Capítulo 10 "Soledad que se alimenta del silencio de tu boca".

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Latido, goteo, latido, goteo. Ojos curiosos que pelean por abrirse y una fresca brisa hace cosquillas a mi nariz. Intento recordar lo último que pasó. Antes olía a humedad, ahora no huelo a nada en específico, antes todo era obscuridad, ahora hay tanta luz que creo que estoy en el cielo.

Un flash pasa por mi mente, ¿Cómo terminó la historia?

Creí haber visto a Frank, ¿Fue de verdad? Creí haber visto luces azules. ¿Fueron reales? ¿Qué es real? ¿Esto es en serio? No sé qué pensar.

Cada vez que intento recordar qué pasó un fuerte dolor de cabeza me hace olvidarlo.

- Mierda. - Me quejo intentando sobarme la cabeza, la cual siento que me pulsa a nivel de querer explotar.

Un parpadeo fuerte y mi vista se acostumbran a mi entorno. Estoy recostado en una cama de hospital. La habitación es fresca y de un blanco chillante. Hay un par de ventanas a mi derecha, cerca de la cama. A mi izquierda hay una cortina azul que divide la habitación, pero no parece haber nadie más del otro lado, estoy solo... solo.

Tragué saliva pesadamente y ¿Qué era eso? Tenía puesto un collarín rígido. Las iniciales de Linz y Jamia habían sido cubiertas con una venda para poder usar el collarín. Bajé lentamente la vista y ¡Vaya!, por lo visto me había roto o torcido el brazo izquierdo ya que lo tenía inmovilizado en un cabestrillo.

Otro flash se hace presente en mi mente junto con el dolor de cabeza, un quejido sale de mis labios y parece que no lo voy a soportar, tengo que salir de aquí, las luces y colores brillantes me están matando.

Me puse de pie y fue donde apenas me di cuenta que tenía muchos tubos y mangueras conectadas a mí, me valió una mierda todo así que los arranqué de mi cuerpo de un solo tirón y me puse de pie. Inmediatamente los retiré un extraño pitido comenzó a sonar, pero lo ignoré cuando dirigí la vista a mi otro brazo. Estaba vendado, recordaba perfectamente que lo marcaba, no me sorprendería que asustara a las enfermeras. Di un paso, luego otro y caí.

- ¡Mierda! - Ni siquiera podía quejarme sin sentir que mi garganta se rompería por lo seca que estaba. Y los calambres en todo el cuerpo no ayudaban. ¿Cuánto tiempo llevaba en ese maldito hospital? ¿Cuánto tiempo pasé con Bert? ¿QÚE HA PASADO?

Más y más flashes con escenas del pasado se querían abrir paso en mi mente, era imposible poder enfocarme en uno porque otro igual quería darse a ver.

- ¡No! - Grité hasta que sentí que se me desgarraba la garganta. - ¡Déjenme en paz! - Gritaba con el alma.

- ¡Oh joven Way! - Gritó sorprendida la regordeta enfermera que venía a atender el pitido que emitía la máquina que monitoreaba mi corazón.

- ¡No! - Seguía gritando. Estiraba el brazo "bueno" para que no se me acercara, quería quedarme postrado en el piso para siempre. Quería aclarar mi mente, pero no podía, no podría hacerlo solo, pero tampoco quería hablar con nadie.

- ¡Por favor vuelva a la cama! ¡No se puede levantar aún! - Me decía mientras intentaba levantarme.

- ¡Déjeme, mierda! - Intentaba apartarla.

- ¡Enfermeros! - Gritó finalmente y dos sujetos enormes aparecieron para levantarme, me arrastré huyendo de ellos hasta que finalmente me acorralaron en una esquina. No podían usar tanta fuerza conmigo, era como un muñeco de porcelana, sentía que cualquier cosa podría romperme en mil pedazos.

- ¡Ven aquí! - Dijo uno y un recuerdo vino a mi mente. Por un momento me transporté a ese día donde Bert y sus amigos me acorralaron, les di batalla pero al final lograron derribarme con golpes, abusaron tanto de mí que el dolor de aquella vez me hizo temerles aún más.

Presagio |Frerard•Gerbert| (FanFic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora