acercaban hacia nosotros. Parecían ser un grupo y venían decididos por mí. Ni siquiera logré ver de quienes se trataba, tan sólo sentí como varios de ellos me tomaban entre sus brazos de una manera agresiva.

Entre muchos bullicios apenas pude escuchar a Alfred decir algunas cosas a los chicos sobre mí.

—Llevensela, de todas formas, creo que no le falta mucho para morir. La pobre no tenía idea de que Stone está vivo, así que le cayó mal la noticia.

En ese momento caí inconscientemente. Mi vista se turnó en negra y no supe qué estaban haciendo conmigo aquellos hombres.

¿Sería posible que Andrew estuviera vivo? La pequeña probabilidad de que aquello fuera cierto me impulsaba a despertar y luchar en contra de Alfred y esos chicos desconocidos. Aunque por otro lado, ¿por qué yo no sabía nada? ¿Por qué no me diría nada a mí? Mis sentimientos ni siquiera estaban fijos. Algo simplemente no cuadraba.

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