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CHAPTER TEN: THE TRUTH DOESN'T CHANGE THE WAY YOU LIE YOURSELF

❝ʸᵃ ᵛᵉˢ
ᶜᵃˢᶤ ⁿᵒ ˢᵉ ⁿᵃᵈᵃ
ˢᵒᵇʳᵉ ᵗᶤ

ᵖᵉʳᵒ ⁿᵒ ᵗᵉ ᵖʳᵉᵒᶜᵘᵖᵉˢ

ᵗᵃᵐᵖᵒᶜᵒ ˢᵃᵇᶤᵃ
ᵈᵉ ᵐᶤ
ʰᵃˢᵗᵃ ᵠᵘᵉ ᵈᶤ ᶜᵒⁿᵗᶤᵍᵒ❞

—Entonces; ¿me estás diciendo que has encontrado algo sobre mi madre? ¿La misma, que creo recordar, estaba en tu casa, quien sabe por qué?

—Tal vez no es tu madre —razonó la rubia.

Clementine mantuvo su mirada en ella en completo silencio, y Violet suspiró incómoda.

—Si —asintió al rato de mala gana—. Eso es lo que estoy diciendo.

La morena bufó una risa, acomodándose la mochila deportiva en el hombro. Aquello era de locos. La hacía reír como una histérica por lo delirante que sonaba todo, por lo doloroso que resultaba saber de su madre. Después de más de una década, y por arte de magia, se la encontraba en la casa de una amiga. Así. Cien por cien real.

Aun tomandoselo como una broma, muy en el fondo sabía que seguiría teniendo pesadillas con ella.

Sin aguantar sus ganas de burlarse de aquello, miró incrédula a la rubia, mientras esta, totalmente ausente, daba un sorbo a su chocolate caliente. Aquel tema era tan delicado para ella, y tomárselo así le resultaba tan divertido, que hasta le extrañaba. Las dos, andaban una al lado de la otra por aquellos caminitos que los conducían hacia el pequeño lugar en el que se juntaban, la antigua escuela de niños problemáticos. Louis se encontraba guiándolas unos metros por delante, con su atención fija en su teléfono móvil y una enorme sonrisa. Hasta parecía estar disfrutando de lo que estuviera haciendo con aquel aparato.

—¿Estás segura de lo que dices, Vi?

—¿No confías en mí?

Violet se digno a mirarla, tan indiferente, y en cambio, su voz era tan calmada y suave. Era como si tuviera miedo de decir algo que no le hiciera gracia o que no le agradara. Aunque Clementine estaba preparada para todo, sabía que la chica no era tan tonta como para no darse cuenta de la sangre seca que quedaba cerca de su nariz, o de la molestia que causaban sus dedos, los cuales no paraba de mover ya que escocían como el mísmisimo infierno. El invierno estaba llegando y el frío se estaba empezando a notar con creces. Poco a poco sentía como se estaba congelando lentamente y no sabía si era por el clima o por la fría mirada que la rubia le proporcionaba. Si no la conociera, ahora mismo sus manos no estarían sudando a mares.

—¿Qué? No- Claro que confío en tí—exclamó frunciendo el ceño, apretando el envase de su propio chocolate caliente—. Es solo... difícil de creer. De... asimilar.

Violet no apartó la mirada, e inspiró profundamente antes de volver a abrir la boca.

—¿Crees que te reconoció?

Esta vez fue Clementine inspiró lentamente. No sabía si automáticamente o porque la pregunta le había sorprendido lo suficiente como para dejarla sin aire. Su mano volvió a arder con fuerza, como si quisiera recordarle que aún seguía ahí. Ahora lo único que le hacía una chispa de gracia, era hablar tan bajito con un tema como aquel; como si fuera el secreto de la caja de Pandora.

「ʙ ᴇ ʜ ᴀ ᴠ ɪ ᴏ ʀ」  -H I A T U S-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora