¡AQUÍ ESTOY! [All Might x OC] [One-shot]

Eres [Pequeño Angustia]

El timbre que finalizaba las clases del primer periodo como también anunciaba el almuerzo hizo acto de presencia finalmente, por lo que tanto la clase A como Hanako permitieron relajarse.

"Bien, lápices abajo", anunció la portadora del nombre de Samurái Reg al mismo tiempo que comenzó a caminar entre las filas para recoger los exámenes. "Los resultados estarán listos mañana. Les recuerdo nuevamente que los que reprueben tendrán solamente clases teóricas hasta el siguiente examen, agregando un entrenamiento muchísimo más duro que los demás al atrasarse; así que más les vale haberse esforzado", advirtió con una sonrisa que significaba peligro, conectando su mirada con cada alumno como también guardándose una carcajada ante la reacción de Mineta, Kaminari y Ashido. "Bien, pueden irse. Disfruten el almuerzo".

Mientras ellos se retiraban a la cafetería, Hanako se tomó el tiempo para acomodar los exámenes por orden alfabético, ayudaba mucho a mantener su mente ocupada.

Con un modesto y maternal entusiasmo se despidió del joven Midoriya y su singular grupo de amigos; Bakugō siguió su camino sin decir una sola palabra al momento de tomar a Kirishima del cuello de la camisa, quien comenzaba a protestar, diciéndole que era un grosero por llevárselo sin decir nada.

Ella sólo rio y alzó la mano en forma de despedida, pero en cuanto el salón fue invadido por el silencio absoluto, Hanako también lo hizo. Incluso parecía que un interruptor había sido apagado en su cerebro, robándole la hermosa sonrisa que se había dibujado en la comisura de sus labios. Miró un punto inexistente en la ventana, aunque una especie de molestia trataba de llamar su atención desde el centro de su pecho, que al conseguir su cometido comenzó a propagarse con rapidez, tal como la peste. Arrugó el rostro y sacudió la cabeza, borrando los pocos pensamientos habían osado manifestarse; y apoyó las manos en el podio, agachando el cuerpo hasta crear una imperfecta línea horizontal. Respiro hondo, o más bien lo intentó, la primera bocanada de aire por poco se volvía un desastroso lamentó, por lo que continuo sacudiendo la cabezo como si con eso consiguiera callar su mente.

Y después de unos minutos consiguió recuperar la compostura.

«Esto jamás paso», pensó para sí y tomó los exámenes.

Tras salir una ráfaga de viento embistió su cuerpo, aunque no consiguió arrebatarle los papeles tras apretarlos contra sí con gran ímpetu.

"¡Aquí estoy para saludar a mi amada!", se anunció All Might a los cuatro vientos y con ese entusiasmo característico, robándole una pequeña sonrisa a la pelinaranja, por no mencionar el cierto rubor que cruzó por su rostro ante tal presentación. "Ah, Hanako, hoy luces más que radiante. Estás bellísima".

Le sonrió con calidez, posando las yemas de los dedos sobre la piel curtida de las mejillas cuando se colocó a su altura, por lo que All Might reaccionó sonrojándose de una manera adorable, devolviéndole color al día después de ese pequeño episodio; ni se diga cuando le robó beso, estaba que no cabía en sí como también no deseaba otra cosa que tenerla entre sus brazos por el resto del día sin que nadie los moleste.

"¿Almorzamos...?", propuso él, alzando tímidamente lo que parecía ser su comida, la cual estaba envuelta en un tierno protector con estampado de su imagen en forma chibi.

El corazón de Hanako se derritió por completo ante sus acciones. Había sacado la lotería con aquel increíble hombre.

"Por supuesto, ¿me esperas?", pidió junto a una sonrisa ligeramente avergonzada para después señalar en dirección a la sala de maestros y alzaba las hojas. "Dejaré los exámenes e iré por mi almuerzo. ¿Te veo en tu oficina?".

Animoso y con una sonrisa más allá de la alegría, el enorme rubio asintió para después desaparecer en un abrir y cerrar de ojos. Hanako por su parte caminó a toda prisa a la sala de maestros, dejó los exámenes y tomó su comida; saludó a Ectoplasm y Vlad, quienes se dirigían a la cafetería de maestros, como también evitó a Present Mic, puesto que la detendría y cuando él comenzaba a hablar, no existía nada en el mundo que lo parara.