Durante años, la oscuridad era siempre lo que Ahkmenrah apreciaría primero. Atrapado en su sarcófago cada noche al despertar debido a la mágica tabla dorada que su padre había creado para él, se sorprende de abrir los ojos y ver la luz de la sala de exposiciones en la que está.
Tilly, la actual guardia del Museo Británico –donde se encontraba luego de haber tomado la decisión de permanecer con su familia–, siempre hace todo lo posible para mantener el orden desde que aquella gran responsabilidad de mantener a todas las exhibiciones seguras y en control cayó sobre ella.
Corre de un lado a otro para encerrar a las rebeldes exposiciones que no quieren hacer caso y mantener la calma, así que la mayoría del tiempo su exhibición es la última en ser revisada y los sarcófagos abiertos. El Príncipe Egipcio y sus padres deben mantener la calma y esperar, esperar y esperar. Tal vez, para sus padres sea sencillo debido a que recién ellos se están acostumbrando a despertar, pero él a despertado encerrado en su sarcófago por años, sin que nadie lo liberara; hasta que llegó Larry.
—Alteza —escucha el Egipcio sobre su sarcófago. Sentándose, Ahkmenrah se sorprende de ver a Lancelot, el caballero de Camelot, parado a su lado. Desde que esta allí, Lancelot se acercó y se auto proclamó guardaespaldas del príncipe; como muestra de su arrepentimiento por lo último sucedido. Ha Ahkmenrah no le molesta, Lance es agradable y siempre esta dispuesto a aprender las cosas que él había aprendido del mundo.
—Buenas noches, Lance —saluda el moreno levantándose de su sarcófago para salir. Una mano enguantada en metal se ofrece para ayudarlo a salir y él acepta feliz. Ya afuera, Ahkmenrah agradece su amabilidad a Lancelot con una sonrisa.
Lance se queda hipnotizado con la radiante sonrisa que su alteza le da, desde hace un tiempo, cuando comenzó a pasar más tiempo con Ahkmenrah; hablando, leyendo y a veces sólo caminando por las exhibiciones, Lance no puede evitar confesar que se enamoró del Egipcio.
—¿Qué te trae por aquí? —pregunta Ahkmenrah cuando el silencio entre ellos ya es demasiado largo —No es que me moleste tu presencia, es siempre bien recibida —se apresura a decir cuando la expresión del caballero parece nerviosa.
Lance se debate en si decir que hace allí —Sigame, alteza, y sabrá de mi presencia hasta aquí —decide decir. Entiende la confusión de Ahkmenrah, él nunca había entrado al área Egipcia; la mayoría del tiempo se encontraban en la entrada o en la exhibición de Camelot.
Ahkmenrah acepta, emocionado de tomar aventuras ¿Qué se tramara el caballero? Piensa mientras comienza a caminar al lado del hombre de metal. Saludan a sus padres cuando pasan por su espacio y siguen su camino excusándose con ellos. La caminata se lleva tranquila y en silencio; cómoda.
Ahkmenrah saluda con amabilidad a cada estatua, pintura y objeto que se atraviesa en su camino. Lancelot sólo se mantiene al margen, sus brazos cruzados detrás de su espalda luciendo serio pero amable cuando alguien le saluda, respondiendo con una sonrisa y un movimiento de cabeza.
—Deberías relajarte un poco —se burla amablemente el Egipcio girando su cabeza hacia el caballero a su lado mientras sonríe. Lancelot se sonroja un poco, manteniendo la postura dura y recta que tiene.
—Soy su caballero, debo estar al pendiente de cualquier amenaza.
—¿Amenaza? —Ahkmenrah rió bajito —Lance —dice con cariño, como quien le explica algo a un niño pequeño—, estamos en un museo y literalmente, ya estoy muerto. No hay nada que me lastime realmente. — claro que puede sentir el dolor, pero ya esta muerto. Y el museo, aunque con sus "amenazas", no lo es realmente. Es confuso estar entre la vida y la muerte.
Lancelot sonríe por el apodo que Ahkmenrah le ha dado por cariño; "Y tú puedes llamarme Ahk o Ra" recuerda una vez que le dijo el faraón, pero el caballero de Camelot no lo hará o no por ahora, porque muy en su interior y como secreto; ama llamar a Ahkmenrah "alteza, faraón, príncipe, etc" es un gusto que no explica.