Piero toma asiento en una de las butacas de espera. Su reloj indica que pronto lo llamarían, su avión partiría. Y justo como lo ha imaginado, nombran su vuelo y el tiempo que necesitaba para abordar. Se pone de pié. Arrastra su maleta, se acomoda el pasamontañas. Cuando de pronto, escucha a alguien detrás de él, siente varios ojos en su espalda. Voltea, Marina está de pié, sobre una butaca. Abre los ojos, no se lo puede creer, ríe por lo bajo, su aspecto es gracioso, es ella…la Marina que le fascinaba.
- Hola. – dice fuerte y claro, dirigiéndose a él. La gente alrededor se voltea a mirarla. – quería…quería hacer algo, antes de que el último vuelo a California se vaya. – Piero cruza sus brazos. – quería…pedirle perdón a alguien que está aquí… él. – lo señala. Piero enrojece. – porque la verdad es que me gusta muchísimo. – lo mira a los ojos. La gente la mira enternecida. Entiende la escena. Marina baja de la butaca. – perdóname por enamorarme de ti, en tan poco tiempo. – le habla mirándolo, de nuevo, Piero ríe, aún no se lo cree. – pero estoy aquí, y traje maletas. – señala. Piero la observa con ternura. - porque quiero irme contigo. A donde tú quieras llevarme. – abre los brazos, ni ella misma se lo cree, no ha hecho esto por nadie, nunca. – pero no voy a dejarte ir.
La expectativa no está solo en Marina. La gente se voltea a mirar a Piero. Se da cuenta que están de parte de aquella preciosa chica que ha venido a decirle lo que siente.
- Te amo. – grita fuerte y claro. – Te amo Piero Barone.
Piero alcanza sus manos, la atrae hasta él, rapidísimo. Sus rostros quedan juntos, mientras que alrededor, todos observan con ternura.
- No tenías que hacer esto. – susurra él. Acaricia su nariz con la de ella. Marina sonríe.
- No se me ocurrió mejor cosa. – lo besa en la mejilla. – no quiero que te vayas. – cruzan sus miradas. – olvida la boda, no voy a casarme. Estoy enamorada de alguien más.
- Eso suena magnífico. – la besa en los labios, mezclándolos en un beso tan intenso, precioso. – eres mía. – aprieta sus caderas. – mía, mi amor.
Marina lo abraza del cuello, riendo, Piero alza su cuerpo, sin dejar de besarla. Marina le acaricia el cabello. Es libre, lo siente así. Todos alrededor aplauden, Piero la besa de nuevo. Su chica, su Marina.
- ¿Me llevaras contigo? – pregunta Marina. Su dedo índice recorre el torso de Piero de arriba hacia abajo.
- Es posible que el avión me haya dejado ya…así que…tendremos que esperar a que anuncien el otro. – le sonríe. Marina ríe. Ha sido su culpa, pero ha valido la pena. Besa sus labios una vez más, mientras al mismo tiempo estira su mano un poco para coger sus maletas, las junta con las de Piero. Sus labios vuelven a juntarse…sus manos también.
Y ese día, no importo otra cosa, nada más que ellos dos, ella… y él…para siempre… más que siete días, más que eso…para toda la vida.