XI

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-Comed.-Jaime yacía casi moribundo, con la mirada perdida y la mente en blanco, había perdido totalmente las ganas de vivir.-¿Qué estás haciendo?

-Me muero.

A Brienne no podía importarle menos la vida del matarreyes, o al menos eso creía hasta hacía tres días, cuando solo lo mantenía con vida para cumplir con su promesa. Pero hacía tres días había contraído una deuda con él, cuando la salvó de ser violada por Vargo Hoat y sus hombres. "Si te resistes, te matarán, ¿lo has entendido?", sus advertencias habían sido sinceras, no intentaba asustarla, sino ayudarla de la única forma que se le ocurrió.

-No puedes morir. Tienes que vivir... para vengarte.

-No me importa la venganza.-Jaime no entendía por qué la moza insistía tanto, por qué se había bajado de su caballo para defenderlo cuando lo habían tirado al barro, por qué tenía una expresión tan preocupada. "Aún intenta cumplir su juramento la muy estúpida" pensó.

-Cobarde. Un pequeño infortunio y te vienes abajo.

-Infor... ¿infortunio?

-Has perdido una mano.

-La de la espada, he perdido esa mano.-Jaime miró a Brienne sin dar crédito al aspaviento que había hecho con la cabeza como respuesta; lo miraba como si fuera un niño pequeño que se ha encaprichado porque ha perdido un juguete. Era su mano. Su mano derecha. Sin ella no era nada.

Pero la miró fijamente y ella le mantuvo la mirada, era transparente para él, podía leerla sin esfuerzo, y lo que vio le sorprendió: la reprimenda era sincera, no estaba aprovechando la situación para machacarle, sino que de verdad pensaba que no era para tanto; Jaime se dio cuenta de que de haber sido ella quien perdiera la mano de la espada tres días atrás, ya llevaría dos practicando con la otra.

-Ahora tienes una idea, una idea del mundo real, en el que arrebatan a la gente cosas importantes, y tú te quejas, lloras y te rindes.

Las palabras le golpearon como una bofetada, pero una bofetada de realidad, de aire fresco, que cambiaba en cierto modo su entendimiento del mundo, el mundo real del que no sabía que estaba tan aislado.

La fuerza interior de la moza no dejaba de sorprenderlo. Aún con expresión de enfado, ya que su orgullo no le permitía darle la razón abiertamente, Jaime cogió un trozo de pan y se lo llevó a la boca.

Aquel estúpido Lannister que siempre lo había tenido todo, toda mujer quería tenerlo y todo hombre ser como él, cuyo padre era el hombre más poderoso de los Siete Reinos y él había sido concebido para serlo algún día; aquel ser egocéntrico y cruel que había roto su juramento matando al rey al que juró proteger. Brienne no lograba entender por qué ese hombre la había salvado unos días atrás. Tras unos segundos habló:

-Sé lo que hiciste por mi... Le dijiste que Tarth está llena de zafiros. Se llama Isla Zafiro por el color azul de sus aguas. ¿Lo sabías?-Levantó la mirada y sin saber por qué supo que la expresión de Jaime era un sí.-¿Por qué me ayudaste?

Jaime no sabía qué contestar. ¿Por qué lo había hecho? Cada vez que ella lo salvaba tenía en mente la idea de que solo lo hacía para cumplir su juramento con Catelin Stark, ya que así lo había manifestado en varias ocasiones, pero a la vez le invadían pensamientos que él consideraba intrusivos, pensamientos sobre como él también merecía que lo salvaran, también merecía otra oportunidad. Sin saber cómo pasó se dio cuenta de que acababa de salvarlo otra vez, en esta ocasión, de morir de inanición por tozudez.

Jaime se dio la vuelta, la moza lo observó durante casi una hora creyendo que dormía, sin saber que en realidad tenía la mente tan agitada que no podría dormirse hasta poco antes del amanecer.

FUCK LOYALTYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora