Cinco

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—Me sigue resultando curioso que te haya importado tanto su presencia —habló Rein detrás de Yui—. Normalmente siempre sueles alejar a los que se acercan demasiado... bueno, no tú, pero sí Kyril y Siro, pero aun así...

El chico cerró el libro con fuerza, utilizando solo una de sus manos, manteniendo su mirada fija en Yui en todo momento. La rubia se removió incómoda en su lugar, un poco temerosa por la forma en la que el chico le miraba, pero sin decir nada en realidad. Esperó y esperó, el chico se levantó, caminó hacia ellos con pasos firmes y seguros, y eso solo incrementó la intimidación.

—Komori Yui —dijo, de nuevo exaltando a Yui, vaya que su voz producía un efecto extraño—, sabía que vendrías.

—¿D-De verdad? —Intentó no verse muy afectada, trató de mirarle a los ojos pero no pudo.

—Sí —frunció el ceño—, tu llegada supone nada más que problemas.

Una parte de Yui se esperaba que el chico que se parecía a Ruki fuera igual de frío que él, pero igualmente le había tomado desprevenida su comentario. Soltó un suspiro ahogado, ni siquiera sabía que había estado conteniendo el aliento.

El joven pareció percatarse del efecto que sus palabras habían provocado en la rubia, porque su ceño se suavizó y se notó ligeramente apenado por su brusquedad.

—Ah, perdóname, eso ha sonado mal... —titubeó.

Rein, que todavía estaba presente, se apresuró al lado de Yui y le tomó del hombro en un gesto para tranquilizarla.

—No es culpa de Riku el no tener tacto o el saber cómo dar noticias importantes de manera suave.

Le sonrió con vergüenza, aunque no exactamente porque se apenaba de su compañero, sino porque le daba pena que ella no entendiera lo que él le había explicado.

—No... no pasa nada —respondió Yui, negando la cabeza repetidas veces.

Riku intentó enmendar su frialdad retrocediendo para darle espacio a la chica y que así no se sintiera tan intimidada o temerosa; fue hacia la mesa que había en el centro del salón y colocó sus manos en la superficie, dándole la espalda a Yui y Rein.

—¿Podrías darnos... unos minutos, Rein? —cuestionó sin voltear a verlos, con la vista fija en la madera de la mesa, como si fuera de lo más interesante.

—Por supuesto —hizo una inclinación con la cabeza, algo que hizo que Yui viera a Reiji en él.

Cuando Rein se percató que Yui le miraba, le sonrió de nuevo, antes de salir de la habitación y cerrar las puertas tras él.

Se instaló un silencio entre ambos que hizo que Yui se encogiera de hombros y se cruzara de brazos para intentar no sentirse tan incómoda, no sabía del todo qué decir, temía decir algo que molestara al chico frente a ella. En la mansión, cualquier comentario suyo era tomado a mal, ella se había acostumbrado a quedarse callada para evitar problemas.

—Es extraño, ¿no es así? —habló Riku, todavía en la misma posición, ahorrándole las palabras a Yui para iniciar una plática tranquila—. Este lugar, nuestro Refugio. Es raro para ti, ¿verdad?

—Umm... no realmente —respondió Yui, mordiéndose el labio—. Esta es su casa, ¿no? No le veo nada extraño a eso.

Escuchó una risa baja por parte del chico, y de nuevo le recorrió un escalofrío. De verdad, estaba comenzando a inquietarle lo relajante que resultaba la voz del joven.

—Supongo.

Se giró y se acomodó sobre la mesa para mirar tranquilamente a Yui.

—Podría decirte que somos gente normal, pero sé que no es así. Estoy al tanto sobre los sueños que comenzaste a tener repentinamente; la primera vez que soñaste con uno de nosotros, y ese fue Akito, ¿no?

Imperium [Diabolik Lovers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora