Pesadillas

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- Ya no te quiero, es mejor que te vayas sola.

- ¿Por qué me dices esto ahora Eric? - dije con lágrimas en los ojos- ¿por qué viniste conmigo hasta el aeropuerto? Para dejarme tirada, claro está. No sé por qué tienes tanta insistencia en hacerme daño -le grité ante un Eric que solo me miraba con desprecio.

- Es mejor así que humillarte delante de las mellizas, ¿no crees?

- Lo mejor sería que no me hubieras engañado, que no me hubieras hablado, no haberte conocido y no haberme casado contigo.

En ese instante la cara de Eric se tornó roja como un tomate y sin saber bien lo que estaba pasando, me propinó una guantada en la mejilla.

- Nos despedimos como nos conocimos en los viejos tiempos - que ironía.

- Nunca deberías haber aparecido en palacio - apareció el rey.

- Ni enamorarte de alguien que no te pertenece - dijo Arsuh que también estaba allí en la sala de espera del aeropuerto.

- Solo estas aquí por el dinero - dijo Pelin.

Cada vez aparecían más personas que me rodeaban y se acercaban lentamente, sentía que no podía respirar, me estaba ahogando.

- Yo te hubiera cuidado mejor - me dijo Aaron- pero decidiste achacarme con Arsuh.

- Eso no...- intenté decir.

- Solamente eres una vulgar campesina -dijo la reina desafiante.

Y en ese momento desperté. Todo había sido un sueño. Una pesadilla.

- ¿Estás bien? - me preguntó Eric. Estaba sentado a mi lado en el avión privado. Ibamos rumbo a España.

- Oh, si no te preocupes - dije brindándole un dulce beso en los labios- he tenido una pesadilla. Me dejabas tirada en el aeropuerto para volver a Norem -dije omitiendo la parte en la que todos los conocidos de aquel torturante palacio me decían cosas.

- Una pesadilla... ¿sabes? Yo también he tenido una.

- ¿Sí?

- Sí.

- ¿Quieres contármela?

- Ahora mismo no es el momento princesa, solo que tenía cosas rondándome la cabeza y habrán explotado así.

- ¿Es por mí?

- ¡No! Ni se te pase por la mente en ningún momento, es por... mi padre... él...

- Déjalo, ya me lo contarás cuando sea el momento adecuado.

Me sonrió con tristeza, estaba pasando unos malos momentos y lo único que le faltaba es que yo le comiera la cabeza con cosas malas de su familia. Necesitaba espacio y yo se lo daría.

- Te cuento los planes que tenemos, ¿vale?

- Me parece bien - reí.

- Perfecto. Vamos a pasar cinco días en Madrid.

- ¿Cinco días en Madrid? Pensaba que iríamos a mi casa.

- Ahora mismo Madrid es tu casa- hizo una pausa- como tu tío estaba grave decidí tirar de mis contactos y lo trasladaron a uno de los mejores hospitales de aquí. Toda tu familia esta hospedada en el hotel que vamos, obviamente para nosotros reservé el ático, me apetece intimidad.

El Sexy Príncipe De La Estación ||EN EDICIÓN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora