ＴＡＲＯＮ ＥＧＥＲＴＯＮ

ᴱᴸ ᴹᴬᴱˢᵀᴿᴼ

Kιηgsmαη —

Salí detrás de él con su chaqueta en los hombros, mis piernas temblaban todavía por el gran susto que me habían dado.
Eso de que te aten de manos y pies a las jodidas vías del tren y que te presionen a responder cosas sobre Kingsman se siente bastante mal.
Te ponen a debatir entre tu vida y la seguridad de Kingsman; al final terminó siendo sólo otra prueba de lealtad, y afortunadamente logré pasarla.

Tan sólo el recordar cómo el tren se aproximaba a mí me hace tener escalofríos.

Según las costumbres de Kingsman, el candidato que ha logrado pasar a las pruebas finales, tiene derecho a estar veinticuatro horas con su maestro, en este caso, Eggsy Unwin, es mi maestro.

Lucy se despidió de mí agitando la mano mientras se marchaba en un auto cercano al de Eggsy.

—Dormirás en mi casa esta noche. —Dijo abriéndome la puerta del auto.

Me quedé acurrucada en el asiento de cuero, al cerrar la puerta, el ambiente cálido abrazó mi cuerpo y sólo pude suspirar por el alivio.
La chaqueta de Eggsy desprendía un perfume bastante agradable, la abrazaba más contra mi cuerpo.

Eggsy subió al auto y arrancó.
No decía nada, esta noche estaba más serio de lo habitual.

—¿Qué pasa? ¿acaso se te ha congelado la lengua? —Le pregunté con burla y sin quitarle la mirada.

—Muy graciosa.

Sacudió la cabeza y de la comisura de sus labios se formaba una pequeña sonrisa apenas visible.

—Pensé que con el susto se te cerraría la boca, al menos por una noche.

Lo miré con los ojos entre cerrados.
Ya había echado a andar el auto.

—Tonterías, ni muerta aún seré capaz de cerrar la boca.

—Interesante, pero fíjate que hoy traigo un terrible dolor de cabeza y si no guardas silencio...

—¿Qué? —Lo interrumpí, desafiante.

Me miró un segundo para luego seguir prestando atención al camino.

El silencio se hizo largo entre nosotros, sentí que había metido la pata, casi como la mayoría del tiempo.

Decidí quedarme callada por el resto del camino, no diría ni una sóla palabra a no ser que él me hiciera una pregunta.
Mientras tanto, pegué mi cabeza a la ventanilla, a mi costado sólo veía las luces de los autos. Me sentía agotada, sólo quería quitarme el molesto vestido e irme a la cama.

Mi mente abrió las viejas cajas de mis recuerdos polvorientos: mi familia.
Pensé en lo que probablemente estaría haciendo mi madre: recogiendo los platos de la mesa y encargándose de que mi hermano menor se lave los dientes y se vaya a la cama, bueno, esa es la imágen que siempre he tenido de mi madre.
Pero bien, ya han pasado dos años desde que me alejé de ella.
Me sentía una carga para todos, y por eso huí de mi ciudad natal a un país extranjero. Ahora me encuentro aquí, en Londres, haciendo la entrevista de trabajo más peligrosa del mundo, toda una verdadera locura.

Entramos a una calle "bastante elegante" a mi parecer.
Todas las casas eran de un mismo diseño y tamaño, Eggsy detuvo el auto frente a una de las casas.
Lo miré mientras salía del auto. Oh, aquí vive.

Abrí la puerta antes de que él lo hiciera, me miró todavía con seriedad mientras se dirigía a su casa.
Sacó las llaves de su bolsillo y abrió la puerta, me indicó que pasara y así lo hice.