L A C A S A A Z U L

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Tras la ventana de aquella casa, había una chica mirando fijamente a aquél joven de ojos verdes y cabello castaño. Él estaba en el asfalto, en sus brazos una chica pelinegra.
Ambos dándose muestras de cariño mientras que algunos de sus amigos conversan.

Desde aquella fría noche no lo perdió de vista en ningún momento, cada día y cada noche se la pasó observándolo con detalle, tras pasar algunos meses ella sabía su nombre, su edad y de dónde venía.
Había entablado una amistad con el chico castaño, con el tiempo se hizo más y más fuerte.

Nora, fantaseaba cada noche con él.
Se imaginaba a ella misma estando entre sus brazos, recibiendo todo el amor que una noche en medio del bosque le prometieron.
Eso la ayudaba a no tener tanto frío, eso hacía palpitar su corazón (de alguna manera).

Como era de esperarse, ellos dos terminaron juntos. Nora hizo todo lo posible por ganarse el corazón de aquel chico; Taron.
Y es que a él le encantaba ese toque de misterio que ella tenía, ese toque sombrío que lo atraía demasiado, cómo un imán.

Una noche de fin de semana, dentro de esa desgastada casa azul, estaban ambos, al fin dándose "amor".
En la habitación, bajo las sábanas...
el frío había desaparecido y el calor había tomado el lugar de este.
Caricias y besos llenando el ambiente, el sonido marcado de sus respiraciones, gemidos roncos por parte de ambos... el choque continuo de piel con piel hasta alcanzar el mismísimo cielo.

Sus manos agarrándose con fuerza a las sábanas blancas, sus cuerpos desmoronándose por completo.

Nora calló en sus brazos y él acariciaba su cabello y continuó dándole uno que otro beso.
Su corazón latía alegre por el acontecimiento, al menos sólo el corazón del chico.

Pasaron toda esa noche juntos, Taron se quedó profundamente dormido.
Ella lo observaba como de costumbre, le parecía realmente tierno verlo dormir.

—“Si tan sólo pudiera estar siempre contigo...” —Susurró la chica con tristeza.

A la mañana siguiente, el chico despertó confundido al darse cuenta que se encontraba en su propia habitación.

Buscó a su chica por todos lados, nada. Su casa estaba vacía y no había rastro de Nora en ninguna parte.
Confundido, salió de su hogar y caminó hasta la casa de alado, en la que debió despertar.

“¿Nora? ¡Nora!” —La llamó desde afuera.

No había respuesta de nadie, cuando se dispuso a entrar, una mujer mayor lo detuvo.

—¿A quién has llamado, chico? —Preguntó la mujer.

—Nora, mi novia. ¿La ha visto salir?

El rostro de aquella mujer sólo expresó sorpresa y... pánico.

—¿Estás bien de la cabeza? —Replicó ella.

—¿Qué?

—Esa chica lleva muerta más de dos años.

El cuerpo de Taron se enfrió por completo, se quedó mirando a la mujer confundido y sin poder creerlo.

—De ninguna manera, la ví ayer por la noche, estuvo conmigo.

La mujer se rió, tomándolo cómo un loco y él se asustó más.

—Ven aquí, te mostraré.

La mujer lo guió hasta adentro de la casa azul. Al adentrarse, Taron sudó frío y aún no podía creerlo. La casa estaba en la ruina, telarañas por todos lados al igual que un montón de polvo. Cuando entró a la habitación, halló la cama, destruida cómo si hubese pasado mucho tiempo. Y sobre esta misma, estaba una prenda que se le hizo conocida: su corbata.

La tomó y sintió una sensación cálida que de inmediato le quitó el frío que tenía. Había olvidado su corbata la noche anterior y allí estaba, intacta.

¿Lo ves chico? no hay nadie.

Taron salió de su ensoñación y tragó saliva. Nora... ¿muerta? era algo que no podía admitir, ayer por la noche le había hecho el amor. No lo creía.

No es posible, estuve con ella. —Siguió insistiendo el chico.

Creo que debes de ir con un médico, ella está muerta.

Taron regresó a su casa, confundido y también tan asustado.
¿Cómo podría ser posible?
Lloró por desesperación, tomó su cabeza entre sus manos y apretó sus cienes. Trataba de asimilarlo.

[...]

Una noche de invierno, en medio del bosque, cerca de una carretera vieja y poco habitada, estaba una chica esperando al amor de su vida. Huyó de casa para irse con su chico, nadie sabía nada, sólo era ella y él.

Suspiró de alivio cuando su chico llegó. Ella lo abrazó, le beso la frente pero algo la desconcertó.
El joven tenía consigo una sonrisa malvada, no era el mismo que siempre veía.

Nora se alejó un poco y vió sacar un arma de su bolsillo. Quedó estática, ¿el amor de su vida quería matarla?
era algo difícil de asimilar.

—¿Cariño... qué es lo que haces?

Se notaba el temblor en su voz, y el chico sólo reía con malicia.

—Buenas noches, cielo.

Ella sólo vió cómo jaló el gatillo y la bala atravesó su cuerpo. Un dolor punzante llenó su cuerpo y tomó su estómago entre sus manos, estas se llenaron de sangre y las lágrimas caían de su rostro.

Tristeza, decepción y miedo era lo único que sentía. El frío calaba sus huesos y vio al chico desaparecer entre la oscuridad.

Se encogió, incluso el dolor de su corazón era más fuerte que la herida que tenía en el estómago.
Lloró hasta quedar vacía, lloró hasta que su respiración se detuvo.







Ok, muy raro pero ví
EL CADÁVER DE LA NOVIA
y me inspire-copié  c:

TARON  EGERTONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora