La campana sonó, indicando a los alumnos del Instituto dragón que entraran a clase. En pocos minutos, los pasillos estaban vacíos, salvo por un muchacho de cabello marrón, ojos verdes y completamente despeinado. Llevaba unos jeans azules holgados, unas Nike negras, una chaqueta azul y una bufanda roja sobre su cuello. Se lo veía confundido y desesperado.
-¿qué haces aquí afuera?-preguntó una voz a sus espaldas, el muchacho se sobresaltó y se volteó. Un hombre de traje rojo, tez oscura y barba y cabello marrón oscuro se encontraba detrás de él. El chico se relajó, pero mantuvo el respeto frente a su padrastro y ahora director.
-No encontré el salón...-el chico fue interrumpido.
-En el piso de arriba, tercera puerta a la derecha-indicó el hombre-. Y que tengas un buen comienzo escolar.
-Gracias, señor-dijo el muchacho y se volteó para irse, pero el adulto apoyó una mano en el hombro del chico, haciendo que volteara nuevamente.
-No tienes que decirme “señor”, Callum-comentó sonriendo. Tardó en responder.
-Nos vemos en casa, señor-se limitó a decir y empezó a subir las escaleras rumbo a su salón. Sólo pudo oír el cansado suspiro de su padrastro y luego sus pasos al alejarse. Él también suspiró.
Aún no sé acostumbraba a tener un padrastro. Su padre biológico había muerto, y años después, cuando su madre ya se había casado con Harrow, ella también murió, dejándolo al cuidado de su amable padrastro. Harrow siempre había sido comprensivo y bueno con él, comprendió que necesitaba su espacio para superar la muerte de Saraí y se lo dio con respeto. Después de todo, él también se había sentido muy afectado por la muerte de su esposa. Con ella había tenido un hijo, con el cual Callum se llevaba de maravilla y a quien protegía y quería como si de su propio hermano se tratase. También quería mucho a Callum por el hecho de que se parecía mucho a su madre.
Pero Callum no sólo había adquirido sus rasgos de Saraí, sino también sus extrañas habilidades. La mujer había nacido con un extraño poder: el poder de controlar la fuente del cielo. Y su hijo también. Pero estas habilidades no le habían traído más que problemas en su anterior escuela. Había hecho algo malo, y no supo como remediarlo. Por suerte su padrastro se encargó de hablar con las autoridades y convencerlos de que él era inocente y que él mismo se encargaría de que la educación de Callum fuera controlada. También supo inventar una excusa para ocultar las habilidades de su hijastro.
Desde entonces había pasado un año, en el que Callum aprendió a cerrarse al mundo, a no utilizar sus poderes y mucho más importante: a no demostrar quien era en realidad. Sabías lo que estabas haciendo, ahora acepta las consecuensias de tus actos se dijo mentalmente. Reaccionó cuando se estampó la puerta de madera de su salón. Ya había llegado.
Tomó aire y una repentina correntada de viento lo envolvió. Eso no era bueno. Miró hacia todos lados, con la esperanza de que nadie lo haya visto y tuvo suerte de que no: los pasillos estaban vacíos. Apretó la manija de la puerta para darse ánimos y entró.
El bullicio dentro del salón se detuvo bruscamente, todos voltearon a verlo. Callum sintió todo su rostro convertido en un tomate.
Las porristas lo miraron de arriba abajo con desaprobación, los deportistas sonrieron burlonamente, los “nerds” se acomodaron nerviosos en su asiento y los demás sólo lo observaron con curiosidad. Hubo solamente una persona entre la multitud que le llamó la atención: una chica de cabellos albinos, tez pálida y unos peculiares ("y hermosos" pensó Callum) ojos morados. Llevaba unos jeans negros, una chaqueta del equipo de fútbol de la escuela y unas zapatillas deportivas. La profesora reaccionó antes que el resto de la clase.
-¡Bienvenido! Tú debes ser el chico nuevo-asintió, algo nervioso- ¡Atención clase! Hoy tenemos un nuevo alumno, ¿cómo te llamas, querido?
-Eh... soy Callum.
-Bien, Callum, ¿por qué no te sientas al lado de Rayla?-señaló a la chica de ojos peculiares. Un enloquecido revoloteo de mariposas estalló en el estómago de ambos.
-Ehh... claro.
No importaba cuanto Callum haya querido controlarse, apenas se sentó en su asiento saludó a la desconocida.
-Hola, ¿Quién eres?-preguntó con una sonrisa amable, creyó ver un pequeño rubor en sus mejillas pero su blanco cabello dificultaba la vista.
-Eh...soy Rayla-contestó con un hilo de voz-. ¿tú eres...?
-Callum, un placer-le tendió una mano amistosa y ella la aceptó. Otra vez las mariposas, ¿es que acaso no podía parar?
Rayla sonrió de medio lado y acto seguido le prestaron atención a la clase. Al final de esta, la profesora dijo algo que les interesó a todos:
-Para conocerse mejor, van a jugar a un juego conocido como “el amigo invisible”. Van a sacar un papelito con el nombre de alguien de la clase y esa persona será su amigo invisible. A lo largo del año, se harán regalos y a fin del año van a descubrir quien es. Ahora, hagan una fila y antes de salir al recreo tomarán un papel-rápidos como un relámpago, todos los alumnos se levantaron de sus asientos y formaron una fila.
Cada uno fue sacando un papel hasta que llegó el turno de Callum y Rayla. Ambos metieron la mano al mismo tiempo, haciendo que estas queden atrapadas en la jarra.
-Eh... lo-lo siento-Rayla sonrió avergonzada y trató de retirar su mano, pero solamente la entrelazó más con la de Callum.
-Está bien, sólo necesito...-con un rápido moviendo tomó la mano de Rayla y la sacó, quedando agarrados y libres.
-Gracias, Callum...-respondió Rayla, soltando su mano. Sin decir más salió al receso.
Callum quedó sólo en el salón, tomo el último papel y leyó el nombre. Se sonrojó tanto como su bufanda.
-Rayla-susurró sonriendo inconscientemente. Le había tocado a Rayla.
Esta aventura apenas comenzaba...
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Compañeros de clase (Rayllum)
FanfictionCallum es el tipo de chico solitario, ni tan inteligente como para ser llamado nerd ni tan rudo como para enfrentarse a los abusivos de la escuela, que se la pasa dibujando y estudiando, pero en el fondo, es un chico muy distinto con bastantes cuali...