ＴＡＲＯＮ ＥＧＥＲＴＯＮ

S A Y Y E S

Dí gracias a Dios cuando la clase de matemáticas terminó, lo siguiente era hora libre, así que podíamos salir un rato y andar por toda la escuela.

Cómo era de esperarse, la mayoría de los chicos salieron a toda prisa y haciendo un montón de ruido.

Cuando me levanté a acomodar mis cosas, noté la mirada de Taron, tenía la mirada clavada en mí y se mordía el labio de tal manera que lucía realmente encantador.
Me picó las entrañas y bajé la mirada, nerviosa y con las manos temblorosas.

Anteriormente lo había descubierto mirándome, pero este siempre apartaba la mirada de mí, hoy es distinto, fue la mirada más descarada que me había dedicado.

Me marché de allí lo más rápido que pude y fuí hasta la biblioteca, dónde de inmediato reconocí a Jack, uno de mis dos mejores amigos.
Estaba sentado, leyendo tranquilamente.
Traté de esconderme entre los libreros y me mantuve un buen rato allí, pensando en aquélla mirada.
¿Acaso es que le gusto? por que, sinceramente, él a mí sí.

Bueno, casi desde que lo conocí ha mostrado cierto interés en mí, hace un par de semanas unos chicos del tercer grado estaban fastidiándome y él los detuvo. De él repente apareció y les dijo tal cosa que los humilló y en adelante, no volvieron a molestarme.
Pese a su aspecto tranquilo y relajado, tiene tanto carácter que a veces asusta.

—Hey, Jennie. —Escuché una voz masculina.

Lo ví acercarse lentamente hasta mí, causando un escalofrío que recorrió mi espina dorsal.
Taron venía con las manos en los bolsillos y con las facciones relajadas, de cierta manera, se veía decidido y confiado, no cómo las otras veces que se hacía el "tímido" o "nervioso" al hablarme.

—¿Sí?

Fingí que buscaba algún libro, aunque en realidad ni siquiera prestaba atención a los nombres y portadas de estos. Simplemente me bloqueó el hecho de que estuviese aquí, en este pasillo solitario.

—¿Te encuentras bien? —Preguntó poniendo una mano sobre mi hombro.

—Sí, sí. —Tartamudeé debido al nerviosismo que causaba su mano en mi cuerpo. —¿Por qué?

—Bueno, es que siempre que huías del aula era por que corrías al baño a vomitar. Pensé que te sentías mal. —Respondió, esta vez echando para atrás el cabello en mis hombros.

Estaba a punto de colapsar, ¿Taron estaba acariciándome?

—¿Estás bien entonces? —Insistió. —La semana pasada todavía estabas mal.

—No, descuída Taron, hoy ya me siento mucho mejor.

Le dediqué una sonrisa tímida a la que él respondió después.

—¿Buscas algo para leer? —Preguntó prestando atención a los libros.

—Sí.

—Mhm, con que leyendo libros de Historia.

¿Qué? cuándo leí el título de un libro cercano, me dí cuenta de que eran de Historia. No era una materia favorita para mí, no sé que hago aquí.

—Pues... tú sabes que no soy muy buena en Historia, y... quiero aprender un poco más sobre ese tema.

Sentí calor por culpa de los nervios al mentirle. Espero que no note mi rubor.

Sonrió de nuevo y me miró, otra vez fijamente haciéndome cosquillas en mi corazón. ¿Cómo no iba a sonrojarme? ¡está mirándome!

—¿Que no eres buena en Historia? —Repitió. —¿de qué hablas? ¡eres una genio en todas las materias!