Epílogo

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Los rayos de sol me deslumbraban la cara, perezosamente y como podía en mi estado, me levanté y cerré las cortinas. Cuando me dispuse a volver a meterme en la cama una punzada de dolor invadió mi prominente barriga.

–Joder, Nico, ¿no puedes dejar que mamá duerma un rato más?

Y dicho esto, comencé a notar como un líquido se deslizaba por mis piernas rápidamente hasta alcanzar el suelo. En pocos minutos ya había un pequeño charco sobre mis pies.

En ese momento Eric salió del baño risueño como siempre y sin percatarse de mi estado se limitó a decir:– solo son las siete de la mañana, duerme un poco más.

Pero las ganas que tenia Nico por nacer hoy eran más fuertes que las de dejarme dormir, así que me dio otra contracción. Esta vez mucho más fuerte que la otra que hizo que me tambaleara y perdiera el equilibrio por completo. Justo en ese momento Eric se percató de la situación y estaba suficientemente cerca para lograr cogerme y no darme de bruces contra el frío y mojado asfalto.

Las contracciones eran tan seguidas que ni siquiera podía hablar.

–¿Llevas mucho así?– dijo un Eric preocupado en pijama.

Cualquiera que nos viera en esta situación se reiría. El se encontraba en bóxers mientras que yo simplemente llevaba un camisón de abuela, ya que era lo único que me entraba ya que con este embarazo no me cabía nada más.

Negué con la cabeza para responder su pregunta.

–¿Estás esperando a que deje de echar agua para llamar a un médico?– dije irónicamente.

Entonces parece que la bombilla iluminó su cara y, no sin antes dejarme en la cama apoyada en el cabecero, cogió su móvil y marcó a la que supuse que era la médica de palacio.

–Necesitamos ayuda, el parto se ha adelantado –logré escuchar a Eric antes de que una Briana de cinco años entrara por la puerta dando brincos.

–¡Buenos días mundo! – dijo dirigiéndose a la ventana por el lado contrario al que yo había mojado el suelo y abrió las ventanas –hace un día precioso Mamá – dijo sin mirarme embelesada en el cielo mientras que Eric ni siquiera se había dado cuentas de la intromisión de nuestra hija – es un día perfecto para que Nico nazca, ¿no crees?

Entonces fue cuando exploté.

–Briana quiero que salgas ahora mismo de la habitación y no vuelvas a entrar hasta que te avisemos –grité con voz cortante.

La pequeña me miro sorprendida por mi tono de voz, yo no solía gritar pero esta situación me sobrepasaba. Eric al escucharme se giró y fue cuando vio a nuestra hija.

Y me dio otra contracción y me fue inevitable no gritar de dolor junto a una necesidad de pujar.

–Necesito un médico ya por favor –suplique a Eric con lágrimas en los ojos.

Este me miro apenado mientras que le dijo algo a nuestra hija al oído.

Con pasos rápidos y tímidos ella se montó encima de la cama y me dio un pequeño beso en la mejilla.

–Espero que estés bien mamá – me sonrío – esta será la última vez que seamos tres –rio y felizmente, dando pequeños brincos salió por el dormitorio.

–La medica viene de camino, princesa, pronto te dejará de doler y tendremos a Nico con nosotros –me dio una sonrisa triste.

En ese momento me rompí, le había gritado a nuestra hija en nuestro último momento los tres solos. No me lo perdonaría jamás.

–No te sientas culpable, mi princesa, ella lo ha entendido sabe que vas a tener a su hermanito y es consciente de que estás sufriendo – dijo colocándome una almohada en mi espalda para estar un poco más cómoda.

Asentí.

–Creo que al menos deberías ponerte un pantalón – dije entre jadeos– la médica está por llegar.

El pareció comprender mi ataque de celos repentinos y riéndose , se colocó unos pantalones cortos deportivos. Se encontraba demasiado sexy y yo demasiado demacrada.

–No me verás otra vez de esta manera Eric de Norem.

–Ya lo veremos, Briseida de Eric.

Reí por su broma entre jadeos y en ese momento entró La médica.

Sin dilaciones entro y palpo para ver si estaba dilatada.

–Oh Dios mío –dijo mirando a Eric con los ojos muy abiertos – ¡tiene la cabeza fuera! Reina usted solo... ¡puje!

–¿Y ya? – dijo un asombrado Eric.

–¡Cállate! –le grité a la vez que la médica le dijo que me diera apoyo.

No se cuantas veces tuve que pujar escuchando palabras demasiado empalagosas de Eric que sabía que en otra circunstancia jamás me diría.

Jamás olvidaré su cara de asombro cuando escuchamos por primera vez el llanto de nuestro hijo.

–Enhorabuena, majestades, es un niño muy fuerte. Avisaré a todos del nacimiento, ¿queréis que entre alguien primero? – dijo dándome a mi bebé para que lo cogiera mientras Eric la ayudaba a recoger la cama.

Él me miro y asintió. Teníamos claro que persona sería la primera en conocer a Nico.

Una vez aseados los tres, nos sentamos en la cama admirando la belleza de nuestro hijo.

–Mi pequeño príncipe– dijo Eric sosteniéndolo en brazos. Lo miré y lo vi llorar. Me miro con una sonrisa – es el momento más feliz de mi vida – dijo dándome un beso.

En ese momento, alguien tocó la puerta y esta se entreabrió un poco.

–¿Puedo pasar?– dijo una pequeña voz.

–Claro que puedes pasar, mi amor – dije dándole paso a mi pequeña niña.

Al entrar cerró la puerta y le hice un hueco entre Eric y yo para que pudiera sentarse y ver mejor a Nico, su hermano.

–¿Quieres cogerlo?– le pregunté acariciandole su pequeña melena rizada.

Ella dudo por un breve instante.

–¿No te enfadarás? –dijo cabizbaja.

–Jamás me enfadaría contigo mi amor –miré a Eric y asentí .

Él, con cuidado, le tendió el pequeño bebé a Briana y lo cogió como si de un muñeco se tratara. Con extremo cuidado.

–Es maravilloso –dijo la pequeña niña dándole un beso en la frente a su hermano menor – sois mi familia, os quiero mucho. –sonrió.

Así era, esta era nuestra familia por y para siempre. La historia que mal había comenzado había terminado de la mejor manera posible.

Eric me miro lleno del orgullo ante Nuestros dos hijos con lágrimas en sus ojos.

–Son nuestros, princesa –me sonrió – lo he conseguido –dijo dándome la mano dejando un pequeño beso en esta– esto es para siempre, Briseida.

–Para siempre, Eric.

Y ahí estábamos los cuatro, viviendo nuestro momento por que, después de todo lo malo, siempre hay una vida llena de sorpresas que superará la tormenta.

Y esta es mi historia, la de como me enamore de aquel sexy principe de la estación de Madrid.

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El Sexy Príncipe De La Estación ||EN EDICIÓN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora