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CHAPTER FIFTEEN: KNOCK, KNOCK. GET THE DOOR, IT'S DEPRESSION

❝ᵉˡ ᵖʳᵒᵇˡᵉᵐᵃ ᵉˢᵗᵃ
ᵉⁿ ᵠᵘᵉ ᵇᵃʳʳᵉᵐᵒˢ ʳᵉᶜᵘᵉʳᵈᵒˢ
ʸ ˡᵒˢ ᵉˢᶜᵒⁿᵈᵉᵐᵒˢ
ᵇᵃʲᵒ ˡᵃ ᵃˡᶠᵒᵐᵇʳᵃ

ᵖᵒʳᵠᵘᵉ
ⁿᵒˢ ᵃˢᵘˢᵗᵃ
ᵗᶤʳᵃʳˡᵒˢ ᵈᵉˡ ᵗᵒᵈᵒ

Inspiró el aire de la cafetería temblando y apreció los ambientadores de pino que estaban repartidos por el lugar. No dejaba de mirar el techo con fingido interés mientras sus dientes castañeaban del frío que hacía afuera, y ni la calidez del establecimiento podía caldearla. Se sentía muy idiota al ser la única que había levantada en el lugar, el cual estaría bastante vacío si no fuera por ellos, y por un extravagante grupo de jovenes que se estaban atiborrando a café.

Admitía estar nerviosa. Muy nerviosa.

Se suponía que no harían eso hasta que llegara diciembre, pero estaban a mediados de noviembre y ahí estaban. Era un lunes, cerca de las once de la mañana; podía suponer por los nubarrones que había que llovería en cualquier momento. Clementine había sido expulsada y no regresaría al instituto hasta el lunes que viene, así que tenía el día libre. AJ la había acompañado porque no había ido al colegio, ya que los de su clase estaban en una excursión en la que no quiso participar y eso quisiera decirlo o no, era un poco triste.

¿Violet? Bueno, no sabía porque Violet estaba allí, si era sincera. ¿No tenían clases? ¿O simplemente se las estaba saltando?

En primer lugar, fue ella la que la citó allí. La cafetería quedaba en frente del bloque de pisos del que había hablado cuando le contó sobre su encuentro con su madre, y desde allí podían ver con claridad la entrada. Era un lugar estratégico para vigilar, y al menos AJ se entretenía con los juguetes que estaban puestos junto a las servilletas.

Verlo reír desde el mostrador la llenaba de una inconsciente felicidad. Y en cambio, observar a la rubia sonreírle con dulzura al chico era un terremoto de magnitud ocho. Violet, sin siquiera intentarlo, conseguía hacerla un amasijo de nervios; y lo odiaba tanto. Odiaba cada uno de sus gestos, odiaba como reía, odiaba como arrugaba la nariz. Pero sin duda alguna, lo que más odiaba de todo, era las emociones que provocaba verla enfadada; esa angustia, esas inquietudes, ese dolor. Ese dolor la mataba y...

Demonios.

Si complicarse la vida fuera una competición, ella ganaría el primer premio sin siquiera esforzarse.

Su atención se volcó en la dueña del lugar con rapidez. Observó como le tendía las bebidas que había pedido y ella reaccionó cogiendolas torpemente. Logró ver una fugar mueca en su cara, y por un momento pensó que había sido su imaginación.

—Ahí tienes los tienes —explicó posando sus manos sobre la encimera—. Espero que os gusten. Es una pena que no querais probar la especialidad del local.

—Otro día, hoy tenemos prisa. Gracias por el chocolate caliente Kate —dijo ella desganada, con una débil sonrisa en el rostro—. Volveré para probar esa famosa tarta de manzana con mucho gusto-

—¡Chitón! —cortó con una pequeña risa—. ¡No te preocupes, mujer! Vosotros, los jóvenes de hoy en día, debéis de aprovechar el tiempo. Anda, ve. Seguro que te están esperando.

「ʙ ᴇ ʜ ᴀ ᴠ ɪ ᴏ ʀ」  -H I A T U S-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora