Capítulo IX: [Pequeño viaje en familia]

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— ¿A dónde iremos, papá? —preguntó una niña desnuda con patas de araña en su espalda y peligrosas manos negras con garras.

No le contesté nada, principalmente porque no tenía idea de a dónde íbamos. Siempre caminábamos yo y mi compañera sin un rumbo fijo, pero ahora que me enfrentaba a esa pregunta, no sabía cómo responder.

—Oye, no me ignores. —La chiquilla en cuestión comenzó a picarme la cara con una de sus peludas patas de insecto mientras inflaba sus mejillas—. Mamá, papá me está molestando.

Mi compañera me miró con su inexpresivo rostro y soltó un leve gemido. Luego de ello, se acercó a la niña y le dio un fuerte abrazo. La chiquilla rió y se zafó de sus brazos, jugueteando con ella, que comenzó a perseguirla, aunque sin resultados, pues la pequeña era más veloz que mi acompañante.

Siendo sinceros, en realidad la chica zombi no estaba jugando con la niña que aclamaba ser nuestra hija. La verdad es que ella quería devorarla. ¿Cómo lo sabía? Se notaba en su expresión: sus ojos concentrados en la pequeña y su boca babeando, expectante por morderla.

Cierto era que yo también quería devorarla, pero esa niña lograba esquivar nuestros intentos y reía, pensando que era un juego.

Nuestro camino era incierto, pero teníamos un objetivo: Atraparla y comerla. Como ella seguía jugando con nosotros, la seguíamos en sus escapes. De esta forma, terminamos en un monte con escasos árboles y muchas hojas secas en el suelo, las que sonaban con nuestras pisadas.

— ¡¿Hay alguien ahí?! —preguntó de pronto un desconocido en el lugar. Su voz sonaba distante y débil, pero el silencio de esta zona nos permitió escucharlo. Tal vez él también se percató de nuestros pasos.

—Papá, hay alguien allá arriba —dijo la niña mientras apuntaba colina arriba. Allí parecía haber una cabaña de madera vieja. Ella se dio vuelta y movió sus manos y patas—. ¡Hola!

— ¡Una persona! ¡Gracias a la diosa! —exclamó el hombre—. ¡Ayuda, estoy atrapado aquí!

La chiquilla subió a un árbol, moviendo sus extremidades de insecto y luego se lanzó desde las alturas hasta llegar a la cabaña. Nosotros la vimos entrar y escuchamos el murmullo de las personas. De pronto el hombre lanzó un grito muy agudo y se oyeron golpes y cosas cayéndose dentro de la estructura. Luego de unos pocos minutoss, el silencio volvió.

La niña salió del lugar con el cadáver de un hombre adulto, arrastrándolo con sus manos.

—Este hombre era malo. Pedía ayuda, pero cuando me vio sólo quería patearme, así que lo maté —dijo ella, mostrando un rostro infantilmente enfadado.

Nosotros no le tomamos importancia y tomamos el cuerpo para comenzar a devorarlo. La pequeña se sentó al lado de nosotros, encorvándose y con sus manos apoyando su cabeza, observándonos comer.

— ¿Está rico?

—Sí... —gemí en respuesta.

La niña se quedó mirando el cadáver y tomó la mano derecha del hombre. La olfateó por un tiempo y luego le dio una mascada. No pareció gustarle mucho por su expresión, pero de todas formas continuó devorándola hasta consumir el miembro completo.

Yo levanté mi brazo y posé mis dedos sobre la cabeza de la chiquilla. Ella me sonrió y lanzó ligeras risillas, frotando su cabeza con mi palma. Quizás estaba pensando que la estaba felicitando por su actuar, pero en realidad tenía la intención de acercarla hacia mí para darle una mordida.

— ¡Ah! ¡Mira! ¡Un pajarito! —exclamó ella, levantándose y corriendo hasta un nido sobre unas ramas largas.

Yo miré cómo ella se alejaba de mi boca y escalaba un árbol para llegar hasta el ave. El animal en cuestión, comenzó a agitar sus alas para emprender el vuelo, pero ella lanzó una red de telaraña —la cual no tengo idea de dónde sacó— y lo atrapó. Ella comenzó a reír tiernamente mientras veía al pájaro retorcerse desesperadamente para escapar, sólo enredándose más.

¡Fui enviado a otro mundo, pero morí y ahora soy un zombi!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora