• I M A G I N A •

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La noche ya había caído, estaban cenando tranquilamente y tú estabas tan distraída escuchando la charla de Taron con tu hija.

-No entiendo por qué debemos ir todas de un sólo color. -Dijo la niña haciendo un puchero muy tierno. -Yo quiero ir de naranja.

-Cielo, es por que así ha mandando la profesora. -Contestó Taron de la manera más tranquila y cariñosa.

Hizo una carita triste y no pudo causarte más ternura que nunca.

Miraste a Taron mientras ponías una mano sobre la de él.

-Aunque... -Iniciaste. -podemos hacer una excepción.

Taron frunció el ceño y la pequeña te miró con esperanzas.

-Mandaré a hacerte un vestido naranja. -Contestaste al fin y de inmediato sonrió.

-¡Gracias mamá! ¡te amo! -Dijo entusiasmada.

Taron te miraba con una media sonrisa en los labios y le guiñaste el ojo.

-¿Papá...? -Le llamó, haciendo que Taron se volteara a ella. -¿Podrías usar aquél traje naranja?

Entrecerró los ojos. Oh, diablos.

-¿Traje naranja? -Repitió él. -¿Cómo dabes de la existencia de ese traje, eh?

Grace se cubrió el rostro con las manos y Taron giró a ti para mirarte con una ceja levantada.
Exigía una respuesta.

-Le enseñé tu traje a Grace. -Le explicaste. -A ella le pareció bonito.

-Mhmm, muy bien señoritas.

Hace algún tiempo él mencionó que odiaba ese traje, dijo que era una de las peores elecciones que había hecho y desde entonces lo dejó arrumbado en el clóset, hasta que un buen día te encontrabas acomodando la ropa y Grace apareció de la nada, claro que se puso a curiosear por allí y se topó con la prenda.
Ella quedó encantada, pero le pediste que no dijera nada. Pero cómo es lo más típico en los niños, terminó hablando de más.

Taron te pidió que te deshicieras de eso, pero no pudiste y lo dejaste escondido entre la demás ropa.
Sabía que si Grace se enteraba de la existencia de ese traje ella rogaría por que se lo pusiera, (es amante de las cosas extravagantes) y ahora esa es su pesadilla.

-Pensé que lo habías tirado. -Comentó. -Me dijiste que lo tiraste.

-Ouh, ¿cómo podría hacerlo? sé que a ti no te gusta pero a mí sí.

-¿Estás enojado, papá? -Preguntó con vocesita dulce.

Taron suspiró y luego una sonrisa nació de la comisura de sus labios.

-No lo estoy, Grace.

-¿Entonces...? ¿podrías usarlo para ese día? -Rogó haciéndole ojitos.

Él terminó resignado y ríendo por lo bajo. Asintió lentamente.

-De acuerdo, lo haré.

Grace exclamó en señal de victoria.
Levantaste los platos y los lavaste mientras Taron ayudaba a ponerlos en su lugar.
La pequeña niña se encargaba de limpiar la mesa, quitándo las migajas que había dejado la comida.

Terminando de hacer todo eso, Grace subió dando brinquitos a su habitación a lavarse los dientes.

Antes de que entraran al cuarto, Taron te tomó del brazo, te acercó a su cuerpo y se agachó a susurar.

TARON  EGERTONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora