Veintidós

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¡Hola! Para ti que lees el capítulo, un aviso: hago una pregunta en las notas al final respecto a la historia que agradecería que contestaras, esto con el fin de ver si hacer lo que pregunto o no, así que considera responder, aunque no pasa nada si no quieres. ¡Gracias por leer, y disfruta!

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Riku no dejó de tranquilizarla en todo momento, sosteniéndola con tanta fuerza que Yui no habría podido apartarse de él aunque hubiera querido. No pareció importarle que Yui hubiera humedecido su ropa con sus lágrimas, sino todo lo contrario, la instó a que se desahogara todo lo que quisiera y que él no se iría a ninguna parte.

No estaba segura de cuánto tiempo pasó apretada contra su pecho, pero cuando ya no tuvo más lágrimas que derramar, igualmente se quedó acurrucada contra él, intentando procesar todo.

—¿Estás mejor? —le preguntó Riku suavemente, a lo que ella asintió en silencio—. ¿Puedes levantarte?

Ella volvió a asentir. Con cuidado, Riku se separó de ella y la ayudó a ponerse de pie, sosteniendo su mano con firmeza, y no la soltó incluso cuando Yui recobró la compostura y se sintió tranquila.

—Lo siento... —murmuró ella, sintiéndose avergonzada por su comportamiento—, y gracias.

—No debes disculparte por llorar, Yui. —Riku frunció el ceño y negó con desaprobación. Entonces, con su mano acarició la mejilla de la chica con suavidad, de forma que entendiera sus palabras—. Nunca te disculpes por tus sentimientos.

Yui no pudo evitar sentirse un poco agobiada porque Riku siempre parecía tener las palabras necesarias del momento, ¿acaso era una clase de habilidad especial, o solo la había desarrollado con el tiempo? De cualquier forma, daba igual, lo importante era que tenía que hacerle caso, no había motivo por el que Yui tuviera que continuar con la mentalidad que los Sakamaki habían grabado con maltratos, gritos y miedo.

No cuando había pasado tanto tiempo con las Sombras, quienes se habían encargado de desenmarañar esas ideas de poco a poco con gentileza, paciencia y cariño.

—Debes saber que aunque ellos no estén —continuó diciendo Riku, colocando un mechón rubio detrás de la oreja de Yui y tomándole de la barbilla para que lo mirara y viera la sinceridad en sus ojos—, ellos estarían felices de que tú estés bien. Por lo menos, eso es lo que sentiríamos nosotros en su lugar...

Y por la forma en la que Riku sonrió, Yui tuvo la certeza de que tenía razón. Le sonrió de vuelta con timidez, avergonzada pero agradecida.

Incluso aunque ese no era su Riku, todo parecía apuntar a que, de alguna manera, lo era. Gracias a su cuaderno con el que mantenía contacto con sus «otros yo», casi podía sentir que él no era muy diferente de su versión... que ahora estaba muerta.

Se mordió el labio, sabiendo que no era momento de ponerse a llorar. Sabía que había mucho por preguntar, pero solo podía pensar en una cosa.

—El collar es el que me trajo a ti, ¿verdad? —preguntó con curiosidad—. ¿Cómo es que funciona? Funciona muy bien, además es bonito, ¿acaso tiene alguna clase de magia?

Riku sonrió complacido, como si estuviera esperando que ella le preguntara al respecto.

—Fue idea de Kerman. Antes de que siquiera pudiera hablar con él, él ya tenía consigo el collar y solo me dijo: «Esto es un regalo de mi parte para ella, dile que la echo de menos».

—¿Me... echó de menos?

La sola idea de que Kerman, el hombre que parecía tener el ojo en todas partes y en todo momento, aquel que cargaba consigo un aura omnipotente pero amable, fuera capaz de recordarla y, además, echarla de menos, fue algo que emocionó el corazón de Yui al punto de casi querer soltar un par de lágrimas otra vez. Se contuvo solo porque quería seguir hablando con Riku.

Imperium [Diabolik Lovers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora