capítulo 6. Peleas y consejos

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-¿una qué?- fue lo único que Rayla fue capaz de musitar después de aquella declaración de la mujer que ahora no era tan mujer.

-Una elfo de Luna-repitió como si fuera lo más normal-. Ya sabes, con cuernos, piel morada y poderes lunáticos geniales.

-Claro-dijo Rayla y se incorporó de un salto de la camilla-. Creo que ya me siento mejor, Lunnaje, será mejor que me vaya, mi amigo me está esperando y...

-No me crees, ¿cierto?-la interrumpió la elfo mirándola con tristeza absoluta, pero una sonrisa en sus labios-. Está bien, yo tampoco le creería a una vieja y loca hechicera de Xadia. Anda, tu novio te espera algo... triste-la miró traviesamente.

-¡No, no! Él no es mi novio-Rayla hizo un ademán con la mano mientras se sonrojaba levemente. Lunnaje río delicadamente.

-¡oh! Casi lo olvido-Lunnaje tomó un collar de piedras azules de su bolso y se lo entregó-. Toma, te ayudará a ocultar... bueno, tu sabes-le guiñó un ojo y abrió la puerta para que Rayla pudiera irse-. Si necesitas algo, búscame, siempre estoy en la enfermería.

Después cerró la puerta.

Rayla estaba pasmada, tiesa en la sala se espera con el collar en la mano y los ojos abiertos como platos. No terminaba de comprender que acababa de ocurrir.

Cuando pudo reaccionar observó el collar que sostenía enredado en sus manos. Jugó unos momentos con la joya hasta que se decidió a probársela, tardó unos minutos en abrochar la cinta detrás de su cuello. En cuanto la gema tocó su cuello esta emitió un resplandor dorado, idéntico al que se había disparado de Lunnaje hacia minutos. Después, Rayla volvió a quedarse con la boca abierta. Sus orejas, cuernos y marcas habían desaparecido para convertirse  en unas completamente ordinarias orejas, los bultos en su cuero cabelludo ya no estaban y no había rastro de sus marcas.

Rayla estaba tan sorprendida que tuvo que palpar su cabeza, orejas y rostro para comprobar que lo que estaba pasando no era una especie de alucinación  (aunque sí lo era). La joven sonrió contenta y salió afuera, donde Callum yacía parado y ausente. Para llamar su atención, Rayla tapó con sus manos los ojos del chico, que se sobresaltó ante el contacto.

-¿Quién es?

-Adivina.

-Mm... ¿Rayla?-arriesgó, aunque sabía que de ella se trataba.

-¡Perfecto!-Rayla retiró sus manos y volteó a Callum por los hombros, quedando frente a frente. Cuando pudo verlo bien, Rayla se alarmó al ver la mejilla del muchacho morada-. ¿qué pasó?-Rayla tocó el moretón y Callum oprimió un quejido.

-Nada, sólo me golpeé contra la silla-mintió, pero él era pésimo en eso.
-Callum...

-Bien-también era fácil de convencer, en especial con ella-. Fue tu novio-dijo la palabra novio tan repulsivamente que la chica creyó ver la chispa de furia y celos encenderse en los verdes ojos del chico.
-¿Soren?-Callum asintió- No puede ser, aunque no me sorprendería, pero, ¿por qué te haría eso a ti?

Él tardó en contestar, estaba buscando las palabras para decirlo sin que sonara incómodo, pero no había caso, todo sonaba embarazoso y estaba seguro de que si lo decía no podría volver a mirar a Rayla a los ojos en todo el año. Así que tomó aire, puso su mejor cara de serio y la miró fijo, casi penetrando en el alma de ella con sus ojos.

-Me dijo que... que-Rayla esperaba impaciente. Callum buscaba una excusa- que quería destruirse por lo que le había hecho y que lo haría en el campo de juego.
Rayla se quedó en silencio por un momento, como pensando que responder ante eso. Después sonrió traviesamente.
-No si tu lo haces primero-dijo, y a Callum casi le da un paro cardíaco-pulmonar. Tenía que estar bromeando.

Compañeros de clase (Rayllum)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora