Capítulo 34

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Desde donde estábamos sentados Ben y yo, pudimos escuchar un sonido provenir detrás de una de las paredes de la mansión. Específicamente, cerca del jardín en donde se encontraba Andy. Parecía ser el sonido de un jarrón estrellándose contra el suelo o tal vez la pared. Demonios, ¿qué se supone que debía hacer?

—¿Escuchaste eso? —curioseó Ben poniéndose de pie para averiguar lo que había ocasionado el fuerte ruido.

—Deben ser los jardineros, recuerda que están remodelando.

Mi mentira se cayó totalmente en cuanto se escuchó un grito de Andrew proveniente de ahí.

—¡Mierda! —gritó él, mas no se mostró.

—Algo pasa Hailey, parece que se han lastimado, déjame ir a ayudar.

Me interpuse en el camino de Ben rápidamente para impedir que siguiera avanzado a toda costa. No sabía qué hacer, definitivamente estaba en problemas. Ben estaba totalmente decidido a ir a ayudar al «jardinero» y mis excusas se estaban acabando.

Ante el escandaloso ruido del jarrón estrellarse, Jean salió preocupado de la casa tratando de investigar qué había pasado. Me miró a mí y después a Ben, en cuanto ellos dos hicieron contacto visual me percaté de como las mejillas de Jean pasaban de un tono pálido a uno rojizo. Intentó ignorarlo justo como lo hizo conmigo en cuanto me vio.

—¿Qué fue lo que se escuchó? —me preguntó Jean fingiendo que Ben no estaba con nosotros.

—¡Hola, Jean! Vaya, tenía tiempo sin verte, haz crecido —saludó Ben con entusiasmo sin saber que éste en realidad lo estaba evitando. Jean se limitó a agitar su mano inocentemente y fingir una sonrisa hacia él.

—Creo que el jardinero se ha lastimado, ¿podrías ir a verlo? —pedí yo.

—¿El jardinero? —repitió Jean extrañado— Joseph se fue hace horas a su casa.

Le indiqué con un gesto que algo no andaba bien y después con mi mirada señalé a Ben. Pronto entendió que se trataba de su hermano.

—Ah... Claro, claro el jardinero —habló Jean siguiendo mi mentira—. Iré a ayudarlo ahora.

Observamos como se alejaba dudoso hacia la parte del jardín hasta que dobló en la esquina y lo perdimos vista.

Si bien ya estaba un poco más tranquila porque Jean había salido a ayudarme con la situación, sabía que Ben ya estaba sospechando que había algo más detrás de mis acciones. Había estado actuando demasiado extraño desde que él llegó.

—Por favor, Ben, será mejor que regreses a casa. Continuaremos con esta conversación después —le dije intentando lucir tranquila.

—¿Qué es lo que me ocultas?

Nuestra conversación se vio interrumpida de nuevo por otro grito de Andrew desde el jardín.

—¡Estoy bien! —escuché la voz de Andy chillar. Supuse que se estaba dirigiendo a Jean.

Ben giró la cabeza prontamente al escuchar su voz. Abrió los ojos tanto como pudo y estoy segura de que si pudiese abrir sus orejas para oír mejor, lo haría. Su rostro expresaba total confusión.

—Su voz... —dijo entre dientes e intentó acercarse más al jardín. Lo impedí de nuevo y puso sus ojos avellana sobre mí—. Es idéntica a la de Andrew.

Ben no podía enterarse de esta manera que Andrew estaba vivo y mi enciclopedia mental de excusas ya se había terminado. Finalmente hice lo que tanto odié que hicieran conmigo.

—Creo que lo extrañas demasiado.

En cuanto escuché mis propias palabras no pude evitar sentirme mal. Durante casi tres años me hicieron creer que las apariciones de Andrew o sus intentos de comunicarse conmigo eran sólo alucinaciones causadas por mi dañada mente. Odiaba hacerle lo mismo a Ben.

—Quizá tengas razón. Faltan sólo dos meses para su aniversario luctuoso. Debo estar pensando mucho en él últimamente.

Querido Ben, no, no eres tú. Quisiera poder decirle que no era su cerebro quien lo estaba traicionando tal como me hubiera gustado que me lo dijeran a mí. Sin embargo, no tenía nada más en mente.

Finalmente después de algunos minutos tratando de convencerlo de ir a casa, accedió y comenzó a caminar hacia el portón principal de la mansión.

—Te llamaré luego y me dirás todo lo que ocurre ¿de acuerdo?

Asentí ligeramente con la cabeza y él se despidió depositando un pequeño y tierno beso en mi frente.

Cuando finalmente cruzó el portón y lo vi alejarse, sentí como el aire regresaba a mí. Pero ahora venía el verdadero gran problema: enfrentar a Andrew después de lo que había oído.

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