Capítulo 10. Una disculpa y una invitación

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Era jueves.

Y el baile sería el sábado.

No podía perder más tiempo.

Nunca en su vida se sintió tan nervioso y ansioso a la vez. Por fin era el día, por fin se disculparía con Rayla después de dos semanas sin cruzar palabra con ella –a excepción de su incómodo encuentro en la entrada de la enfermería el día anterior-.

Como era jueves sólo tenían Química juntos, por lo que Callum debía esperar hasta el mediodía para llevar a cabo su plan. Las primeras horas de la mañana se pasaron tan lento que Callum pensaba que por momentos el tiempo se frenaba completamente. Historia, español, física... ¡Y química! "Dioses, qué lento pasó el tiempo".

En el receso antes de la asignatura Claudia y Callum se reunieron para acordar los últimos detalles de su plan. De lejos, sin que lo notaran, unos grandes ojos morados los observaban curiosa y disimuladamente.

-Uf, estoy nervioso, no sé si vaya a funcionar-Exclamó Callum mientras frotaba sus palmas una contra otra. Claudia le tomó una de sus manos entre las suyas. Rayla los observó con más atención, desgraciadamente no podía oír nada de lo que decían.

-Oye, todo va a salir bien, tranquilo-la pelinegra sonrió dulcemente, tratando de reforzar la confianza que carecía en el alma del muchacho en esos momentos. Él le devolvió la sonrisa, Rayla prefirió dejar de mirar y se concentró en buscar los libros sin tirar la estantería.

Luego de unos minutos el timbre sonó, indicándoles que debían entrar nuevamente al salón. Claudia y Callum juntaron sus cosas rápidamente, este último respiró hondo mientras repasaba su plan en la cabeza. Claudia le tocó el hombro y le sonrió. Callum la correspondió nuevamente y juntos caminaron hacia el aula.

A lo lejos, Rayla confirmó sus tristes –e inciertas- sospechas: Callum y Claudia salían. Triste y abrumada por sus pensamientos tomó sus libros y caminó a paso lento hacia el salón. A su paso dejaba una serie de caras sorprendidas y descolocadas de sus compañeros. Rayla, la capitana del equipo de futbol femenino del Instituto Dragón, con quien nadie se atrevía a meterse, estaba arrastrando los pies con una cara miserable. Eso definitivamente no era algo que se viera todos los días.

Al llegar al aula, se sentó en el último banco y se puso la capucha, no quería hablar con nadie, menos que menos con Callum. Este, por su parte, se volteó verla, y en cuanto sus ojos se toparon Rayla evadió su mirada bruscamente. El muchacho volvió la cabeza, algo decepcionado, no pensó que estaría tan molesta. Claudia observó la escena desde su pupitre, extrañada. Miró a Callum, quien frunció los labios y negó con la cabeza, desesperanzado y ya no tan seguro de si su plan funcionaría.

Soren, mientras tanto, notó las constantes miradas de su hermana y Callum. Hizo una mueca con el rostro pero decidió no decir nada; aún. Minutos después de que la profesora entrara, tal como Callum le había pedido, esta dijo:

-Rayla, ¿puedes ir a buscar el proyector?-la nombrada se sorprendió por el pedido, pero aun así se levantó de su asiento sin emitir sonido alguno y comenzó a caminar hacia la puerta-. Callum, ¿podrías acompañarla?-volvió a pedir la profesora.

La platinada se detuvo en seco, esto no le podía estar pasando a ella.

-Sí, señora-dijo Callum mientras se levantaba.

-¿señora?-preguntó la profesora, fingiendo indignación.

-¡señorita!-se corrigió rápidamente el muchacho. Se oyeron algunas risas generales. Hasta Rayla soltó una pequeña risa.

Antes de salir detrás de la platinada, Callum miró a la profesora, quien le guiñó un ojo, cómplice. Claudia le levantó el pulgar, en señal de que todo saldría bien. El chico les sonrió y ahí sí, salió detrás de Rayla, que caminaba apresuradamente.

Compañeros de clase (Rayllum)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora