Ocho

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La cena transcurría silenciosa, como siempre, como debía ser. Ella nunca levantaba la mirada de su plato, no desde que se había quedado mirando a Kanato por casualidad y este había explotado en gritos y amenazas; Yui había recibido un castigo injusto, quedando con un moretón en su clavícula, lugar donde Kanato había mordido brusca y descuidadamente dejándola inconsciente después de llevarla con sus muñecas.

El primero en levantarse de su lugar una vez que terminó de comer fue, por supuesto, Subaru. Soltó un comentario muy similar a «qué molestia» y desapareció, seguramente yendo a su habitación o al campo de rosas que tanto apreciaba. Luego, Laito rio mientras le acariciaba con segundas intenciones el cabello a la rubia, quien se encogió en su lugar, intimidada. Luego siguió Kanato y Ayato, éste último amenazando a Yui con que esperaba que fuera a su habitación pronto porque tenía sed; Shuu no dijo palabra alguna pero Reiji, como siempre murmuró entre dientes algún insulto despectivo en referencia a la pereza de su hermano.

En cuanto Yui quedó a solas con Reiji, sintió en el ambiente que el chico quería reprenderla. En realidad, siempre parecía querer hacerlo, posiblemente porque era una humana, o una chica, o ambas cosas; no podía replicar nada, tenía demasiado miedo por cualquier cosa que pudieran hacerle, ella podía desaparecer en un parpadeo...

—Es necesario retomar tus clases de modales —comentó Reiji de la nada, sobresaltando a Yui un poco—. Tenía la impresión de que había sido suficiente, pero al parecer se te olvida cómo debería comportarse una señorita...

Y la miró con esos ojos color vino, de una manera despectiva tan intensa que Yui no pudo concentrarse en comer. Se sentía tan minúscula...

—¿Yui? —llamaron su nombre.

La rubia parpadeó varias veces y levantó la mirada, notando que la voz que le había llamado había provenido de Kerman, aquel hombre que era digno de ser llamado rey solamente estando a su lado, sintiendo su presencia.

Todos seguían comiendo tranquilamente, Sander hablaba muy animadamente con Kal, incluso soltaban unas cuantas carcajadas de vez en cuando; Akito hacía lo mismo con Lance y Kaden, aunque de manera más sutil. Se reían, sí, pero en voz baja, mirando de vez en cuando a Kal y Sander, posiblemente riendo contagiados por las risas de este par.

—¿Sí, señor? —musitó la rubia, temerosa.

—¿Te molestaría caminar un rato conmigo?

Miró su plato, el cual estaba casi vacío debido a la emoción de probar cosas nuevas y miró de vuelta al hombre.

—¡No, por supuesto que no! Sería un honor, señor.

Cuando Yui terminó, no pasó un minuto más pues Kerman se levantó de su asiento sin titubear y le hizo una seña con la cabeza para que le siguiera. La rubia abrió la boca para titubear, pero Akito la tranquilizó, poniendo su mano sobre la muñeca de ella.

—No te preocupes, nosotros recogemos hasta el final. Kerman de verdad parecer querer hablar contigo.

Así pues, ella siguió al hombre mientras los demás presentes se despedían animadamente de ella, haciendo que Yui sintiera cierta calidez en el pecho al ver que su presencia era notada y ejercía una reacción en la gente. Siempre se había sentido invisible con los Sakamaki, pero ahora era diferente.

—Entiendo que todo esto es demasiado para asimilar, espero que te sientas cómoda con nosotros. —A pesar de que lo que decía era un deseo, tenía cierto toque vacío, como si ya supiera la respuesta, fue un poco extraño.

—Oh, sí, por supuesto, es muy agradable —respondió la rubia con rapidez, notando que estaba un poco demasiado atrás, así que trotó un poco para llegar al lado del hombre—. La comida estuvo deliciosa y todos son muy amables, es maravilloso...

Imperium [Diabolik Lovers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora