Obligada

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- Eider, tu amigo ya está aquí.- Dije entrando en el cuarto de mi mejor amiga.

En realidad no era así, pero alguien debía darle prisa. Si fuera por ella podría tirarse horas y horas maquillándose. En este aspecto, eramos totalmente diferentes. Yo como mucho me ponía rimel y pintalabios (y esto no era una opción, soy fanática de los pintalabios, puedo tener miles y cada uno de diferentes tonos).

- ¡No puede ser! ¡Aun no he terminado! - Dijo con una mirada de pánico desde el espejo.

- ¿Te queda mucho? -Insistí.

- ¿No pensaras ir con esas pintas? - Oh no. Sabía lo que venía a continuación.- Me queda el colorete, ahora mismo quiero verte buscando en tu armario el vestido más provocativo que tengas.

A mi me encanta ir en falda y vestidos, pero siempre opto por un pantalón vaquero y hoy no era una excepción para no ponérmelo, y más teniendo en cuenta de que no se quien habrá en la misteriosa fiesta y que lo más probable es que o uno me volviera andando o dos coger un puñetero taxi.

A lo mejor ves al chico más sexy de la estación y tienes suerte y te lo tiras.

No. Mi subconsciente traicionándome como de costumbre.

- ¿Porque sigues apoyada en el marco de la puerta? ¡Largo! Cuando vaya a tu habitación te quiero extremadamente buena y déjate de vaqueros largos. ¡Estamos en verano! Deja que el poco aire frío que hace roce tu blanca piel, Blancanieves, y a lo mejor si tienes suerte alguien más te toca.- Dijo mi amiga guiñándome un ojo. Vaya cuadro.

Me reí mentalmente de mi mejor amiga, esta loca.

Crucé el pasillo del apartamento, no era muy espacioso pero lo suficiente para nosotras dos. Este constistía en un pequeño recibidor en su entrada, un salón grandecito y una puerta que llevaba a una pequeña cocina que tiene todo lo que necesitamos. Una gran terraza con unas vistas algo bonitas, pues justo en frente, para mi suerte, había un pequeño parque. Me vendrá bien para cuando Eider se traiga a sus futuros ligues, aunque yo ligara a un chico o dos (como mucho) conociéndola ella traerá muchos más. Después tenía un pasillito que tenía dos puertas. Nuestros respectivos dormitorios y que por fortuna, cada uno tenía su propio cuarto de baño.

Entré en mi cuarto teniendo una ligera idea de cual iba a ser mi ropa de cambio. Un mono corto, que no era pegado y tenía algo de vuelo y por la parte de la espalda era al aire. Me encantan todas las prendas que por la parte de atrás no lleve tela. Y por delante tenia un escote en forma de v, era de tirantes. No pasaré frío dije mentalmente, estamos en junio.

- Voy a entrar espero que ya estes... Wow cariño, ven aquí te voy a dar un último retoque y voilà, estas preciosa Briseida.

Bien, le ha gustado. Menos mal porque conociéndola hasta que ella me diera su aprobación no saldríamos de allí.

El sonido del timbre interrumpió mis pensamientos.

- Chica, déjame ya. Creo que es suficiente Eid, otro día dejo que me pintes como tú quieras.- Mentira, dejarme pintar por ella sería igual que mirarme al espejo y pensar que era otra persona.

- De hecho, solo iba a darte un poco de sombras...- otro toque del timbre sonó interrumpiéndola. - Sólo por esta vez te salvas Briseida María- Sólo ella puede añadirme nombres a su antojo cuando no esta conforme, que le vamos a hacer.- Por cierto se llama Miguel ¿vale? Se simpática por favor. -Bueno, digamos que yo en las primeras impresiones soy la típica amiga seria difícil de hacer reír.

- Te olvidas de que me lo presentases una vez aquel verano.- Dije yendo a abrir la puerta.

- Ya por eso te acordabas del nombre, ¿No?

El Sexy Príncipe De La Estación ||EN EDICIÓN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora