Capítulo 26

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Mientras seguíamos en el auto Andrew estaba totalmente al pendiente de mí. Parecía mi padre cuidando cada una de mis respiraciones. Era muy tierno.

—Se le pasara el efecto de las pastillas en algunas horas —dijo Mike.

Andrew tomó mi rostro con ambas de sus manos y me acercó a él. Disfrutaba que hiciera eso. Pegó su frente a la mía y me observó por unos segundos con esos ojos esmeralda que me hipnotizan, después los cerró.

—¿Qué te han estado haciendo mientras yo no estaba, cariño? ¿Qué te hizo necesitar un psiquiatra?

Yo estaba totalmente perdida en su mirada. No podía pensar en nada, tan solo me dedicaba a observarlo de la misma manera en la que él lo hacía conmigo. No estaba escuchando ni una palabra de lo que él estaba diciendo y a decir verdad yo ni siquiera podía gesticular.

—Entonces... ¿A dónde la llevarás?

—La llevaré a casa. A mi casa.

A pesar de que mi mente estaba totalmente perdida, pude entender eso y algo dentro de mí decía que debía negarme.

—No puedo ir ustedes, debo ir a casa con Jordan.

Al decir eso, el rostro de Andrew cambió totalmente. Estaba molesto, demasiado, podía notarse a lo lejos. Su mandíbula se mantenía tensa mientras observaba hacia abajo.

—El imbécil de Jordan no ha hecho nada para tratar de encontrarte, linda. Tan solo mira como te tiene, estás demasiado drogada y apuesto que lo has estado muchas veces antes. Jordan no ha movido ni un puto dedo para ayudarte. No me extrañaría descubrir que él ha sido quien te ha estado drogando para que puedas estar con él.

En solo unos segundos bajó la ventanilla del auto y arrojó mi frasco de pastillas hacia la calle con coraje. Tan solo pude escuchar como el frasco se estrelló contra el suelo.

—¿Por qué hiciste eso? —reclamé alzando mi voz.

—No volverás a tomar eso en tu vida y te aseguro que esa psiquiatra loca irá a prisión, al igual que la persona que esté detrás de ella.

Toda esta situación estaba estresandome demasiado. Era la alucinación más larga que había tenido, por lo general tan solo duraban unos cuantos segundos y se esfumaban, pero ahora, es demasiado tiempo y todo se siente tan real.

—¿Por qué no desapareces? No eres real Andrew, estás muerto, sal de mi cabeza —repetí en voz alta mientras me daba ligeros golpes en la cien de mi cabeza.

Andrew tomó mis brazos y pegó su cuerpo al mío haciendonos quedar realmente cerca. Su rostro estaba a centímetros de mí, literalmente podía sentir su respiración golpear suavemente mis labios. Llevó mi mano directo a su pecho donde pude sentir su respiración de nuevo a pesar de que mis sentidos no se encontraban muy bien. Sin dejar de mirarme, comenzó a hablar.

—Sientéme. No entiendo ni una mierda de lo que hablas, pero soy real. ¿Cómo podría ser producto de tu imaginación? Estoy aquí.

Y ahí me encontraba yo, de nuevo, perdida entre sus hermosos ojos. Comenzaba entender lo que Andrew estaba hablando. Tenía que ser real  todo esto. Él, su respiración, su piel. No podía ser una alucinación. Además, esta «alucinación» ya había durado demasiado tiempo. Algo no andaba bien.

—Listo, Andy. Llegamos a tu casa. Aunque tal vez era una mejor idea llegar a otro lugar, presiento que habrán muchos problemas aquí.

Y de pronto, ya estaba en la gran mansión de los Stone.





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