Capítulo 4, "Déjame ir."

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Narra Lauren

No había podido dormir mucho en la noche. Miré el reloj, y eran las seis de la mañana. Me levanté, y caminé hacia la cocina. 

Bebí un poco de leche, y vi como Camila estaba acostada en la hamaca, rodeada por una manta

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Bebí un poco de leche, y vi como Camila estaba acostada en la hamaca, rodeada por una manta.

El amanecer, se veía tan hermoso. Vivir a pocos metros del mar, es una de las maravillas de la vida. 

-¡Buenos días, cariño! -me giré, observando como Alejandro dio un suave beso en mi frente. -Es temprano. ¿Qué haces despierta?

-Me desvelé, y vine por un vaso de leche. -dije mirando a Camila.-

-Es el amanecer y ella. -fruncí el ceño mirándolo. -Camila y el amanecer. Desde que era pequeña, se ha levantado temprano, para contemplarlo. -asentí. -¡Bueno, ya me voy! Los muchachos ya están en el barco. Camila y Sinu, te llevarán después a mi lugar de trabajo. -volví a asentir. -Ten buen día, cariño. Cualquier cosa que necesites, no dudes en llamar. -sonreí sintiendo otro beso en mi frente.-

-Tú también ten buen día. -dije antes de que saliera, y hablará con Camila.-

Poco después, me senté en una de las bancas que estaban al lado de la hamaca, donde se encontraba acostada. 

-Sólo tenía que tocarme para convertir mis lágrimas en suspiros y mi rabia en deseo. Qué amable es el amor; que todo lo perdona. -leí en su libro.-

Ella me miró. 

-Isabel Allende. -dijo.-

-Quien diga que todo fuego se apaga solo tarde o temprano, se equivoca. Hay pasiones que son incendios hasta que las ahoga el destino de un zarpazo y aún así quedan brasas calientes listas para arder apenas se les da oxígeno. -añadí yo.-

Ella sonrió.

-También, Isabel Allende. -asentí.-

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Camila, Sinu y yo, íbamos hacia el muelle. Todos los días, Sinu llevaba la comida a Alejandro y sus compañeros. Todos parecían una familia, ayudándose unos a los otros. Ojalá y el mundo fuera así de sensible. Todo iría mucho mejor.

El muelle pesquero, se encontraba a pocos minutos de la casa.

El muelle pesquero, se encontraba a pocos minutos de la casa

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Sentí una mano en mi hombro, sonreí viendo a Mercedes.

-¿Qué tal corazón? -sonrió.-

-Bien. Estoy viendo el muelle y los alrededores.

-Sinu viene todos los días. Y Kaki, cuando no tiene clases. -asentí.-

-¡Abuela! -nos giramos escuchando a Camila. -¡Que bien que estés aquí! Papá dice, que vamos a dar una vuelta en el barco. 

-Entonces voy a casa a buscar un par de cositas, y regreso en seguida. -Camila asintió sonriente para después, Mercedes irse.-

Antes de que Camila se fuera, tomé su brazo. Ella miró mi gesto.

-Déjame ir. -la solté suavemente...-

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¡Nos leemos muy muy prontito!

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Cianuro y Miel (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora