「ʙ ᴇ ʜ ᴀ ᴠ ɪ ᴏ ʀ」 -H I A T U S-

5.

CHAPTER FIVE: NOW WOULD BE A GOOD TIME TO BE ANYONE EXCEPT HER

❝ʸ
ᵐᶤʳᵃ ᵗᵘ

ᵉˢᵗᵃᵇᵃ ᵇᵘˢᶜᵃⁿᵈᵒ
ᵘⁿᵃ ᵉˢᵗʳᵉˡˡᵃ
ᵠᵘᵉ ᵐᵉ ᵃˡᵘᵐᵇʳᵃʳᵃ

ʸ
ᵐᵉ ᵉⁿᶜᵒⁿᵗʳᵉ ᶜᵒⁿ
ᵘⁿᵃ ᵖᵘᵗᵃ ᵍᵃˡᵃˣᶤᵃ❞

—¿Cuál es la siguiente sala?

Violet le devolvió la mirada mientras andaban por los pasillos del edificio. Había pasado una hora aproximadamente, y solo quedaba una habitación que visitar antes de volver a salir y tomar aire fresco. Había bromeado, reído y hablado de temas casuales con la rubia (deberes, personas, modas) que pensaba que no hablaría con nadie.

Clementine mentiría si dijera que estaba muy preocupada de Louis en aquellos momentos.

—En la esquina de este pasillo —señaló el lugar, al fondo, acercándose a la morena—, hay una biblioteca. Creo que es uno de los lugares que no te enseñado.

—¿Uno? —dijo, un tono lleno de curiosidad en la voz— ¿Me estás ocultando sitios?

—Uhm, no.

Pequeño silencio. Clementine se giró hacia ella.

—Violet-

—¡Te lo estoy diciendo en serio-!

—¿Estás segura de eso?

—Nah.

—¡Serás falsa! —la morena le propinó un codazo amistoso, indiganción en su venas.

Violet rió mientras rodaba los ojos y encogió los hombros. Al poco tiempo, Clementine la volvió a observar, y con una mirada acusadora la analizó.

—Ahora hablando en serio —dijo severamente la morena, entrecerrando los ojos hacia la chica—, ¿hay más lugares que no me vas a enseñar, traidora?

Clementine le sacó una sonrisa. Clementine le sacó una maldita sonrisa.

—Eh... puede-

—¿¡Puede!? ¡Falsa!

La rubia tardó poco en soltar una leve risa, y negar con la cabeza. Clementine siguió con su expresión llena de dolor, ofendida.

—Son lugares secretos —se defendió relajadamente—. Algún día te los enseñaré.

—¿Lo prometes?

—Si, si. Lo que sea.

Se quedó confundida cuando la vió detenerse en seco y cuando se giró frunció el ceño al instante, toda su alegría esfumada. Violet abrió la boca al ver el dedo meñique de la chica, negando con la cabeza vigorizadamente.

—Ni de coña hago eso-

—¿Lo prometes?

Los ojos verdes de la rubia se fundieron con los color ámbar de Clementine. Dudó por un buen rato, y frenó el paso al ver que de verdad iba en serio. Que de verdad iba a hacer esa mierda de las que tantas veces se había reído. Que de verdad iba a cometer la estúpidez más grande de su vida por ella. Tras un molesto bufido y un par de insultos hacia la morena, alzó la mano, enseñando su dedo meñique y lo unió con el de la morena.

—Bieeeen. Lo prometo —resaltó asqueada por lo que acababa de hacer.

Clementine asintió, y siguió andando.