Capítulo 38

2.1K 236 20
                                    

Tomé un suspiro tan profundo como pude, dejando salir la mayor cantidad de aire de mi boca. Por más que quisiera hablar y responderle a Andrew, mi boca no respondía. Sabía que si le decía toda la verdad sobre mis sentimientos hacia él y hacia Jordan las cosas se saldrían de mis manos y se convertiría todo en un desastre, sin embrago, si no lo hacía también. Tarde o temprano el mundo tendría que saber que Andrew estaba vivo y eso sólo significaba una cosa: problemas, muchos problemas.

—Veo que tu narcisismo sigue tan intacto como antes —dije una vez que ya estaba más relajada.

—¿Por qué lo dices? —arqueó una ceja.

—Tan sólo quieres escuchar de mi boca lo que ya es obvio. Lo sabes muy bien.

Intenté evadir su mirada a toda costa pero era imposible. Sus ojos eran como una droga para mí; por más que quisiera no caer en ellos, siempre lo hacía. Y lo peor de todo, era que me encantaba.

—Tienes razón, quiero escucharte decir que no amas a Jordan. Me muero por escuchar un «te amo» salir de tus labios, y que me digas que durante todo este tiempo nunca dejaste de pensar en mí, así como yo no dejé de pensar en ti. Pero todo eso no servirá de nada si realmente no eres sincera —se levantó de la cama y comenzó a caminar por toda la habitación mientras pasaba su mano entre su cabello mostrando frustración—. Ni siquiera me refiero a mí, Hailey, sino a ti. No estás siendo sincera contigo misma y lo sabes muy bien.

Todo aquello que él había pronunciando era verdad, a excepción de unas cosa. No, yo no estaba engañándome a mí misma. Desde el principio había estado consciente que por más admiración y cariño que le tenía a Jordan, nunca se convertiría en amor.

Pronto sentí como mis ojos comenzaron a aguar.

—¿Qué se supone qué haría con mi vida si habías muerto?

—Cualquier cosa, pero no comprometerte con el hombre que ya me ha quitado todo antes.

Él tenía razón, en todo. Y por estupidez mía, estaba lastimado muchos corazones. Jordan, Andrew, los chicos de la banda, Amber. A todos los había decepcionado y aunque quisiera dar lo mejor de mí, sabía que los seguiría decepcionado en un futuro. Lastimé a las personas que más quería.

Las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas mientras cada segundo mi interior se llenaba más de culpabilidad. Oculté mi rostro entre mis manos para que Andrew no viera tan patética escena de mi parte, pero aún así, lo notó.

—Lo siento —mascullé entre mis sollozos y salí casi corriendo de la habitación antes de que él pudiera acercarse a mí y consolarme.

Llegué a mi habitación y me encerré poniendo seguro a la puerta. No pasaron ni diez segundos para escuchar golpes en mi puerta acompañados de su voz.

—Hailey, abre por favor.

Lo ignoré por completo y me recosté en la cama tratando de limpiar mis propias lágrimas.

—Lo siento, no era mi intención hacerte sentir mal cariño —dijo y mi corazón dio un brinco al escucharlo llamarme de esa manera.

Él no tenía por qué pedir perdón, era verdad todo lo que había dicho antes. Era yo quien no podía ni siquiera mirarlo a los ojos sin sentirme la peor persona del mundo por comprometerme con su peor enemigo mientras creía que él estaba muerto. ¿En qué estaba pensando? ¿Por qué justamente Jordan habiendo tantas personas en el mundo? Conocía perfectamente bien las respuestas a mis propias preguntas, pero aún así, nada podía justificarme.

—No pienso irme hasta que abras la puerta —la voz de Andy me sacó de mis pensamientos.

—Por favor ve a dormir, mañana hablaremos sobre lo que quieras.

Mentí. Debía irme de la mansión Stone tan pronto como fuera posible. Todo lo que estaba ocurriendo era demasiado para mi cerebro, y ni siquiera podía procesar bien. Tan sólo hace unos cuantos días aún lloraba la muerte de Andrew y ahora se encontraba tocando a la puerta de mi habitación. Necesitaba despejar mi mente aunque fuera por unos días. Era obvio que eventualmente, tendría que volver a los brazos de Andrew de alguna manera, ya que no podía estar sin él. Sin embargo, por mi propio bien mental y emocional, debía irme.

Después de algunos minutos, pareció que Andrew dejó de insistir y supuse que se había ido a dormir. Esperé dos horas mientras planeaba cómo salir de la mansión sin que nadie se diera cuenta.

Me dolía dejarlo, pero sabía que de algún modo mi ausencia lo ayudaría a él también. Yo lo estaba lastimando y odiaba aceptarlo. No obstante, no hacía esto sólo por él o por mí, sino también por Jordan. Debía estar pasando las noches en vela desde que desaparecí y no lo merecía.

A medida que la noche transcurrió, me preparé, hasta que finalmente abrí la puerta de la habitación dispuesta a huir.

StayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora