Me sangra la espalda
por estas dagas clavadas,
el calor llena mis heridas
mientras hay miradas frías.Ciega,
creí en falsas esperanzas.
Estúpida,
me dejé entre vuestras mordazas.Pero estoy calmada,
como el cielo antes de la tormenta,
esa escena tan terrorífica como bella,
esperando a dejar vuestra daga tirada.Hijos de Judas,
siendo inconscientes
del daño presente,
felices con su ignorancia.Me lanzan fósforos
cuando el incendio está en ellos,
y los consumirá en silencio,
y ahí se quedarán, en soledad.
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Laberintos por dentro
PoesíaSupongo que de algún modo debo encontrar la salida a estos laberintos que se dibujan en mi interior.