VI

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-¿Qué van a hacer conmigo?

Lo preguntaba cada vez que llegaba el cambio de guardia y un nuevo inmaculado comprobaba que siguiera atado. A continuación se situaba en posición firme a un par de metros de él, donde permanecería inmóvil las siguientes 4 horas. Aún no se había repetido ninguno, ni ninguno le había contestado.

Por el día era siempre el mismo dothraki el que, desde su caballo, tiraba de la cuerda con la que ataban sus manos. Le había oído hablar en la lengua común, pero a él nunca le preguntaba, sabía que sería igual de inútil y además le haría caer de bruces al suelo.

El día que partieron había sido su hermano quien le había comunicado que viajaría como prisionero. "Te tratarán como te corresponde, como caballero de alta cuna" le había asegurado. Quería enfadarse con él pero sabía que Tyrion no lo engañaría a sabiendas.

Cuando la segunda guardia de la noche terminó, fue Ser Davos quien apareció para darle el desayuno.

-Ser, ¿qué van a hacer conmigo?

-Deberíamos decapitarte.-podía oírse el desprecio que sentía en su voz-pero Daenerys de la Tormenta es misericordiosa. Además Brienne de Tarth ha solicitado audiencia para rogar vuestra libertad.

-Con tantas mujeres a las que debo la vida, cualquiera diría que La Madre intercede por mí.-Jaime nunca supo porque había dicho aquello, pero fue lo único que se le ocurrió al oír la estupidez que había hecho la moza.

-Ya... yo no soy cualquiera-concluyó Davos. A continuación lo llevó ante la Reina.

Daenerys estaba sentada en la silla más grande de todas, con el bastardo de Invernalia a un lado y su doncella de Naath al otro. Tyrion se mantenía al margen junto a una silla vacía que Davos ocuparía después. Finalmente vio a Brienne, de pié ante todos como si fuera ella quien iba a ser juzgada. Parecía preocupada, pero cualquiera que viera el estado de Jaime se preocuparía: solo habían pasado 3 días y ya parecía más delgado; la barba y el pelo empapados en sudor, la ropa desgarrada y sucia de las constantes caídas, todo ello junto hacía que pareciera demacrado.

El caballero de la cebolla le entregó la cuerda al dothraki y éste lo hizo arrodillarse de un tirón seco, una vez más.

-Brienne de Tarth me ha pedido que os libere.-Jaime decidió permanecer en silencio, tampoco sabría qué decir a la hija del Rey a quien él había traicionado, pero además pensó que era la forma más sencilla de no condenarse a sí mismo en un abrir y cerrar de ojos.-¿No tenéis nada que decir?-Jaime apenas podía mantenerse de rodillas, no solo por el cansancio físico, sino por la desesperación que le inundaba: nunca encontraría la forma ni las palabras para convencer al mundo de que él no era el monstruo que todos pensaban.-Brienne, repetid lo que me habéis dicho antes.

La moza se sonrojó, esta vez era evidente, Jaime lo había sospechado en su celda a la luz del fuego, pero no había estado del todo seguro. En unos segundos recuperó la compostura y habló como siempre lo hacía, segura de tener la verdad de su parte.

-Ser Jaime mintió para evitar que me violaran cuando hacía menos de un día aún era mi prisionero. Se enfrentó desarmado a un oso para salvarme la vida. Y salvó a miles de personas de perecer entre las llamas del Rey Aerys.-Por un momento Jaime pensó que iba a decir "el Rey Loco". Sintió cierto alivio, pero la sola mención del padre de la reina seguía siendo muy arriesgada, por no hablar de justificar su asesinato.

Daenerys volvió a mirar a Jaime.

-¿De verdad no tenéis nada qué decir?

Por primera vez su silencio estaba resultando más ofensivo que sus palabras, tenía que decir algo. Se levantó torpemente y tras mirar a Brienne unos segundos se volvió hacia Daenerys.

-Es cierto. Lo primero que ha dicho es cierto.-Volvió la mirada hacia Brienne-Pero si la historia la cuentan los vencedores, lo que Brienne os ha contado sobre el Rey Aerys es solo lo que yo le conté a ella, no hay maldad en sus palabras, no merece vuestra ira.-La cara de Brienne era tan expresiva en ese momento que casi pudo oírla pensar "qué idiota eres".

-Conozco los infortunios de mi padre.-"Infortunio sería que se le hubiera caído una vela en la alcoba y hubiera quemado un colchón" pensó Jaime. Lo habría dicho de haberse encontrado en las condiciones adecuadas.-No me ofenden sus palabras.-Daenerys desplazó su mirada entre todos los presentes-La mujer de Tarth ha hecho bien en acudir a mí, no es propio de la sangre del dragón tener prisioneros-Jaime pensó en Aerys, estaría loco, pero llevaba en sus venas la sangre del dragón y no pensaba como su hija.-Aquí y ahora decidiremos el futuro de Jaime Lannister. Escucharé a todos los presentes que tengan algo que decir, luego mis más cercanos consejeros se reunirán conmigo para determinar un veredicto.

Tras unos minutos varias personas que Jaime no conocía habían hablado sobre el Matareyes como si hubieran estado allí cuando todo pasó, inventándose tantos falsos detalles como historias falsas, aparte de aquella en que terminó con la vida de Aerys. Entre decenas de anécdotas sin importancia, pero que no hacían más que empeorar su mala reputación, alguien había barajado la opción de que él mismo hubiera matado a su propia hija en Dorne.

Finalmente la reina cedió la palabra a su hermano. Tyrion se levantó para hablar, le encantaba aportar su punto de dramatismo en las situaciones menos indicadas.

-Jaime me salvó la vida. No solo cuando me liberó de la trampa que me tendieron mi padre y mi hermana, sino muchas veces antes de eso. Quizás no siempre haya sido el ejemplo de hombre al que seguir, pero le han puesto una cruz encima, la cruz del Matareyes...-miró un momento hacia su reina, ella no le devolvió la mirada, sino que la mantuvo fija en el mayor de los Lannister-y cargar con una cruz así es difícil. Cuando mi padre casi consiguió matarme, todo el mundo creía que yo era un monstruo, y quise serlo, por los dioses que sí. Quise haber matado yo mismo a mi sobrino, quise darles el miedo que decían tenerme.-Todos los presentes lo escuchaban con atención, Tyrion hizo una pequeña pausa y continuó más sosegado.-Pero desearlo, que la gente lo creyera, no me convirtió en ese monstruo. Jaime no es el monstruo que todos creéis.

"Sí que fuiste ese monstruo, mataste a mis padres." Jaime quería pensar eso, quería culparlo y sentir rabia contra él, parecerse más a Cersei en ese aspecto para que nada le afectara. Pero no pudo.

El siguiente en hablar fue Davos Seaworth; mientras lo escuchaba, Jaime no podía evitar acordarse de su viaje a Desembarco con Brienne.

-Rompió su juramento, matando al rey que juró proteger, todo para darle el reino a su hermana y a su padre. Volverá a hacerlo.-Varios minutos de este discurso hicieron a Jaime dejar de escuchar, hasta que oyó que la reina volvía a pedir la opinión de Brienne. Esta vez la moza sabía que tenía que convencer a su público, no bastaba con contar lo que sabía.

-Ha venido a vos, voluntariamente. Él mismo fue quien se quitó su armadura la noche antes de partir, no tenía ninguna intención de rebelarse.-No sabía qué más decir y durante unos segundos se impuso un profundo silencio.

Jaime no albergaba esperanza, hacía tiempo que en lugar de huir de su final, esperaba que fuera uno bueno. Seguramente Daenerys lo haría quemar, moriría por fuego de dragón, casi le parecía justicia poética.

-No me importa de donde venga.-Le costó reconocer aquella voz.-La larga noche caerá para todos por igual.-El bastardo de Invernalia se había puesto de pie y lo miraba fijamente a él, en la distancia.-Si está aquí tras ver al espectro... sabe que nos necesita tanto como nosotros a él.

FUCK LOYALTYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora