Día dos - parte dos

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Narra Piero.

- Bien...aquí es. - sonreí. Jasmine era linda. Sí, bonita. Alta, esbelta. No podía pedir algo mejor. Ni siquiera la conocía bien. Da igual.

- Es...acogedor. - me miró, sentía como sus ojos no perdían el tiempo. ¿Y quien quería perderlo?

Ella era nueva en la ciudad, igual que yo. No tenía novio.

- ¿Vino? - pregunté cariñoso. Al mismo tiempo que me fijaba en su excitante escote. Sí, vaya que era guapa.

- Lo que tú quieras. - me sonrió, indiscreta. Me puse de pie de inmediato, buscando el vino, como un desesperado. No podía perder aquella oportunidad.

Sobre el vino...no sé. Ni siquiera sé que cogí para ella. Solo lo llevé hasta donde estaba sentada. Miré sus ojos, y entonces...comprendí que no hacía falta vino.

Me besó, tan desesperadamente, que ni siquiera yo resistí la tentación. Como decía...ella era bonita.

Deje la botella de vino a un lado, ¿Qué mierda? Ya no importaba. Y me dedique a recorrer su esbelto cuerpo con las manos. Me apretaba contra ella, contra su cuerpo, sentía como aquellos besos llegaban a convertirse en otra cosa. Y me gustaba.

Y aquel olor... ¿había mencionado sus piernas?

- Piero ...- susurró entre gemidos. Abrí los ojos, Jasmine estaba cerca. Muy cerca. - La puerta.

Entonces me di cuenta que la puerta sonaba con insistencia. Ni siquiera me había percatado de eso. Tenía los cinco sentidos puesto en Jasmine...y en el cuerpo de Jasmine.

- Oh, sí...- me puso de pie. Tambaleando. Y me repuse, o al menos un poco.

Caminé hasta el pasillo, donde al fondo podía divisarse la puerta. La abrí, deseoso por volver a mis obligaciones...con Jasmine.

Y ahí, afuera de mi casa, con un par de vaqueros, y una blusa de tirantes, estaba Marina. De nuevo. Con ese...ese fantástico brillo labial. Esos deseables labios. Esa cabello tan perfecto. Por un momento Jasmine no era nadie,...nadie lo era...nadie al lado de Marina.

Y yo sin camisa. Despeinado. Y aturdido.

- ¿Qué quieres? - le pregunté. Tratando de no mirarla. Al menos...al menos por ahora debía ser fuerte.

- ¿Qué quiero? Te portaste como un cerdo. ¿Por qué tenías que decir en plena vía pública que me había quedado en tu departamento?

- Porque fue así, nena. - me fijé en sus ojos...en sus labios, y lo hermosa que estaba en ese momento. Discutiendo conmigo, como ya acostumbraba.

- Sí, pero no paso nada.

- ¿Y tú novio piensa otra cosa? Cuanta desconfianza...

- Por supuesto que no. Ya le dije que no vale la pena molestarse por ti.

- ¿Entonces a que vienes?

Me miró por un par de segundos. Tal vez tenía razón. ¿Por qué venía siempre? ¿Qué si me encantaba? Por supuesto...pero ella...ella tenía novio. Y aún así llevábamos viéndonos más de lo que un simple vecino nuevo lo hace con una vecina nueva.

- Porque...- miró a todas partes. Buscando respuesta. Era...era preciosa. Dios, era más que eso. - ¿Hay alguien adentro?

- ¿Te importa?

- Me da igual. Solo que si es alguna chica, solo podría advertirle que tenga cuidado de ti.

- Ella aprovecharía el momento.

Ella sonrió...me sonrió. Preciosa. Tan deseable como siempre. Como me hubiera gustado que las cosas fueran diferentes. Yo sí habría aprovechado el momento.

- ¿Te jode tanto que tenga novio, cierto?

Pues...

- No me importa.

- Hay por Dios...- puso los ojos en blanco. Me crucé de brazos. ¿Qué mierda quería probar? - se nota que estas desesperado.

- ¿Por ti?

- Ajá.

- Nunca.

- ¿No?...

Note como sus ojos se paseaban por el interior del departamento. Lo disfrutaba...disfrutaba mirarme y darse cuenta de lo mucho que me costaba mantenerme al margen mientras estaba al frente.

Mordió su labio inferior. Marina...vas a matarme.

Sentí como Jasmine se asomaba...Has algo Piero. Haz algo antes de que esto termine mal.

- ¿Quieres que te demuestre lo contrario? - me preguntó. Sus brazos me tenían rodeado. Mientras percibía ese perfecto perfume que emanaba su cuerpo. Marina estaba cerca. Dios...estaba tan cerca esta vez. ¿Pero que hacía? ¿Por qué me hacía esto?

Y me besó...sentí sus labios, sobre los míos. Sentí como aquel brillo labial se mesclaba discretamente sobre mis labios secos. Sus brazos acariciaban mi espalda. Suave, lento...Dios... Marina era perfecto. Era increíble. Acaricié su cintura, lentamente, mezclándome y uniéndome a la misma vez...estaba atrapado. ¿Quién no lo estaría? ...como me gustaba...me gustaba todo. Todo de ella.

Jasmine recogió sus cosas. Enfadada. Marina la vio salir, dejándome de lado. Sonrió al ver como mi cita terminaba de joderse por completo.

- Eres débil. - sonrió. En el borde su puerta ahora. Se dio la vuelta, mientras yo limpiaba mis labios. Marina había jodido mi cita. Me había jodido a mí. Había jodido a Jasmine. Me había jodido la noche. - que duermas bien.

Cerró la puerta. Aún sonriendo. Limpié mis labios, fuerte.

Mierda...era una trampa. Marina me puso en una trampa. Pero, era obvio, no se quedaría así.

7 días - Piero BaroneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora