Capítulo Final 2/4. El baile

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-¿Cómo se usa esto? ¿Es para allá o…?-Callum permanecía frente al espejo hacía ya casi quince minutos, tratando de descifrar cómo se ponía la corbata de su traje- ¡Agh, no puedo ni ponerme una maldita corbata!-gritó exasperado el adolescente.

-¡Wow, wow, tranquilo, galán!-Harrow entró en la habitación de su hijastro sin tocar y se posicionó a su lado- Déjame ayudarte…

El hombre realizó algunos movimientos rápidos y a los pocos segundos el muchacho tenía una perfecta corbata alrededor del cuello de su camisa. Sonrió de medio lado y mirando a su padrastro a través del espejo musitó un: gracias.

-Tu madre me enseñó a hacerla-comentó el adulto, contemplando la corbata con una sonrisa melancólica-. Para nuestra boda ella llegó al altar luciendo completamente hermosa, mientras que yo, además de estar muy nervioso, tenía la corbata desatada y en una mano. Ella dijo: Yo te ayudo y allí mismo, frente a todos los invitados me enseñó cómo se colocaba-suspiró, y luego de unos momentos agregó-. Tu mamá me enseñó mucho más que como ponerse una maldita corbata.

Para ese momento Callum ya tenía los ojos cristalizados. Pensaba en todo lo que tendría que dejar al aceptar la oferta de Aaravos. Ezran, la escuela, a su padre… Dioses, quizás debía dejar de ser tan cobarde,  rechazar esa estúpida oferta y quedarse a combatir a Viren, Claudia y a Soren y acabar todo allí mismo. Pero no podía. No podía dejar que Rayla y su familia (además de miles de personas) corran peligro, eran lo más importante para él. Sin querer una pequeña lágrima comenzó a correr por su mejilla izquierda, eso era demasiado para un chico de quince años.

“Al menos la tienes a ella” pensó, e inexplicablemente sonrió. Era cierto, al menos la tenía a ella.

-¿Callum? ¿Qué te ocurre?-inquirió Harrow preocupado al notar las lágrimas acumuladas en los ojos del chico.

-Nada, es sólo que… en verdad la extraño-se volteó y se lanzó a los brazos de su padrastro
Harrow lo correspondió y se quedaron así por varios segundos. Callum no podía, no quería soltarlo. Sabía que si lo hacía, tendría que despedirse de él para siempre. Lentamente fue aflojando su agarre hasta que finalmente lo soltó. El hombre lo miró con compasión y dijo:

-Yo también la extraño, pero debes recordar que me tiene a mí y a Ezran, y que siempre estaremos para ti. No importa qué-sonrió y salió-. Ah, y-añadió antes de cerrar la puerta- tu cita está sentada en el living hace quince minutos.

Callum lo miró sorprendido y segundos más tarde ya estaba bajando las escaleras rumbo a la sala.

Allí, dándole la espalda, contemplando las fotos sobre la chimenea, se encontraba Rayla, portando un precioso vestido morado con pequeños detalles blancos, además de un hermoso recogido en su cabello plateado. Volteó a verlo y Callum quedó anonadado por unos segundos. Se había quitado el collar de Lunnaje y sus cuernos y marcas estaban al descubierto. Sus ojos y nariz estaban cubiertos por una bellísima máscara violeta. Recién cuando se acercó lo suficiente observó que había pintado sus cuernos con pintura blanca, haciendo diversas líneas sin sentido. Estaba hermosa.

-Hola, Callum-saludó ella mostrándose un tato nerviosa-, ¿te gusta?

-¡Por supuesto!-exclamó él luego de varios segundos sin responder. La abrazó por la cintura-. Estás hermosa.

Ella sonrió como agradecimiento y luego de un rato dijo:

-¿nos vamos?

-Sí-dijo él con melancolía. Caminaron hacia la puerta, seguidos por Harrow desde atrás. Al llegar a la puerta se detuvieron y el adolescente volteó a verlo-. Nos vemos, papá.

Este sonrió sin comprender, ¿por qué se despedía si se verían en minutos en la escuela? De todas formas le respondió.

-Nos vemos, Callum.

Luego de esto cerró la puerta. Ambos adolescentes quedaron afuera, en el porche, admirando la bellísima noche que había: estaba despejado y las estrellas relucían como nunca. Las estrellas… Callum recordó  que no iban a divertirse, sino a invocar a Aaravos, informándole que aceptarían su propuesta. El chico bajó la cabeza y Rayla al notarlo tomó su mano, dándole fuerzas. Callum la miró agradecido, acto seguido se besaron. La bocina del taxi frente a ellos los hizo separarse, incómodos. Subieron al vehículo y salieron rumbo al Instituto Dragón. El baile de primavera había comenzado…

***

-Claudia, ¿ya estás lista?-Soren entró en la habitación de su hermana sin tocar, para encontrarse con ella sentada en la cama, sollozando en silencio. Rápidamente se acercó a ella-. ¿Qué te pasa, Clods?

La adolescente miró a su hermano, sus ojos despedían tristeza y dolor puro.

-No sé si pueda hacerle esto, Soren, me encariñé mucho con él. Con este lugar… no, no sé si quiero volver a casa.

Su hermano quedó anonadado, mirándola, calculando cada una de las palabras que diría. Después de unos minutos de silencio dijo:

-Sé que duele, Clods, yo también extrañaré este mundo, pero no tenemos otra opción, debemos irnos. Si nos quedamos decepcionaremos a papá.

Auch, esa carta dolió. Claudia no quería defraudar a su padre por nada del mundo. Y Soren lo sabía más que el propio Viren.

-Lo sé… es sólo que… no quiero matar a Callum, como ya dije me encariñé mucho con él.
A Soren se le revolvieron las tripas, ¿Matarlo? ¿Eso era lo que el Concejo de los Cinco les había encomendado hacer? ¿Matar al Mago Perdido?

Claudia continuó:

-Pero tienes razón, no podemos defraudar a papá, él confía en nosotros-se incorporó decidida, se aproximó a su espejo y se observó-¿Cómo me veo?-le preguntó a Soren, pero este estaba tan inmerso en sus pensamientos que no le respondió-. Tomaré eso como un “te ves hermosa, Claudia”. Vámonos, nos están esperando.

Después de decirlo salió de su habitación rumbo a la sala, dejando a su hermano allí adentro, pensando en las palabras de su hermana. Luego de un rato lo entendió: su padre no quería volver a Xadia con Callum vivo, sino que se aprovecharía de su poder y lo usaría para vengarse de quienes los habían desterrado. Su padre podría destruir toda la escuela, toda la ciudad si Callum se rehusaba a cooperar, pero si lo hacía, destruiría toda Xadia. Salió de la habitación a paso rápido, decidido. Debía detener a su padre, y para eso, tendría que encontrar a alguien…


***

Las luces estaban apagadas y los reflectores apuntaban a la entrada del gimnasio por donde ellos entraron. Había grandes taburetes para sentarse en diversos lugares, además de algunas mesas en el centro, llenas de vasos,  jarras de ponche y comida. Había pequeñas luces de color morado en las paredes, colgando como guirnaldas por todo el lugar.

El gimnasio ya no era un gimnasio, era algo parecido a un precioso salón de fiesta.

Al entrar, Rayla quedó anonada por la belleza de ese lugar, el cual normalmente olía a pies y sudor y siempre estaba desorganizado. Miró a su novio, el cual permanecía parado a su lado, mirando orgulloso la decoración del lugar. Este le dedicó una hermosa sonrisa, y Rayla comprobó que no podía ser más atractivo.  Su cabello castaño estaba prolijamente peinado hacia atrás y sus orbes verdes resaltaban detrás de la máscara del mismo color. En la oscuridad su piel parecía ser morena, a pesar de ser tan blanca como la leche.

-¿Tienes algo que ver con que el  gimnasio se parezca a uno de los Castillos Disney?-preguntó sin dejar de mirarlo. Él sólo se encogió de hombros, sin dejar de sonreír.

-Tal vez. Le pedí a mi padre que cobre unos cuantos favores que le debían y bueno, aquí estamos.

-¿Todo eso mientras amenazabas a Runaan de muerte en su despacho esta mañana?-inquirió ella, risueña.

-Sobre eso… lo siento, no era yo mismo. Es que, el sólo pensar en ella hace que se me nuble el juicio.

-No importa-lo cortó-. Ya lo superé-le dio un beso en la mejilla-. Mantente alerta, Viren y sus hijos deben estar por llegar.

Dicho esto se encaminó hacia las mesas, en busca de ponche. Callum quedó parado en medio de la pista, sin saber muy bien qué hacer. Comenzó a mover uno de sus pies al ritmo de la música, luego empezó a mecer su torso hacia los costados y metió las manos en sus bolsillos. Y así, en una pose entre relajada y una cara muerta de incomodidad  esperó que Rayla regresara.

Pero antes de Rayla otra persona llegó donde él, haciendo que se le hele la sangre.

-Hola-saludó una alegre Claudia.

Callum tardó en responderle, pero finalmente un “Hola” seco, sin dejar de escudriñarla con su mirada. Buscaba algo, una mirada, una fracción de preocupación, y para ya ir más allá, un cuchillo. Algo que le diera a entender que ella no venía a hacer sociales con él. Pero nada. No había nada escondido en los pliegues de su vestido, sus ojos no parecían anidar ninguna intención oscura, su preciosa sonrisa blanca no estaba manchada con nerviosismo o nada parecido. Sin embargo Callum sabía buscar entre las apariencias amables.

-Me alegro tanto que nuestro plan funcionara, Rayla es muy afortunada-Se mordió el labio inferior y sonrió nuevamente.

-Sí, creo que yo soy el afortunado, ¿No lo crees?-inquirió, intentando que su mirada penetre en sus verdes ojos. Claudia estaba nerviosa,  pero sabía cómo ocultarlo. Le sonrió, dando a entender que todo estaba bien.

En eso llegó Rayla, aplacando un poco la tensión en el ambiente.

-Hola, Claudia-saludó, sorprendentemente alegre. La nombrada se desconcertó un poco por el repentino saludo, pero al instante le dedicó una sonrisa amable.

-Hola, Rayla ¿cómo has estado?-“Como me gustaría deshacerme de ella ahora mismo” pensó la pelinegra, conteniendo sus ganas de lanzarse a los zarpazos contra esa asquerosa impostora. Desde el día uno deseaba hacerlo, desde el día en que Soren le confirmó las sospechas que ella misma había levantado apenas la vio.

Claudia hizo una leve sacudida de hombros, para espantar todos esos pensamientos que rondaban su cabeza en esos momentos. Era difícil hacer un movimiento tranquila con la mirada de Callum encima de ella. Se sentía perseguida, nerviosa y… ¿culpable? Sí, era culpa, por lo que pasaría, por lo que se había comprometido a hacer, por lo que iba a hacer. Pero ya era demasiado tarde para echarse atrás, la primera parte del plan ya se había activado. Su padre debía estar…

-¿Claudia? ¿Está todo bien?-preguntó la Elfo, sacando a la chica de su nube de pensamientos.

-¿qué? Oh, cierto. Sí, sí, estoy bien, Rayla, gracias por preocuparte-contestó  la chica.

-Vamos por comida con Callum, ¿te quedas aquí?-inquirió Rayla entrelazando su brazo con el de Callum.

Entonces Claudia miró la muñeca de Rayla, la cual tenía una peculiar tira de ceda de color morado anudada a ella. La peli negra la reconoció al instante: era un brazalete de Luna, el cual le permitía al que la poseía detectar magia, artefactos inusuales de Xadia o… mentiras. Si el brazalete brillaba en ese momento, Rayla sabría que Claudia estaba engañándolos. Tenía que hacer algo ya.

-Sí, claro, aquí los espero-dijo una desesperada Claudia, tratando de disimular su estrés.

-Okey… ya venimos-se despidió Callum, sin retirar su mirada asesina. Rayla le apretó el bazo, dándole a entender que quite esa cara de asesino en serie.

Comenzaron a alejarse rumbo a los taburetes recubiertos de manteles, los cuales tenían jarras que rebosaban de ponche, mientras que la de ojos verdes los analizaba con la mirada. Tenía que descomponer de alguna manera ese listón, pero, ¿cómo…?

Un golpe seco en su nuca la hizo perder rápidamente la conciencia. Y, tratando de aparentar que todo estaba bien, Soren cargó a su hermana rumbo al sótano de la escuela.

Mientras tanto, en la cima del techo, el vicedirector Viren, junto a una oscura figura de manto morado a su lado, esperaba el momento adecuado para comenzar con la fase dos de su plan…

Compañeros de clase (Rayllum)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora