Cuando los padres de Anneliese deciden separarse, ella ve como su mundo se cae a pedazos. Lo peor llegó cuando su madre decide mudarse a otra ciudad y ella debe acompañarla.
Lejos de sus amigos y su familia, Anneliese debe comenzar desde cero una nu...
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Me miré al espejo y me sentí sexy.
Llevaba un vestido negro de tirantes que dejaba la espalda descubierta, unos tacones altísimo (no los usaba desde mi fiesta de quince años) y mi cabello estaba suelto algo alborotado, no puedo hacer magia con él.
Miré de nuevo mi celular, José iba a pasar por mi a las once de la noche, debía esperarlo en el parque que estaba cruzando la calle, ya que si aparcaba aquí mi madre se iba a dar cuenta.
Cerré la puerta de mi habitación con seguro y esperé a que mamá apagará las luces y se fuera a su habitación. Cuando lo hizo, tomé el bolso y me dispuse a salir.
No era la primera vez que me escapaba de casa, en mi anterior ciudad lo hacía de vez en cuando con Andy, la diferencia de ese momento y ahora es que en mi antigua casa tenía el camino memorizado, aquí no sé como bajar por este balcón.
Como pude baje poco a poco hasta llegar al piso sin ningún rasguño, comencé a correr lo más rápido que los tacones me dejaron y llegué al parque.
José estaba ya estacionado ahí.
—Qué sexy—dijo José en cuanto me vio subir a su auto.
—Gracias, tú te ves muy guapo.
—Gracias, hoy estoy listo para conquistar a las chicas—él encendió el auto—¿Serás una de ellas mi querida Ann?
Yo negué—Nope.
—¿Por qué no caes en mis encantos?
—Somos amigos José.
Él se llevó una mano al pecho fingiendo estar dolido.
—¿Me dejaste en la friendzone?—Preguntó y yo asenti—Bien, lo superaré.
Llevábamos una hora en la carretera, la ciudad había quedado atrás hace más de media. José me decía que no faltaba mucho para llegar, al mira por la ventana no podía ver nada, no había casas, edificios, ni nada. Solo el mar, comencé a escuchar la música y una fila de autos aparecieron en el lugar.
—Ya llegamos—avisó José.
Al aparcar, la música se hizo más fuerte, éste se mezclaba con el ruido de los autos y de las personas que ahí estaban.
—Te ves nerviosa—dijo José.
—Nunca había estado en un lugar así.
Yo pasaba mi vista por todo esto.
Alrededor de la carretera estaban aparcados una fila de autos, junto a estos, unas enormes bocinas con una estruendosa música.
De varias camionetas sacaban contenedores con lo que parece ser bebidas, a lo lejos por un camino iluminado con farolas se podía ver un edificio.
—¿Qué es ese lugar?—Pregunte.
—Ese por muchos años fue un hotel muy lujoso, pero luego los dueños abandonaron el lugar y bueno ahora es un viejo edificio en donde se realizan peleas y sirve como motel.
