Crónicas de una tartamuda

Una patada en el estómago

"Has de tu debilidad, una fortaleza"
Algo fácil de decir, pero no de hacer.

Paradójicamente, aunque tenga un impedimento del habla, mi sueño ha sido ser una terapeuta del habla, ya sé que es irónico, pero al estar tan cerca de la profesión...bueno, la vida hizo de las suyas.
Como ya sabrán, tengo serias preocupaciones acerca de este sueño. Primero, cómo pasaré la entrevista de la universidad, segundo, si logro pasar, cómo sobreviviré a el ambiente universitario, tercero, toda las personas diciéndome: ¿estás hablando enserio?, no te gusta...no sé, algo en lo que no debas hablar...
Cuarto, el mundo laboral...y así podría seguir hasta el 20.
Viendo todos estos contras, decidí hacer algo como "una inmersión laboral" que consistía en ir a donde dos terapeutas del habla, y ver cómo era su trabajo diario.
Estuve dos días observándolas, eran terapeutas de renombre, dedicadas a su trabajo, apasionadas por sus pacientes e innovadoras en su trabajo. (No como a las pocas que fui)
Una de las terapeutas, trabajaba con tartamudez. Así que las acompañe con todos sus pacientes e incluso a uno con tartamudez también, cuando vi lo que hacían en terapia, quedé...cómo decirlo...estupefacta. No sabía como sentirme. Por un lado, pensaba en lo feliz que era al saber que había alguien como yo, también, estaba fascinada por ver cómo hay personas que nos intentan ayudar, y que no nos juzgan. Pero también estaba muy triste, porque yo no he tenido esa oportunidad.
A medida que avanzaba el día, me gustaba más esta profesión, además las dos terapeutas parecían haber omitido el hecho de que tartamudeo.

Por supuesto, no todo podía ser color de rosas. Cuando iba de salida, le agradecí a la tía de mi compañero por la oportunidad que me había dado, fue muy amable y me preguntó si había disfrutado la experiencia y si me gustaba la carrera, pero luego, me dio una patada en el estómago. Y hago esta comparación, por lo que sentí. Es el mismo dolor profundo que sientes cuando te la dan, todo lo qué pasa a tu alrededor se detiene por un segundo, al igual que tus pensamientos, y dentro de ese silencio, sientes cómo se quiebra algo dentro de ti.
Dentro de ese encanto y amabilidad, me dijo de manera un poco torpe:
¿Y que has pensado acerca de tu...dificultad? Digo acerca de tomar terapia y todo esto.
Mientras sentía la patada en mi estómago, le respondía con sinceridad:
-Si, lo q-q-que pasa es que y-y-yo ya ha-había ido a terapia, pero no f-fu-fu-funcionó, y es bastante c-cara además.

Luego procedió a decirme que debería ir a terapia con su colega, que la inversión valía la pena, pues es mi futuro, y que además debía tener en cuenta que iba a ser difícil para mi posicionarme, porque nadie va a querer ir "a un odontólogo con dientes chuecos y feos" y que en la universidad me iban a exigir hablar fluido para poderme graduar.
Cada palabra, era una patada. Y lo más hiriente, era que todo lo que decía era cierto. Y yo lo sabía. Solo que cuando lo escuchas de alguien más, el dolor y la vergüenza se profundizan.
A pesar de que salí destruida, no comencé a lamentarme, empecé a idearme una manera de como ir a terapia, a una buena terapia.
Podía conseguirme el dinero, pero para el diagnóstico, debía ir con mis padres.
Ellos jamás harían eso. Están completamente convencidos de que la tartamudez es algo mental, algo psicológico y no vale la pena gastar un centavo en ayudas que al final son innecesarias.
"También puedo ir con un familiar", pensé. Pero recordé que todos piensan lo mismo. Así que comencé a idearme un plan de conseguir a alguien con mis mismos apellidos que haga suplantar por familia.
Loco, lo sé, pero ante esta verdad desgarradora, no me quedaba más opción. 
Al final, desistí en esta idea y me resigné a ir a terapia. Al carajo, cuando sea mayor de edad la haré.
Pero aún así, ese dolor, sigue ahí, convertido en frustración, pero sigue ahí.

Lo único que hago es repetirme una y otra vez: "porque no puedes hablar bien, es tan fácil, solo inténtalo."